El primer laboratorio científico de la historia

Un mundo perdido



El pasado mes de diciembre se cumplieron 100 años desde que se alcanzó por primera vez el Polo Sur de nuestro planeta. Esto fue llevado a cabo por la expedición encabezada por el noruego Roald Amundsen, quien de este modo superó al británico Robert Falcon Scott, que también pretendía ser el primero en pisar el polo austral. Scott también llegó a su destino, sólo que un mes después de que lo hiciera Amundsen. Es de notar que la expedición de Scott resultó trágica, pues ninguno de sus integrantes sobrevivió a las duras condiciones climáticas de la Antártica –en donde se localiza el Polo Sur– durante el viaje de regreso a la civilización.

El continente antártico tiene un área de 14 millones de kilómetros cuadrados, lo que lo coloca como el cuarto continente de mayor extensión, después de Asia, América y África. Es, además, el continente más frío e inhóspito, con una temperatura media a lo largo del año de 17 grados centígrados bajo cero. De hecho, es en la Antártica en donde se ha observado la temperatura más baja jamás registrada en la superficie de nuestro planeta: 89.3 grados centígrados bajo cero, medida el 21 de julio de 1983 en la estación rusa Vostok.

Debido a las bajas temperaturas que imperan en la Antártica, la mayor parte de su superficie está permanentemente cubierta de una gruesa capa de hielo, que llega a alcanzar en algunos lugares un espesor de casi cinco kilómetros.

En la actualidad, un siglo después de las expediciones de Amundsen y Scott, la Antártica sigue siendo motivo de un gran interés. En este respecto, sabemos de una carrera entre equipos internacionales con objetivos centrados en este continente. En efecto, bajo los hielos antárticos, a una profundidad de varios kilómetros, existen enormes lagos que no han sido explorados hasta ahora. Entre éstos el más grande es el lago Vostok, que tiene una extensión de similar a la del lago Ontario, en la frontera entre los Estados Unidos y Canadá, pero con un volumen de agua tres veces mayor.

Según los expertos, es posible que el lago Vostok haya estado aislado por un periodo que iría de los 15 millones a los 25 millones de años y esto le da una enorme importancia científica. En particular, es prometedora la perspectiva de encontrar formas de vida que hubieran evolucionado de manera independiente a lo largo del periodo de aislamiento y que pudieran resultar desconocidas.

Se ha establecido también un paralelismo entre las condiciones que imperan en los lagos antárticos con aquellas que prevalecerían en mundos fuera de nuestro planeta, entre ellos Europa –satélite de Júpiter– en el que se sabe existen lagos subterráneos.

Con el objeto de acceder al lago Vostok, el Instituto de Investigación del Ártico y la Antártica de San Petesburgo, Rusia, ha estado perforando el hielo arriba de dicho lago a lo largo de las últimas dos décadas. El extremo frío austral y lo corto del verano en esas latitudes ha hecho extremadamente difícil la tarea. Ésta pareció haber alcanzado éxito hace un año, hacia el final del verano austral. No fue, sin embargo, hasta el pasado miércoles 8 de febrero que el equipo ruso confirmó haber finalmente llegado a la superficie del lago después de perforar casi cuatro kilómetros de hielo, noticia que fue ampliamente difundida por la prensa.

El fin del verano austral en la Antártica, sin embargo, obligó a suspender los trabajos, de modo que la investigación de los secretos que pudiera guardar el lago Vostok tendrá que esperar hasta el próximo mes de diciembre.

No han faltado las críticas al proyecto de exploración del lago Vostok. Estas se han centrado en la posible contaminación del agua prístina del lago por los líquidos anticongelantes empleados en la perforación del pozo en el hielo. Los rusos, no obstante, consideran que esto no ocurrirá pues la alta presión a la que se encuentra el agua del lago –por el enorme peso del hielo que soporta– hará que la misma suba a lo largo del pozo empujando a los anticongelantes hacia arriba e impidiéndoles penetrar al lago. En particular, según los expertos rusos, durante la perforación reportada el pasado 8 de febrero el agua habría subido decenas de metros, congelándose en el pozo y aislando nuevamente al lago del exterior.

En la medida que en tengan un interés puramente científico, las investigaciones antárticas son plausibles, aun con el peligro de contaminar medios ambientes que han permanecido aislados por tiempos que se miden en escala geológicas. Hay que tomar en cuenta, no obstante, que no siempre dichas investigaciones y exploraciones de la Antártica –y por supuesto de muchos otros lugares en nuestro planeta– han estado impulsadas por propósitos enteramente científicos.

Para convencernos de esto último, basta con echar una ojeada al mapa “político” de la Antártica, que muestra la forma casi circular característica de este continente dividida en sectores –cual rebanadas de pastel–, cada uno de ellos reclamado por un país distinto.

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