El primer laboratorio científico de la historia

Máquinas pensantes



Las ideas de Giordano Bruno, que incluían la noción de un universo con múltiples mundos habitados, le ocasionaron hacia finales del Siglo XIV graves problemas con la Inquisición; tan graves que fue declarado hereje y quemado vivo el 17 de febrero del año 1600 en la plaza romana “Campo de` Fiori”. El episodio es recordado por un monumento en dicha plaza, en el que se ilustran, grabadas en bronce, varias etapas del juicio inquisitorial de Bruno.

Después de publicar en la segunda mitad del siglo XIX “El origen de la especies” y el “Origen del Hombre”, Charles Darwin fue igualmente atacado de manera feroz. A diferencia de Bruno, no obstante, Darwin no sufrió consecuencias personales tan drásticas y murió por causas naturales el 19 de abril de 1882, siendo enterrado en la Abadía de Westminster junto a Isaac Newton y otros notables intelectuales. Y sin embargo, aunque recibió numerosos honores, sufrió también duros cuestionamientos a su obra, que incluso duran hasta nuestros días –como es el caso del movimiento creacionista en los Estados Unidos.

Las ideas de Bruno y de Darwin –al igual que las de Nicolás Copérnico y Galileo Galilei que defendían que la Tierra no ocupa el centro del sistema solar– implicaban que la especie humana no es un caso especial en el Universo, lo que chocaba con las ideas dominantes de la época en que fueron expresadas.

En la actualidad, cuatro siglos después del juicio de Giordano Bruno y a 150 años de la publicación del “Origen de las especies”, aceptamos sin dificultad –aunque no de manera generalizada– que no somos una especie única y que muy posiblemente haya numerosas civilizaciones, incluso más avanzadas que la nuestra, en otras partes del Universo. No constituimos, pues, un caso aparte.

Así, el que la supercomputadora “Watson” fabricada por la compañía IBM en los Estados Unidos haya vencido –la semana que recién termina– en el concurso “Jeopardy” de la televisión norteamericana a dos previos campeones de dicho concurso, no ha provocado reacciones violentas por parte de alguna tenebrosa institución. Esto, a pesar de que apunta a la posibilidad de fabricación de una máquina inteligente que supere a la capacidad del cerebro humano.

“Jeopardy” es un concurso que mide amplitud de conocimientos, velocidad de respuesta, y capacidad para analizar preguntas expresadas con juegos de palabras y en un lenguaje ambiguo. Esta última habilidad, propia del cerebro humano, no era una característica de las computadoras hasta la aparición de “Watson”.

La supercomputadora “Watson” consiste de un arreglo de 2880 procesadores “Power 7” desarrollados por IBM. Físicamente está alojada 10 gabinetes del tamaño de un refrigerador. En su memoria tiene guardadas 200 millones de páginas de datos, incluyendo el contenido completo de la Wikipedia. Es de notar que “Watson” es autónoma y no está conectada a la red Internet. Es de notar también que “Watson” tiene una conexión con San Luìs Potosí, pues en el diseño del procesador Power 7 participó un egresado de la UASLP, quién desarrolló el sistema de corrección de errores que protege a la memoria de la supercomputadora.

Se han planeado ya aplicaciones para la tecnología desarrollada en la construcción de “Watson”. Se ha propuesto, por ejemplo, aprovechar la capacidad de análisis de textos de la supercomputadora para leer e interpretar artículos científicos y así resolver el problema que experimentan los investigadores debido al crecimiento acelerado en el número de artículos científicos, lo que hace difícil o imposible procesarlos de manera adecuada. Se ha pensado también que podrá ser utilizada en el diagnóstico de enfermedades. Para esta aplicación la supercomputadora “leerá” toda la información médica disponible en artículos de investigación, los almacenará en su memoria y los utilizará para emitir un diagnóstico.

Según los expertos, se avizoran problemas tecnológicos a resolver en los próximos años para incrementar aun más la capacidad de cómputo de los procesadores. Hay quienes piensan, sin embargo, que las computadoras superarán la capacidad del cerebro humano hacia el final del siglo actual. Si este fuera el caso, en el curso de pocos siglos habríamos transitado desde un estado de desarrollo social en el que se quemaba a los herejes que ponían en duda nuestra posición en el Universo, a una sociedad con la suficiente tecnología para construir máquinas que nos superen intelectualmente –al estilo de HAL, la computadora de la película “2001 Odisea del Espacio” que mata a los tripulantes de la nave espacial que estaba a su cuidado.

Aunque no es posible predecir el futuro, el éxito de la supercomputadora “Watson” en el concurso “Jeopardy” es una indicación de el futuro será testigo de máquinas que nos superen en inteligencia.

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