El primer laboratorio científico de la historia

Auge y colapso



Angkor Wat es un templo de gran relevancia para Camboya. Tanto que incluso su imagen está impresa en la bandera de ese país del sudeste asiático. Al igual que el Taj Mahal indio o las pirámides egipcias, la imagen de Angkor Wat es inconfundible. En su núcleo, el templo consta de tres patios concéntricos. El patio más interior es un cuadrado de 60 metros de largo, con una torre en cada una de sus cuatro esquinas. En el centro del patio se sitúa una quinta torre de mayor altura. Son estas torres, la central de 65 metros, las que le dan al templo su inconfundible perfil desde el exterior. El conjunto está rodeado por una barda de 4.5 metros de altura y por un foso de agua de 3.6 kilómetros de largo. El templo de Angkor Wat fue designado en 1992 por la UNESCO “Patrimonio de la Humanidad”.

El templo de Angkor Wat formaba parte del asentamiento urbano de Angkor que abarcaba una extensión considerable. Un estudio de imágenes de radar tomadas de forma remota en un área de casi 3,000 kilómetros, publicado en 2007 por un grupo internacional de investigadores encabezados por Damian Evans de la Universidad de Sydney, reveló que el complejo urbano de Angkor se extendía a lo largo y ancho de una superficie de más de 1,000 kilómetros cuadrados. Esto lo convierte en el mayor asiento urbano de baja densidad del mundo preindustrial.

En Angkor se construyó una compleja infraestructura para la captación, almacenamiento y distribución de agua, la cual habría posibilitado el desarrollo de grandes extensiones de cultivos de arroz. Por la complejidad y extensión de esta infraestructura, Angkor ha sido concebida como una “ciudad hidráulica”.

Por otro lado, la infraestructura de Angkor a la larga constituyó su punto débil y la llevó al colapso en el curso de dos siglos. Esto, por los grandes impactos al medio ambiente que significó. De acuerdo con Evans y colaboradores “La modificación del medio ambiente en Angkor fue lo suficientemente extensa y substancial para haber producido numerosos y muy serios problemas ecológicos, incluyendo deforestación, sobrepoblación, degradación del suelo y erosión”. Todo esto habría sido demasiado para una infraestructura tan compleja e interdependiente como la que existió en Angkor.

En tanto duró, no obstante, la civilización jemer medieval produjo obras tan notables como el templo Angkor Wat. Éste fue construido entre los siglos X y XIII de nuestra Era, empleando de cinco a diez millones de bloques de piedra con pesos de hasta 1500 kilogramos. Los bloques de piedra fueron extraídos de canteras cercanas al pie de la montaña Kulen, en un punto distante unos 30 kilómetros del templo.

En cuanto al medio de transportación desde la cantera hasta el sitio de construcción del templo, un artículo publicado en línea esta semana en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” por dos investigadores japoneses arroja luz al respecto. En dicho artículo los investigadores reportan que, observado mapas de “Google Map”, descubrieron una estructura lineal de 2.4 kilómetros de largo al pie de la montaña Kulen. Una investigación de campo puso de manifiesto que dicha estructura, a lo largo de la cual se situaban numerosas canteras, formaba parte de un sistema de canales para el transporte de los bloques de piedra hasta Angkor Wat, al igual que hacia otros templos en el área de Angkor. La ruta de transporte, además, seguía casi una línea recta de desde las canteras a los sitios de construcción.

Por otro lado, si bien los materiales de las diferentes canteras al pie de la montaña Kulen son indistinguibles por su color, por medio de mediciones magnéticas sí fue posible distinguirlos y establecer el orden en que fueron explotadas las canteras localizadas a lo largo de la estructura lineal.

No es infrecuente que realizaciones tan notables como las que ocurrieron en Angkor hace casi un milenio nos causen asombro. Los jemeres de Angkor Wat, no obstante, tuvieron –obviamente– suficiente tiempo, recursos, tecnología y expresión artística para llevar a cabo su empresa, lo cual no es particularmente sorprendente, dado que lo mismo ocurrió en otras partes del mundo en condiciones similares.

Tampoco nos sorprende que no hayan previsto las consecuencias de perturbar al medio ambiente al grado en que lo hicieron, lo que eventualmente los llevó al colapso. Después de todo, nosotros en el Siglo XXI no actuamos muy diferente en este sentido.

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