Hogar, dulce hogar

Un lago fascinante



El pasado jueves 7 de marzo, la agencia rusa de noticias RIA Novosti publicó declaraciones del científico ruso Serguei Bulat, del Instituto de Física Nuclear de San Petesburgo, según las cuales habrían descubierto en el Lago Vostok en la Antártida un tipo de bacterias hasta ahora desconocido. Dichas bacterias fueron encontradas en muestras de agua extraídas del lago Vostok por la expedición rusa a la Antártida durante el verano austral de 2012.

El Lago Vostok no es un lago cualquiera. Lejos de esto, constituye un enorme cuerpo de agua subterráneo –que en volumen constituye el sexto lago más grande del mundo–, sepultado por una capa de hielo con un espesor alrededor de los 3.5 kilómetros. Se sospechaba la existencia del Lago Vostok desde la década de los años cincuenta, aunque esto no fue confirmado con certeza hasta cuatro décadas después por medio de imágenes de radar tomadas desde el espacio.

Después de un buen número de intentos de perforar la capa de hielo y acceder al Lago Vostok para tomar muestras de agua, un equipo ruso finalmente tuvo éxito en febrero de 2012. Hacer esto no fue una empresa fácil, no solamente por el enorme espesor de hielo que hubo que perforar en la región más fría de planeta –que tiene el récord de temperatura más baja jamás registrada: menos 89 grados centígrados–, sino por el cuidado extremo que fue necesario desplegar a fin de no contaminar el agua prístina del lago con los fluidos empleados en la perforación.

Investigar el agua del Lago Vostok tiene un gran interés científico, pues se cree que se formó hace unos quince millones de años y de existir ahí vida podría haber evolucionado aislada del mundo exterior siguiendo un camino propio –aunque no se sabe con certeza si el agua del lago ha estado en realidad aislada por este número de años–. Según Bulat en sus declaraciones del jueves pasado, el ADN de las bacterias descubiertas en el agua del Lago Vostok las hace apreciablemente diferentes de todo lo que conocemos, lo que implicaría que, efectivamente, evolucionaron de manera independiente. Estaríamos de este modo ante un descubrimiento sensacional.

Como es usual, no obstante, no todo mundo está de acuerdo en calificar el hallazgo como tal. David Pearce del “British Antartic Survey” en declaraciones recogidas por la revista de divulgación científica “New Scientist”, considera que lo sorprendente hubiera sido no encontrar vida en el lago Vostok, pues ésta siempre se adapta a condiciones extremas. Pearce afirma, además, que todavía es prematuro hablar del descubrimiento de un nuevo tipo de bacteria y que más estudios son necesarios antes de confirmarlo o refutarlo.

El foro para difundir y discutir un hallazgo científico no es, por supuesto, el que ofrecen los medios masivos de comunicación. Para esto existen revistas especializadas que publican artículos de investigación, en los que se discuten en detalle los procedimientos seguidos durante el estudio, los resultados obtenidos y las conclusiones alcanzadas. La decisión para publicar un artículo la toma el editor de la revista basado en la opinión de otros científicos, a los que les pide expresen por escrito una evaluación crítica del artículo en revisión.

No obstante lo anterior, difundir un descubrimiento científico en los medios masivos de comunicación cumple el objetivo de hacerlo llegar a un número grande de personas, muchas más que los lectores de una revista científica especializada. Esto, por supuesto, es importante para un proyecto de gran envergadura financiado con fondos públicos –como es el caso de la expedición al Lago Vostok–, que debe rendir cuentas públicas.

La difusión masiva de un descubrimiento o logro científico cumple también propósitos de propaganda. Así, cuando los exploradores del Lago Vostok lograron penetrarlo y obtener una muestra de agua en febrero del año pasado, regalaron parte de ésta al Presidente de Rusia en un evento público –lo hicieron, por más que el agua tuviera un color amarillento, que no es claro si fue resultado de una contaminación con el fluido de perforación.

El manejo de los descubrimientos científicos y los desarrollo tecnológicos con fines de propaganda es inevitable y de esto hemos tenido ejemplos en los últimos tiempos. Algunas veces este manejo ha sido precipitado. Tal fue el caso del anuncio hecho por la NASA en diciembre de 2010 en relación al descubrimiento –en el Lago Mono, en California– de bacterias capaces de incorporar arsénico a su material biológico, lo que habría constituido una revolución en el campo de la Biología. Esto, no obstante, no pudo ser posteriormente comprobado de manera independiente por otros investigadores y no pasó de ser un anuncio mediático apresurado.

¿Se confirmará, más allá de toda duda, que el Lago Vostok es asiento de vida diferente a la encontramos en otras partes del planeta? ¿Resultará que el anuncio del pasado jueves fue precipitado? Es posible que tengamos una respuesta a estas preguntas en los próximos meses, en la medida en que se analicen las muestras de agua del Lago Vostok extraídas este año.

Por lo pronto, al margen de lo que resulte, el que exista un lago misterioso y enorme, escondido bajo kilómetros de hielo en el continente más frío de la Tierra, es sin duda por sí solo fascinante.

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