El primer laboratorio científico de la historia

Contrastes



En una entrevista concedida el pasado 6 de enero a la revista de difusión científica Scientific American, Robert Yeats, profesor de Geociencias de la Universidad Estatal de Oregon, afirmó que le preocupaba menos el posible sismo de gran magnitud que desde hace años se ha pronosticado que ocurrirá en el sur de California, que el gran terremoto que con gran probabilidad pronto tendría lugar en Haití. Como todos sabemos, Yeats –al igual que otros expertos que opinaban en el mismo sentido– desgraciadamente tuvo voz de profeta y menos de una semana después se cumplió su predicción.

Los terremotos se producen cuando se libera energía de porciones de la corteza terrestre sujetas a enormes fuerzas de tensión o compresión. Esto sucede, por ejemplo, a lo largo de la frontera entre dos placas tectónicas. Se sabe que la corteza terrestre está formada por masas –las placas tectónicas– que se mantienen en movimiento unas con respecto a las otras. De este modo, las fuerzas de rozamiento que se producen en la frontera entre dos placas moviéndose en sentido contrario pueden acumular una enorme cantidad de energía, la cual se libera cuando las rocas en la frontera se rompen cediendo a la tensión.

Existen a lo largo de la superficie de la Tierra fallas geológicas bien identificadas en donde ocurren estas tensiones y que por tanto son fuente de movimientos telúricos. Una de las más estudiadas es la falla de San Andrés, que atraviesa de norte a sur a lo largo de 1300 kilómetros el estado de California y que corresponde a la frontera entre las placas tectónicas del Pacífico y de Norteamérica. Esta falla fue la causante del terremoto que en 1906 destruyó la ciudad de San Francisco, ocasionando entre 700 y 3000 muertes, en lo que constituye la peor catástrofe en los Estados Unidos debida a un terremoto. En años más recientes, una falla geológica cercana a la ciudad de Los Ángeles originó en 1994 un terremoto que ocasionó 72 muertes y produjo daños por 20,000 millones de dólares.

Una medida del poder destructivo de un terremoto lo da su magnitud en la escala de Richter. El terremoto de San Francisco de 1906, por ejemplo, tuvo una magnitud entre 7.7 y 7.9, mientras que el recientemente ocurrido en Haití fue de magnitud 7. Para apreciar la diferencia en intensidades, hay que considerar que un punto en la escala de Richter representa un factor multiplicativo por 30 en poder de destrucción. Un terremoto de magnitud 8 es entonces 30 veces más destructivo que uno de magnitud 7.

El terremoto que destruyó Puerto Príncipe el 12 de enero pasado causando hasta 200,000 muertos, tuvo su origen en la falla de Enriquillo situada cerca de la frontera entre las placas tectónicas de Norteamérica y del Caribe. No se había producido un terremoto de gran magnitud cerca de Puerto Príncipe en 150 años y lo expertos consideraban como alta la probabilidad de que esto sucediera en un plazo corto.

Comparando los terremotos de California y de Haití, llama la atención el contraste entre el número de muertos y los daños materiales ocurridos en San Francisco y en Puerto Príncipe. Esto, sin embargo, es fácilmente explicable por la mala calidad de las construcciones de la ciudad de Puerto Príncipe y por la falta de prevención del gobierno de Haití en relación a la ocurrencia de un desastre como el sufrido, a pesar de las evidencias científicas disponibles. Todo esto a su vez, refleja pobreza de un país que en este respecto ocupa el último lugar en Latinoamérica.

Yeats no fue el único que esperaba una catástrofe en Haití como la que finalmente ocurrió. Otros expertos en el mundo la consideraban muy probable, dada la gran cantidad de energía acumulada en la falla de Enriquillo por las muchas décadas de inactividad sísmica. La desgracia fue, sin embargo, que no obstante que se tenían evidencias firmes de lo inminente de la tragedia, en realidad había muy poco que hacer para aminorarla dado lo pobre del país.

Otras regiones en el mundo se encuentran en situación similar a la de Haití, por contar con ciudades cercanas a fallas geológicas con una gran actividad sísmica. Entre estas se encuentran Lima, Karachi y Teherán. Al igual que Puerto Príncipe, estas ciudades se encuentran en gran medida inermes con una espada de Damocles sobre la cabeza.

En contraste, países con recursos como los Estados Unidos cuentan con reglamentos de construcción estrictos para incrementar la seguridad sísmica de edificios y construcciones y gastan enormes sumas de dinero en materia de prevención de desastres naturales. Con seguridad, en caso de ocurrir, el esperado gran temblor en California no tendrá ni remotamente las mismas consecuencias que sufrió Haití.

Dice el dicho que al perro más flaco se le cargan las pulgas. Esto aplicado a los terremotos no pasa de ser una verdad de Perogrullo: si un perro es flaco es porque no tiene que comer y si no tiene para comida menos tendrá para desinfectante.

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