El primer laboratorio científico de la historia

Energía “verde”



Las décadas de los años sesenta y setenta constituyeron un periodo de auge para la industria de generación de energía eléctrica mediante la desintegración del átomo. Hace medio siglo la tecnología nuclear –entonces un desarrollo relativamente reciente– se veía como una manera de obtener energía eléctrica abundante y confiable. Algunos países como Francia y Japón –que no cuentan con reservas de combustibles fósiles– hicieron de la energía nuclear una de sus mayores fuentes de abastecimiento; Francia incluso la convirtió en la mayor.

Con los años, sin embargo, el entusiasmo en la núcleo electricidad –sobre todo en los Estados Unidos– disminuyó por altos costos de construcción de un reactor nuclear, así como por el accidente, en 1979, del reactor nuclear de la Isla de las Tres Millas en Pensilvania, EUA. La situación se agravó con el desastre en 1986 de la planta de Chernóbil, en Ucrania, que explotó y dispersó material radiactivo en un extenso radio que llegó hasta al norte de Europa. Desde hace una década, sin embargo, y a pesar de los peligros que presenta, el interés en la energía nuclear ha repuntado, motivado por los altos precios del petróleo y debido a los efectos de la contaminación atmosférica por el uso intensivo de combustibles fósiles.

En la actualidad aproximadamente el 6 % del total de la energía que consume el mundo, y 15 % del total de la energía eléctrica, es de origen nuclear. Es producida en 438 reactores, dispersos en todo el mundo, aunque localizados principalmente en los Estados Unidos, Francia, Japón y Rusia, en ese orden. 54 reactores están actualmente en construcción en el mundo y 148 más en fase de planeación

Desde el punto de vista de la contaminación atmosférica por gases de invernadero, las plantas nucleares son ciertamente una opción “verde” no contaminante. La energía nuclear, no obstante, presenta graves problemas de contaminación radioactiva, no solamente por la siempre presente posibilidad de un accidente nuclear, sino por los desechos radiactivos que generan, los cuales tienen que ser confinados en un lugar seguro. El confinamiento es necesario no solamente para evitar un contacto humano accidental con el material radioactivo, sino también para prevenir su robo por parte de grupos terroristas, algo que hoy en día no se puede descartar.

Como parte del “renacimiento” de la energía nuclear, varias compañías privadas en los Estados Unidos y Japón están desarrollando reactores nucleares de dimensiones reducidas, con megavatios o decenas de megavatios de potencia eléctrica en lugar de los miles de megavatios de una central nuclear convencional. Un fabricante japonés, por ejemplo, ha desarrollado un micro reactor de 200 kilovatios –capaz de proveer de electricidad a unas 100 casas–, el cual mide solamente 7x2 metros. Los micro reactores no estarían destinados a competir directamente con las centrales nucleares, sino que tendrían su mayor aplicación en lugares remotos alejados de las líneas de distribución de energía eléctrica, como hay muchos en los países subdesarrollados.

De acuerdo con un fabricante norteamericano, el tamaño pequeño de un micro reactor permitiría que éste fuera ensamblado y sellado en los Estados Unidos con la carga de combustible nuclear en su interior. De este modo, los usuarios en el país de destino no tendrían acceso al interior del reactor, el cual contaría con suficiente combustible para operar decenas de años sin interrupción. La recarga de combustible se haría en los Estados Unidos, país que también se encargaría de manejar los desechos radioactivos. Este esquema, sin embargo, ha provocado críticas. Por ejemplo, Peter Wilk de la organización “Physicians for Social Responsibility” señala que la opinión pública norteamericana difícilmente estaría de acuerdo: “Imagínese si los norteamericanos estarían de acuerdo en tomar los desechos generados en otros países y manejarlos aquí”.

La proliferación de micro reactores en países desarrollados y subdesarrollados implicaría multiplicar el peligro de un accidente nuclear. Presentaría, además, grandes problemas para custodiar el combustible nuclear alojado en el interior de los micro reactores, que estarían dispersos en múltiples lugares. En estas condiciones es difícil entender las argumentaciones de la compañías que presentan a los micro reactores como una alternativa viable para la generación de energía y para frenar el calentamiento global.

La energía nuclear en general y los micro reactores nucleares en particular ciertamente constituyen una opción “verde” que no genera gases de invernadero y que no contribuye al calentamiento global. Los micro reactores, sin embargo, podrían tener consecuencias “negras” en caso de un accidente o de robo de combustible, eventualidad que ahora sería considerablemente más probable.

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