El primer laboratorio científico de la historia

Aniversario para olvidar



El pasado 20 de abril se cumplió un año de la explosión de la plataforma petrolera “Deepwater Horizon” en el pozo Macondo frente a la costa de Luisiana. El accidente resultó en 11 muertos y en el derrame de 5 millones de barriles de petróleo en el Golfo de México, lo que lo convierte en un accidente aun más grande que el del tristemente célebre pozo Ixtoc 1, que entre junio de 1979 y marzo de 1980 derramó tres millones de barriles de petróleo en el Golfo de Campeche antes de poder ser sellado.

En la medida en que se agotaron los pozos petroleros en tierra firme, se empezaron a explorar y explotar yacimientos en el mar, primero en aguas someras –el pozo Ixtoc 1 estaba a una profundidad de 50 metros– y después en aguas profundas, como fue el caso del pozo Macondo que se encontraba a una profundidad de 1,500 metros. A tales profundidades las condiciones para la perforación de un pozo petrolero son severas, entre otras cosas por las grandes presiones que ocurren en el fondo marino –a 1,500 metros de profundidad la presión es unas 150 veces más grande que la presión a nivel del mar– y por las bajas temperaturas imperantes que son del orden de unos pocos grados centígrados.

La perforación del pozo Macondo estaba siendo realizada por la compañía British Petroleum (BP), la que contrató para este propósito a las compañías Halliburton y Transocean, dueña esta última de la plataforma “Deepwater Horizon”. Estas compañías cuentan con la tecnología necesaria para perforación en aguas profundas; las prácticas que siguieron en Macondo no fueron, sin embargo, las adecuadas. Esta es una conclusión alcanzada por el comité de siete personas nombrado por el presidente Obama para determinar las causas del accidente de Macondo.

De acuerdo con el reporte de dicho comité –hecho público en enero del presente año– “Las causas inmediatas del aumento repentino en la presión del pozo pueden ser atribuidas a errores identificables hechos por BP, Halliburton y Transocean, que revelan tales fallas en el manejo de riesgos que ponen en entredicho la cultura de seguridad de la industria entera”. El reporte señala igualmente la falta de coordinación entre las compañías participantes en la perforación del pozo Macondo, las cuales no compartieron ente sí información crítica acerca de las condiciones del pozo previo al accidente. El comité concluye que “La pérdida explosiva del pozo Macondo hubiera podido ser evitada”.

La revista “Science”, comentando en su número del 6 de enero de 2011 el reporte del comité de referencia escribe: “Durante la perforación del pozo, BP se enfocó en maximizar ganancias y no necesariamente en la seguridad”.

Por otro lado, en un incidente también relacionado con la industria energética, desde el pasado 11 de marzo –como resultado del tsunami que golpeó la costa noreste de Japón– hay una situación de emergencia con los cuatro reactores nucleares de la planta nuclear Fukushima I que han dejado escapar grandes cantidades de radiación. Esto ha obligado al gobierno japonés a ordenar la evacuación obligatoria de 140,000 personas de un área de 20 kilómetros alrededor de la planta y a elevar gradualmente el índice de gravedad del accidente –el periódico español El País ha calificado a Fukushima de “Chernóbyl en cámara lenta”– desde 4 hasta el máximo posible de 7.

Los reactores nucleares de Fukushima fueron dañados por el tsunami que inundó la planta e inutilizó sus sistemas de enfriamiento que son críticos para evitar fugas de radiación.

Los tsunamis no son raros en la costa noreste de Japón. La agencia de seguridad nuclear japonesa no consideraba, sin embargo, que representaran un peligro mayor para la planta nuclear. En declaraciones al periódico Washington Post, el sismólogo japonés Yukinobu Okamura, quien fungió como miembro de un panel de expertos formado en 2009 por la agencia nuclear japonesa para evaluar la seguridad de los reactores japoneses, señaló –apoyado en datos históricos– la posibilidad de que un tsunami de gran magnitud golpeara la planta de Fukushima. Su señalamiento no fue, sin embargo, tomado en consideración por la agencia.

Macondo y Fukushima han sido en el último año dos accidentes de gran magnitud asociados a la industria de generación de energía que según los expertos hubieran podido evitarse de haberse hecho una evaluación correcta de los riesgos involucrados. Ambos accidentes han originado desastres ambientales en un cada vez más atribulado planeta.

De manera coincidente con el aniversario del desastre de Macondo, el pasado 22 de abril se celebró el “Día Internacional de la Madre Tierra”, decretado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente”. Con las dos emergencias ambientales ocurridas en un lapso de un año, sin embargo, la Madre Tierra está en esta ocasión un poco más maltrecha que de costumbre y tiene poco que celebrar.

Quizá, el 22 de abril pasado debíamos haberle deseado un “pocos días de estos”.

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