El primer laboratorio científico de la historia

Épocas remotas



Charles Darwin defendió la hipótesis según la cual nuestra especie humana y los grandes simios comparten un antepasado remoto. Darwin asumió, además, que dicho antepasado vivió en África, pues es en este continente en donde habitan chimpancés y gorilas, que serían nuestros parientes vivos más cercanos en la evolución. Dados los prejuicios de la época, no es sorprendente que estas ideas hayan sufrido un fuerte rechazo, pues implicaban que los humanos no ocupamos, después de todo, un lugar especial en el Reino Animal –chocaba, además, la afirmación que nuestra especie se hubiera originado en África, que no concordaba con ideas racistas muy extendidas en Europa, aun hoy en día.

No mucho tiempo después, no obstante, las especulaciones de Darwin empezaron a recibir sustento. Así, en 1924 el antropólogo Raymond Dart de la Universidad Witerwatersrand en Sudáfirca descubrió en una cantera en el noroeste de este país el cráneo fósil de un infante de unos 3-4 años de edad y 2.8 millones de años de antigüedad, el cual presentaba características intermedias entre simios y humanos, incluyendo la de caminar erguido en dos pies. Este fósil, sin embargo, no fue reconocido como intermedio por la comunidad científica de manera inmediata.

En 1936, el paleontólogo Robert Broom encontró en Sterkfontein, Sudáfrica, los restos fósiles de un adulto de antigüedad equivalente a los descubiertos por Dart. A éste siguieron otros descubrimientos realizados por el mismo Broom, que llevaron finalmente al reconocimiento amplio de los fósiles sudafricanos como formas intermedias en el camino evolutivo hacia los humanos modernos.

Broom era médico de profesión y paleontólogo por afición. En 1903 perdió su puesto como profesor de la Universidad Stellenboch, en Sudáfrica, por sostener la teoría de la evolución. Esto lo orilló a practicar su profesión como médico para sobrevivir, dedicando su tiempo libre a la paleontología. El episodio nos da una idea del clima prevaleciente en la época con respecto a estos temas.

Hoy en día se han descubierto numerosos fósiles que muestran la línea evolutiva que ha dado origen a nuestra especie “Homo sapiens”, incluyendo a Lucy, el famoso esqueleto de 3.2 millones de años de antigüedad descubierto en Etiopía en 1974, así como a las huellas de creaturas bípedas de 3.5 millones de años de antigüedad que, preservadas en ceniza volcánica endurecida, fueron encontradas en Tanzania en 1978.

La semana que acaba de terminar nos trajo la noticia del más reciente descubrimiento de fósiles pre humanos, el cual fue llevado a cabo por un grupo de investigadores encabezados por Lee Berger de la Universidad Witerwatersrand. Dicho descubrimiento está descrito en una serie de artículos publicados por la revista “Science” el pasado jueves 8 de septiembre. En tales artículos se describen dos esqueletos fósiles incompletos descubiertos hace tres años en Malapa, Sudáfrica, no lejos de Sterkfontein en donde Robert Broom encontró sus primeros fósiles.

Se ha determinado que los esqueletos de Malapa tienen una antigüedad de alrededor de 2 millones de años. Las creaturas a las cuales pertenecieron –un niño de alrededor de 12 años y una hembra adulta– tenían un cerebro pequeño, brazos largos y un cuerpo de chimpancé. Podían, además, flexionar las manos al igual que los simios, lo que los habría habilitado para trepar árboles.

Al mismo tiempo, sin embargo, tenían características humanas, incluyendo dedos cortos y un pulgar alargado que les permitía manipular objetos, tal como lo hacemos nosotros. Igualmente, aunque su cerebro era solamente un poco más grande que el de un chimpancé, aparentemente tenía una organización interna que anticipaba a la humana. Dado que la antigüedad de los fósiles corresponde al momento en que se piensa apareció el género humano, Berger especula –aunque no lo asegura– que podría tratarse del antecesor directo de dicho género.

Los fósiles de Malapa, con su mezcla de rasgos humanos y pre humanos, resultan sin duda fascinantes y los expertos no dudan que eventualmente arrojarán luz sobre el proceso evolutivo de género humano y de nuestra propia especie, aunque por lo pronto tal parece que han generado más preguntas que respuestas. En relación a esto último, no es claro, por ejemplo, si son realmente un antecesor directo del género humano o si corresponden a una línea evolutiva que finalmente se extinguió.

En todo caso, buscar y encontrar una respuesta a ésta u otras preguntas no llevará con seguridad a que alguien pierda su trabajo como resultado de prejuicios absurdos.

Por cierto, Robert Broom, después de una fructífera y larga existencia, murió el 6 de abril de 1951 a la edad de 85 años, Murió momentos después de finalizar un manuscrito sobre paleontología. Habría exclamado: “Ahora esto está terminado…y yo también”.

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