Hogar, dulce hogar

Vida alienígena



En días pasados se publicaron en la prensa escrita, así como en numerosos sitios de Internet, un buen número de artículos y comentarios en los que se especulaba sobre la posibilidad de que la NASA hubiera encontrado vida extraterrestre. De haber sido esto cierto, habría constituido uno de los mayores descubrimientos científicos de la historia; descubrimiento que habría, además, coronado los esfuerzos de la agencia espacial norteamericana, que por muchos años ha buscado evidencias de vida en el sistema Solar fuera de nuestro planeta.

Los artículos referidos tuvieron su origen en un comunicado de la NASA del día 29 del pasado mes de noviembre, en el que citaba a una conferencia de prensa que se llevaría a cabo el 2 de diciembre siguiente en sus instalaciones en Washington, con el objeto de “discutir un descubrimiento astrobiológico que impactará la búsqueda de evidencia de vida extraterrestre”.

De manera predecible, un comunicado de prensa redactado de esta manera, aunado a la estrategia de la NASA de darlo a conocer algunos días antes de precisar la naturaleza del descubrimiento –al estilo de una novela de suspenso–, hubo de generar notas periodísticas y comentarios como los que vimos en días pasados.

Al final, el descubrimiento en cuestión –publicado en la revista “Science” por investigadores de varias universidades y agencias de investigación norteamericanas, el mismo día 2 de diciembre en que se llevó a cabo la conferencia de prensa en Washington–, si bien resulto tener una gran importancia científica, distó de satisfacer las expectativas generadas en el público. En particular, no tuvo que ver con extraterrestres, sino con microbios que habitan el Lago Mono, en el estado de California, cerca de los límites con el estado de Nevada.

De manera específica, en dicho artículo –que tuvo como primer autor a Felisa Wolfe-Simon del Instituto de Astrobiología de la NASA– se describen experimentos de cultivos biológicos llevados a cabo con bacterias extraídas del Lago Mono. Este lago se caracteriza por una gran salinidad y concentración de arsénico y las bacterias que en él habitan están, en consecuencia, adaptadas de algún modo a vivir en contacto con este elemento, que sabemos es un veneno letal para los seres vivos .

Los experimentos reportados demostraron que las bacterias del Lago Mono pueden efectivamente crecer en ambientes ricos en arsénico –lo hacen igualmente en ambientes ricos en fósforo, como es el caso común–. Lo más interesante, sin embargo, es que en un ambiente rico en arsénico, dichas bacterias incorporan este elemento a su estructura biológica en sustitución del fósforo –incluyendo el ADN–. Así, para las bacterias del Lago Mono, el arsénico, lejos de ser un veneno mortal, es un alimento sustancioso.

El arsénico es un elemento con propiedades químicas que guardan una cierta semejanza con las del fósforo. Este hecho es precisamente lo que lo hace comúnmente un veneno para un organismo vivo, pues es capaz de introducirse al mismo de manera subrepticia y una vez dentro causar daño.

La similitud de propiedades químicas entre el arsénico y del fósforo, por otro lado, fue lo que motivó a Wolfe-Simon y colaboradores a pensar que el primero podría ser un sustituto del segundo como componente del material biológico, dadas ciertas condiciones ambientales como las que prevalecen en el Lago Mono.

Se sabe que el fósforo, juntamente con el oxígeno, el nitrógeno, el hidrógeno, el carbono y el azufre, constituyen los principales componentes de la materia viva. Con el nuevo descubrimiento, resulta que esta lista no es después de todo definitiva; al menos en lo que respecta al fósforo. De este modo, el estudio de Wolfe-simon y colaboradores nos da una indicación de que el fenómeno de la vida es más complejo de lo que se había pensado y que posiblemente podría darse en condiciones ambientales extremas –extremas, por supuesto, desde nuestra perspectiva terrestre–. Así, nuestro catálogo de sitios para buscar vida extraterrestre –por lo pronto dentro del Sistema Solar– no estaría necesariamente limitado a aquellos lugares en los que prevalecen condiciones ambientales análogas a las de nuestro planeta.

Si bien la estrategia de la NASA para publicitarlo puede resultar controvertida, el descubrimiento de Wolfe-Simon y colaboradores tiene, después de todo –y aún sin una conexión directa–, relevancia para la búsqueda de vida extraterrestre.

Los resultados de Wolfe-Simon tienen, de este modo, un incuestionable valor científico. Confirman, además, el dicho popular que reza: “Veneno que no mata fortalece

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