El primer laboratorio científico de la historia

Activismo anti-cambio climático



En las últimas semanas han arreciado las críticas de los activistas anti-cambio climático en contra de la actuación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC), en especial contra su presidente Rajendra Pauchari. La andanada se inició el pasado noviembre cuando fueron “subidos” a Internet numerosos correos electrónicos robados –“hackeados”– del Centro de Investigación del Clima de la Universidad de East Anglia en el Reino Unido. Dichos correos forman parte de la correspondencia entre diferentes expertos climáticos que trabajan para el PICC y de los mismos se puede interpretar que dichos expertos no siempre actuaron con estricto apego a las normas de ética científica de libre discusión de la ideas. En algunos correos se habla incluso de ocultar datos sobre el clima que no apoyan la tesis del calentamiento global.

Algo que vino a empeorar la situación para el PICC es el reconocimiento por parte de su presidente relativo a que una predicción del panel incluida en su informe de 2007 -en el sentido de que la nieve de los Himalaya se habrá fundido en el año 2035 por efectos del calentamiento global-, en realidad no tiene una base científica. Con esto, los críticos del PICC, que están pidiendo la renuncia de Pachauri, ponen en duda la seriedad de los trabajos y reportes del organismo.

Una característica esencial de la ciencia es que sus afirmaciones nunca tienen una certeza absoluta y son siempre susceptibles de ser refutados por investigaciones posteriores. La libre discusión de sus resultados es lo que ha dado a la ciencia un poder de predicción sin precedentes en la historia de la civilización. Esto su vez ha posibilitado la aparición de tecnologías de una gran y creciente sofisticación. Ha llevado, por ejemplo, al desarrollo de computadoras, de satélites artificiales, de materiales sintéticos con propiedades no existentes en la naturaleza y de drogas para curar enfermedades. La construcción de un dispositivo tan complejo como lo es una computadora, o el desarrollo nuevos antibióticos para atacar enfermedades infecciosas, requiere de un conocimiento detallado de las leyes de la física y de la biología.

El poder de predicción de la ciencia, sin embargo, no es absoluto, y depende de la complejidad del objeto bajo estudio o del campo científico que se considere. Así, podemos estar razonablemente seguros de que al apretar el botón de encendido de un televisor -producto de nuestro avanzado conocimiento en el campo de la física-, éste se comportará como esperamos y aparecerá una imagen en la pantalla. En cambio, al administrar una droga a un paciente hay una probabilidad no despreciable de que la misma no funcione. Esto refleja la diferencia de complejidad entre la materia viva y la inanimada, que hace intrínsicamente más difícil descubrir las leyes que gobiernan a la primera en comparación con la segunda. En el caso del cambio climático, el objeto bajo estudio –el planeta entero– es extremadamente complejo y el poder de predicción de la ciencia climática es sólo relativo. Existe entonces una cierta incertidumbre sobre los que le ocurrirá a la temperatura de nuestro planeta en los años por venir y de esto se han valido los detractores del cambio climático para impugnarlo.

Hay, sin embargo, evidencias científicas incontestables de que la superficie de la Tierra se está calentando. En un reporte de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, por ejemplo, se llega a la conclusión de que las temperaturas terrestres en las últimas décadas han sido mayores en promedio a las observadas en los últimos 400 años. El incremento en la temperatura del planeta se ve, además, reflejado en el deshielo del polo norte durante los últimos veranos y en la retracción del hielo en los glaciares.

Sabemos, por otro lado, que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se incrementó paulatinamente en la segunda mitad del siglo pasado. Mediciones de dicha concentración realizadas en Mauna Loa, Hawai, muestran un aumento paulatino de más de 20 % a lo largo de los últimos 50 años. La causa probable de dicho aumento es la quema de combustibles fósiles.

Puesto que se sabe que el dióxido de carbono en la atmósfera genera un efecto invernadero, el aumento de dicha concentración concurrentemente con una elevación de la temperatura de la superficie terrestre sugiere que ambos incrementos están relacionados y que tienen un origen común en el uso de combustibles fósiles.

El calentamiento global constituye un problema que requiere de una urgente atención. Se necesita, de manera específica, sustituir a los combustibles fósiles por fuentes de energía renovable. En un mundo que ha basado su desarrollo en el petróleo, el gas y el carbón, la propuesta de sustituirlos por fuentes no contaminantes ha dado origen a resistencias y problemas políticos por parte de los intereses creados alrededor los combustibles fósiles. Esto se ve reflejado en el activismo anti-cambio climático. En este respecto, la contribución de algunos miembros del PICC no ha sido, definitivamente, la más conveniente para la salud del planeta.

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