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Comúnmente, los sicólogos asocian las creencias religiosas al pensamiento intuitivo, que contrasta con el pensamiento analítico. El pensamiento intuitivo es inmediato, como cuando reconocemos a una persona por su cara. El pensamiento analítico, en cambio, es retardado e implica un cierto proceso de razonamiento. Ambos tipos de pensamiento conviven en nuestra mente, aunque el analítico puede imponerse al intuitivo en ciertas circunstancias.
Por otro lado, si bien por lo general asumimos que las creencias religiosas se mantienen estables por largo tiempo, en el número del pasado jueves de la revista “Science”, dos investigadores de la Universidad de la Columbia Británica, en Canadá, publicaron un artículo en el que concluyen que la fortaleza de las creencias religiosas puede ser disminuida mediante manipulaciones que induzcan el pensamiento analítico.
Los investigadores basaron sus conclusiones en los resultados de cinco experimentos. El primero de ellos, destinado a encontrar una correlación entre el pensamiento analítico y la religiosidad, fue llevado a cabo con 179 estudiantes canadienses de licenciatura. A estos se les presentaron tres problemas para medir su razonamiento analítico. La redacción de estos problemas sugería una respuesta rápida intuitiva, la cual, no obstante, era incorrecta. Para encontrar la respuesta correcta, el estudiante tenía que razonarla.
Como un ejemplo de lo anterior, a los participantes se les planteó el siguiente problema: si los lirios creciendo sobre la superficie de un lago lo cubren completamente en 48 días, a un ritmo de crecimiento tal que la superficie cubierta se dobla cada día ¿en cuantos días se cubre la mitad del lago? La respuesta intuitiva inmediata –e incorrecta– es 24 días–. Un razonamiento analítico, en contraste, nos lleva a concluir que los lirios cubren la superficie del lago en 47 días, pues un día antes de ser éste cubierto por completo, lo estuvo sólo a la mitad.
Con el objeto de correlacionar los resultados del experimento anterior con sus creencias religiosas, a los estudiantes se les hicieron igualmente una serie de preguntas para evaluar su religiosidad. Se les preguntó, por ejemplo, si creían en Dios, si en su vida sentían la presencia divina o si recurrían a Dios cuando estaban en problemas. El resultado fue que a mayor calificación en las pruebas analíticas, menor calificación obtuvieron en las pruebas de religiosidad.
La parte más novedosa del estudio, sin embargo, fue la que se obtuvo con los experimentos diseñados para determinar si era posible modificar la religiosidad de una persona induciéndola a pensar analíticamente. Para este propósito, se hicieron preguntas a dos grupos de estudiantes a fin de evaluar sus creencias religiosas. Previo a esto, a un primer grupo se le presentó una imagen de “El pensador” de Rodin, que tiene una fuerte connotación analítica, mientras que al segundo grupo le fue mostrada una imagen del Discóbolo de Mirón, que tiene un impacto visual equivalente al de la escultura de Rodin pero sin su significado analítico.
El resultado fue que las calificaciones del grado de religiosidad del primer grupo de estudiantes fueron inferiores que las del segundo. Resultados similares fueron obtenidos con otros experimentos. En marcado contraste, pruebas que se habían hecho meses antes a los mismos estudiantes, sin buscar inducirles un comportamiento analítico, no mostraron diferencias entre los dos grupos.
Tenemos así que, de manera sorprendente, es posible cambiar las creencias religiosas mediante una inducción hacia el pensamiento analítico. Ciertamente, durante los experimentos del artículo de referencia no se produjeron cambios espectaculares –un creyente no se convirtió en ateo, por ejemplo–, pero sí disminuyeron de manera significativa las actitudes religiosas del primer grupo de estudiantes.
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El estudio reportado en “Science” es, por supuesto y como todo estudio científico, neutral y busca establecer bases objetivas para explicar la incredulidad religiosa. No busca, de ninguna manera hacer juicios de valor sobre la misma, ni sobre los méritos de los pensamientos intuitivo y analítico en el momento de tomar decisiones. En esto los autores son muy claros y lo expresan de manera explicita al final de su escrito.
El tema, no obstante, fácilmente genera controversia. En relación a esto, un artículo de opinión publicado en la revista “Nature” el pasado jueves se muestra escéptico sobre las conclusiones del artículo de “Science”. En particular, considera que la religiosidad es un fenómeno tan complejo que incluso pudiera no ser susceptible de estudiarse científicamente.
Sin embargo, aun si en la actualidad esto último fuera cierto, probablemente no lo será en un futuro cercano. Así, cuando dispongamos de bases objetivas para explicar la religiosidad –o la ausencia de la misma–, la consideraremos como un fenómeno natural sin ninguna connotación, positiva o negativa.
Por lo pronto, podremos quizá decir que el ser o no ser creyente es un reflejo de la manera en que manejamos nuestros procesos de pensamiento intuitivo y analítico. Es decir, es una cuestión de enfoque.
Interesante
Auguste Rodin
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San Luis Potosí
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