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¿Energías renovables a corto plazo?



Después del fracaso de la cubre climática de Copenhague en diciembre pasado, en la que no pudo lograrse un acuerdo para extender el Protocolo de Kioto de reducción de emisiones de gases de invernadero más allá del año 2012, la siguiente oportunidad para alcanzar un acuerdo se dará en la siguiente cumbre climática a llevarse a cabo en México en el presente año. El tiempo para limitar dichas emisiones se está agotando pues al ritmo actual, la concentración de gases de invernadero en la atmósfera alcanzará pronto valores no sostenibles, si no es que ya lo ha hecho.

Los gases de invernadero son producidos por la quema de combustibles fósiles que hoy en día son la fuente de aproximadamente el 85 % de la energía que consume el mundo. Cabe preguntarse, entonces, si desde el punto de vista técnico existen opciones para sustituir dichos combustibles, a corto plazo, por fuentes de energías renovables y no contaminantes.

La energía llega al usuario final en varias formas: como gasolina para automóviles, como carbón o combustóleo para plantas termoeléctricas generadoras de electricidad, como fluido eléctrico para toda serie de aparatos electrodomésticos, etc. Una estrategia de sustitución de los combustibles fósiles debe entonces tomar en cuenta la diversidad de usos de la energía y generar soluciones para cada una de sus principales aplicaciones.

Una forma muy conveniente de energía es la eléctrica, pues es fácilmente manipulable y transportable a grandes distancias y, sobre todo, porque su consumo no genera contaminación. En un futuro, la energía eléctrica debe ser entonces usada en forma tan amplia como sea posible: en automóviles eléctricos, en calentadores domésticos, en sistemas de transporte colectivo y, por supuesto, en todas las aplicaciones en las que es actualmente empleada.

Habrá, por supuesto, aplicaciones en las que la electricidad no sea la fuente energética adecuada. Este es el caso de la aviación, en donde se requiere liberar rápidamente grandes cantidades de energía en motores de propulsión a chorro. En este caso, sin embargo, será posible emplear hidrógeno como combustible, el cual podrá ser obtenido descomponiendo agua por medio de electricidad. De este modo, aunque no de manera directa, la electricidad podría ser en último término el origen de la energía que impulse a los aviones jet del futuro.

Hay que notar que hoy en día la mayor parte de la energía eléctrica que consumimos es producida en plantas termoeléctricas que queman combustibles fósiles y por tanto generan gases de invernadero. La electricidad del futuro deberá ser entonces generada por medios diferentes, y no contaminantes, a los preponderantes en la actualidad.

Una fuente no contaminante de electricidad que jugará un papel central en un mundo futuro libre de combustibles fósiles es el viento. Aunque actualmente representa sólo un porcentaje pequeño de la generación mundial de energía, el aprovechamiento de la energía eólica está en rápido crecimiento, además de que existen en el planeta grandes reservas de este tipo de energía. En relación a esto último, de acuerdo con cifras citadas por M. Jacobson y M. Delucchi en el número de noviembre de 2009 de la revista Scientific American en su versión electrónica, las reservas explotables de energía eólica representan entre 3 y 7 veces el actual consumo mundial de energía.

Otra fuente de energía no contaminante que será primordial en el futuro, y que de hecho es la que cuenta con las mayores reservas, es al Sol. De acuerdo con datos citados en el artículo referido, la cantidad de energía solar explotable es cerca de 50 veces el consumo mundial de energía.

Existen entonces reservas suficientes de energías no contaminantes para reemplazar de manera total a los combustibles fósiles y de hecho, en su artículo Jacobson y Delucchi delinean un plan para este propósito. De acuerdo con el mismo, el 90 % de la energía del futuro sería proporcionado por el Sol y el viento. Para el restante 10 % se emplearían las energías hidroeléctrica y geotérmica, así como aquellas asociadas a mareas y olas. Se necesitarían en el año 2030 las siguientes plantas y dispositivos: 3.8 millones de turbinas de viento, 1700 millones de instalaciones solares en casas-habitación, 89,000 plantas solares, 5350 plantas geotérmicas, 900 plantas hidroeléctricas y 720,000 dispositivos para capturar la energía de las olas. Una vez construidas todas estas las plantas y dispositivos, con tecnologías que están disponibles en la actualidad, tendríamos un mundo libre de emisiones de gases de invernadero.

Como lo sugiere el plan anterior, y otros que han sido igualmente propuestos, desde un punto de vista técnico existe una solución al problema del calentamiento global. Desde un punto de vista político y de intereses económicos, sin embargo, la solución no parece ser tan simple, como lo atestigua el fracaso de la reunión de Copenhague. Esperemos que en la cumbre climática de México, a celebrarse el presente año de 2010, tengamos mejor suerte.

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