El primer laboratorio científico de la historia

Vista aguda



El planeta Marte, uno de los más cercanos a la Tierra, ha sido noticia en los últimos días. Por un lado, nos enteramos que la nave rusa Phobos-Grunt, lanzada al espacio el pasado 8 de noviembre, tiene problemas para llevar a cabo la misión que le fue encomendada. Esta nave fue enviada a explorar el satélite marciano Fobos y, de acuerdo con los planes originales, debía descender en dicho satélite, tomar muestras de materiales de su superficie y regresar con ellas a la Tierra. Una pérdida de comunicación con la estación controladora, sin embargo, impidió que se encendieran los cohetes propulsores que llevarían a la nave desde una órbita terrestre hasta el satélite marciano. Sin el impulso de estos cohetes, el Phobos-Grunt reingresará inevitablemente a la atmósfera de nuestro planeta en fecha cercana.

Una buena noticia al respecto, surgida en los últimos días, es que se había logrado establecer contacto con la nave. Este contacto, no obstante, ha sido esporádico y no está claro si será posible revivir a Phobos-Grunt. En todo caso, aun si se lograran encender sus cohetes propulsores, la nave no podría alcanzar a Fobos por haber pasado ya la ventana de tiempo en que esto hubiera sido posible. La misión, entonces, tendría que ser redirigida a un objetivo alcanzable –la Luna, por ejemplo.

Otra noticia sobre Marte fue el lanzamiento exitoso el día de ayer –a un costo de 2,500 millones de dólares– del explorador “Curiosity” hacia este planeta. El Curiosity es un vehículo de la NASA con un peso de alrededor de una tonelada, el cual explorará por un periodo de dos años la superficie marciana impulsado por energía nuclear. De acuerdo con el sitio de Internet de esta agencia espacial, el vehículo está dotado de seis ruedas de 50 centímetros de diámetro que se mueven de manera independiente y que le permitirán avanzar sin dificultad por terreno pedregoso.

Según el mismo sitio, sobre terreno plano y firme podrá recorrer una distancia máxima de 150 metros en una hora. Esto no es mucho para nuestros estándares en la Tierra pero sin duda es impresionante para un robot controlado de manera remota a una distancia de 250 millones de kilómetros –hay que considerar que esta distancia es tan grande que las órdenes que se envíen al explorador desde nuestro planeta tardarán alrededor de 14 minutos en llegar.

El “Curiosity” lleva una serie de sofisticados instrumentos para el análisis del suelo marciano hasta una profundidad de medio metro y, según la NASA, buscará establecer si existen o han existido en el pasado en Marte las condiciones necesarias para el desarrollo de vida.

El explorador lleva, además, una buena cantidad de cámaras para la obtención de imágenes a todo color, e incluso de video, del paisaje marciano, y desde este punto de vista quizá lo podríamos concebir como una extensión de nuestro sentido de la vista; es decir, el equivalente a un telescopio de gran potencia que nos permitirá observar con detalle objetos extraordinariamente lejanos –al igual que los robots que lo antecedieron pero con un mayor detalle.

Sabemos lo importante que han sido los telescopios –como una extensión de nuestra vista– para el avance científico. En efecto, cuando Galileo Galilei apuntó en el año 1610 su telescopio hacia Júpiter descubrió cuatro puntos brillantes en movimiento continuo alrededor del planeta. Para Galileo fue claro que estos puntos brillantes, que de ninguna manera son visibles a simple vista, son satélites de Júpiter –los satélites Galileanos, como ahora los conocemos–, que lo orbitan de manera similar a como los planetas se mueven alrededor del Sol. El descubrir que Júpiter forma con sus satélites un “sistema solar en miniatura” contribuyó a superar teorías según las cuales la Tierra es el centro del Universo a cuyo alrededor giran todos los cuerpos celestes.

De manera similar al telescopio, el microscopio como una extensión de nuestros sentidos –en este caso hacia lo muy pequeño– jugó un papel esencial en el avance científico. En particular, el holandés Anton van Leeuwenhoeck empleando microscopios que él mismo construyó con gran maestría, descubrió en el Siglo XVII la existencia de las bacterias, que son, por supuesto, invisibles sin esta extensión de la vista.

En estos momentos, según las últimas noticias, el “Curiosity” se dirige sin novedad hacia el planeta Marte, al cual arribará en agosto del siguiente año. Asumiendo que todo resulte como está planeado, en menos de doce meses podremos disfrutar de imágenes detalladas de la superficie de Marte, sin importar que este planeta esté a una distancia tal que a simple vista sólo lo percibamos como un punto de luz.

Dado que no serán éstas las primeras imágenes de la superficie marciana que hayamos recibido, posiblemente no quedemos tan impactados como Galileo o Leeuwenhoeck cuando hicieron uso de sus extensiones de vista. No hay duda, sin embargo, de que resultarán fascinantes.

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