El primer laboratorio científico de la historia

Copiar y pegar



En el número de abril de 2010 de la revista “Nature Reviews Genetics”, la profesora Mariam B. Sticklen de la Universidad Estatal de Michigan publicó una nota en la que retiraba de dicha revista un artículo de su autoría publicado en el año de 2008, el cual trataba sobre nuevos métodos para la fabricación de biocombustibles. Las razones que adujo para el retiro de su publicación fue que en la misma se parafraseó un párrafo de otro artículo, publicado en la revista “Plant Science” por autores diferentes, sin dar los créditos correspondientes. La publicación retirada era un artículo de revisión de un tema de investigación –es decir, que no contenía nuevos resultados– y la falta –plagio– de la profesora de la Universidad Estatal de Michigan pareciera ser solamente menor. La falta estuvo agravada, sin embargo, por el hecho de que Sticklen tuvo acceso a una primera versión del artículo plagiado antes de su publicación, pues le había sido enviado por el editor de Plant Science para que emitiera una opinión crítica en vista de su posible publicación.

El plagio de un trabajo de investigación no es un hecho infrecuente y en una búsqueda rápida en Internet nos encontramos con varios casos dados a conocer en los últimos meses. El diario China Daily, por ejemplo, informó el pasado 22 de marzo del caso del profesor Li Liansheng de la Universidad Xi´an Jiaotong –una de las más prestigiosas en China–, quién fue expulsado de su puesto de profesor, además de que le fueron retirados los apoyos económicos a sus proyectos de investigación, acusado de haber plagiado el trabajo de otros. Nos enteramos también, por una nota publicada en el portal de CBC News el pasado 6 de abril, del caso de Ezeddin Shrif, profesor de Ingeniería de la Universidad de Regina en Canadá, quién fue acusado por un antiguo estudiante suyo de haber enviado para publicación un manuscrito a la revista “Journal of Canadian Petroleum Technology” con los resultados de su tesis de maestría sin haberlo hecho de su conocimiento y, lo que es peor, sin incluirlo en la lista de autores.

Un caso más de plagio ocurrido recientemente es el de Kamran Daneshjou, Ministro de Ciencia, Investigación y Tecnología de Irán. Daneshjou, quién es también profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Irán, fue acusado de plagio de resultados científicos y le fueron retirados artículos ya publicados en tres revistas de circulación internacional. Estos hechos, por supuesto, han tenido fuertes repercusiones políticas en Irán por ser Daneshjou parte de un gobierno cuya legitimidad es disputada por la oposición iraní.

El plagio de resultados científicos está empezando a ser estudiado de manera sistemática. Un grupo de investigadores médicos de la Universidad de Texas en Dallas encabezados por Harold R. Garner, ha estudiando la base de datos “Medline” de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos –que actualmente contiene cerca de de 18 millones de fichas de artículos médicos–, buscando duplicaciones de información que indiquen posibles casos de plagio. Garner y colaboradores tomaron una muestra estadística de más de 60,000 fichas de Medline y la analizaron por medio de un programa de cómputo que ellos desarrollaron y que les permite encontrar similitudes entre textos.

En base a los resultados obtenidos con su muestra estadística, el grupo de Graner hace una extrapolación a toda la base Medline y concluye que hasta 200,000 artículos del total serían lo suficientemente parecidos a otros publicados con anterioridad para ser considerados como duplicaciones. La mayor parte de los artículos duplicados comparten autores con la correspondiente publicación original y constituirían de este modo autoplagios. Habría, sin embargo hasta 5,000 artículos duplicados que no compartirían autores con el trabajo original, los cuales podrían corresponder a trabajo plagiado.

La gran velocidad con que se está incrementando la cantidad de artículos publicados en la literatura científica internacional hace cada vez más difícil estar al tanto de todo lo hecho público en una determinada área. En estas condiciones la duplicación de artículos de investigación –ya sea por plagio o por autoplagio– no es de ninguna manera bienvenida y, más allá de las consideraciones éticas que se puedan elevar en contra del plagio de ideas y descubrimientos científicos, la duplicación de artículos entorpece el trabajo de investigación.

El plagio del trabajo de otros no es por supuesto exclusivo de los científicos y lo encontramos prácticamente en cualquier área en donde se ponga a prueba la creatividad humana, incluyendo la literatura y la música. En el área científica, sin embargo, es donde más fácilmente puede ser descubierto el trabajo de “copiar y pegar” que ha facilitado el advenimiento de las computadoras y que, desgraciadamente, está cada vez más extendido.

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