El primer laboratorio científico de la historia

Ixtoc y Macondo



Más de seis semanas han transcurrido desde el 20 de abril pasado cuando se incendió la plataforma de perforación “Deepwater Horizon” estacionada en el campo petrolero de Macondo frente a la costa de Luisiana. Como es del dominio público, a consecuencia del accidente la plataforma de hundió provocando un derrame de petróleo que a la fecha no ha podido ser controlado. Inicialmente British Petroleum, la compañía responsable de la plataforma, estimó que la fuga de petróleo era de unos 1,000 barriles diarios, cifra que poco tiempo después incrementó a 5,000 barriles por día. Actualmente se considera que dicha cifra está entre los 12,000 y los 19,000 barriles diarios, aunque algunos expertos consideran que podría llegar hasta los 100,000 barriles derramados cada 24 horas.

Como quiera que sea, lo que si es claro ahora es que la contaminación ocasionada por el accidente del “Deepwater Horizon” en el Golfo de México, que ahora cubre una superficie mayor a la del Estado de San Luís Potosí, representa el peor desastre petrolero y ecológico en la historia de los Estados Unidos. Desde el punto de vista del volumen de crudo derramado, tiene incluso el potencial de convertirse en el peor accidente a nivel mundial, lugar que le corresponde al pozo Ixtoc 1 de Pemex, que entre junio de 1979 y marzo de 1980 –cuando finalmente fue controlado– derramó unos 3.3 millones de barriles de petróleo en el Golfo de Campeche. A un ritmo de 19,000 barriles diarios, el derrame del Deepwater Horizon alcanzaría en seis meses el volumen total vertido por el del Ixtoc 1; en el peor de los casos contemplados, una fuga de 100,000 barriles de petróleo por día nos llevaría a que el pozo de Macondo habría ya rebasado el volumen vertido por el Ixtoc 1.

Comparando los accidentes de los pozos petroleros de Campeche y de Macondo se encuentran coincidencias: ambos se iniciaron por un aumento súbito de presión del pozo seguido de una falla del dispositivo que debe actuar en estos casos para cerrarlo y evitar una fuga descontrolada de petróleo. Las condiciones que enfrentan los ingenieros de British Petroleum para contener la fuga de crudo del pozo de Macondo, sin embargo, son considerablemente más difíciles que las que encontraron los especialistas de Pemex hace 31 años. En efecto, tenemos que mientras que la profundidad marina del Ixtoc 1 era de solamente 50 metros –lo que permitió el empleo de buzos el las labores de reparación– la boca del pozo de Macondo está a una profundidad de 1,500 metros. A esta profundidad la presión ejercida por el agua es de unas 150 atmósferas, lo que hace necesario emplear robots manejados a control remoto en lugar de buzos. Aun más, puesto que la luz del Sol no alcanza a llegar más allá de una profundidad de unos 200 metros, resulta –además de una total oscuridad– que la temperatura del agua es de solamente unos pocos grados centígrados.

Sin bien posiblemente ni la alta presión ni la baja temperatura prevalecientes en la boca del pozo de Macondo representen por si solas problemas de gran envergadura, la convergencia de las dos condiciones ambientales ha resultado fatal. Esto es debido a que bajo dicha convergencia, el metano (gas natural) que se fuga del pozo se combina con el agua de mar para formar cristales de hidrato de metano. Estos cristales han sido un dolor de cabeza en los intentos de reparación de pozo averiado, tapando las tuberías por las que se ha intentado transportar a la superficie el petróleo fugado.

En el quinto y último intento de controlar la fuga, el pasado jueves 3 de junio los ingenieros de British Petroleum colocaron sobre la boca del pozo de Macondo un dispositivo en forma de campana que busca captar la mayor parte del petróleo derramado y conducirlo a la superficie. La operación, sin embargo, ha tenido que hacerse de manera muy lenta a fin de evitar la formación de cristales de hidrato de metano que darían al traste con la misma.

Si bien se reporta que el nuevo intento ha logrado reducir en cierto grado el derrame de petróleo, hasta la tarde de sábado 5 de junio no está claro si tendrá finalmente éxito. En todo caso representa solamente una solución temporal. La solución definitiva –se tiene la esperanza– lo constituirán los dos pozos de alivio que se perforan actualmente al lado del pozo accidentado y que se espera que se concluyan en el próximo mes de agosto. Estos dos pozos confluirán con el pozo descontrolado a unos 4,000 metros por abajo del fondo del mar. Una vez terminados, a través de los mismos se inyectará lodo de perforación al pozo accidentado a fin de bloquearlo y controlar la fuga. Este fue precisamente el procedimiento por medio del cual el pozo Ixtoc 1 fue finalmente controlado. De este modo, habría similitudes en ambos, el origen y la solución de los accidentes sufridos por ambos pozos.

Hay que notar, por otro lado, que una vez terminados los pozos de alivio para el Ixtoc 1 transcurrieron tres meses antes de que la fuga fuera finalmente controlada. De extenderse las similitudes entre los dos accidentes, tendríamos entonces que esperar hasta noviembre próximo para ver finalmente al pozo Macondo bajo control. De ser así, el accidente del Deepwater Horizon constituiría, posiblemente con mucho, el peor desastre ecológico de la historia.

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