El primer laboratorio científico de la historia

Dietas fuera de lo común



La revista “Science” no es claramente el lugar idóneo para buscar una receta para adelgazar. En su último número, no obstante, publica un comentario sobre una posible técnica para bajar de peso sin necesidad de recurrir al gimnasio. Esta recomendación, que no es propiamente una receta, está basada en los resultados de un artículo publicado esta semana en la revista “Flavour” por Vanessa Harrar y Charles Spence, sicólogos de la Universidad de Oxford en el Reino Unido.

De acuerdo con dicho artículo, el sabor de un alimento está influido por las características de los cubiertos que usamos para ingerirlo, incluyendo su peso y su color. Así, Harrar y Spence encuentran que un pedazo de queso puede saber más salado si se utiliza un cuchillo para llevarlo a la boca en lugar de un tenedor. De la misma manera, el yogurt sabe mejor, y da la impresión de ser un producto más caro, si se ingiere por medio de una cuchara ligera de plástico en lugar de emplear una cuchara, también de plástico y con el mismo aspecto, pero más pesada.

De este modo, algo que podríamos intentar aquellos que tengamos el propósito de bajar de peso es buscar los utensilios adecuados para que, por ejemplo, un jugoso pedazo de carne nos sepa a pastura y nos quite de este modo el apetito. Repitiendo la operación por semanas o meses –según sea necesario– con suerte logaremos nuestro cometido.

Como ayuda adicional podríamos recurrir a técnicas complementarias, como la de emplear platos pequeños para servir la comida. Con relación a esto, consultando la página web del “Laboratorio de Alimentos y Marcas” de la Universidad Cornell en los Estados Unidos, nos enteramos que, de acuerdo a investigaciones realizadas por Brian Wansink y Koert van Ittersum, la cantidad de alimentos que ingerimos está influida por el tamaño del plato que usamos. Para mayor precisión, debido a una ilusión óptica, una misma cantidad de alimento colocada en dos platos de diferente tamaño se ve más pequeña en el plato más grande. Como consecuencia, los platos grandes nos impulsan a comer de forma más abundante.

La ilusión óptica responsable de este efecto fue documentada por el sicólogo belga Joseph Delboeuf en el siglo XIX. Por efecto de la misma, dos círculos idénticos aparentan tener tamaños diferentes si están rodeados de círculos de diferente diámetro: el círculo rodeado por otro con un diámetro ligeramente mayor aparenta ser más grande que el círculo que es rodeado por un círculo cuyo diámetro es considerablemente mayor.

La ilusión de tamaño también tiene que ver con el contraste de colores. En un experimento realizado por Wansink y van Ittersum durante una comida con universitarios, a los comensales se les ofreció un platillo de pasta y dos opciones de salsa, roja y blanca, para complementarlo. La comida era de autoservicio y a cada comensal se le proporcionó un plato, de color rojo o blanco de manera aleatoria. Una vez de regreso los comensales en sus mesas, los investigadores se las ingeniaron para pesar las porciones que cada uno se había servido. El resultado fue que en los casos en que hubo un contraste de colores –salsa roja sobre un plato blanco o salsa blanca sobre un plato rojo– las porciones fueron en promedio un 22% más grandes que en aquellos casos en que no existió dicho contraste.

Regresando a las investigaciones de la Universidad de Oxford, como se mencionó líneas arriba el sabor de los alimentos está influido por las características de los cubiertos empleados. La explicación a esto, según Harrar y Spence, posiblemente tenga que ver con el contraste entre lo que el comensal espera antes de ingerir la comida y lo que experimenta al hacerlo. Así, ante la presencia de una cuchara de plástico espera que ésta sea ligera. Dependiendo de si la experiencia cumple o no cumple con sus expectativas, calificará de una manera u otra a la comida que acaba de ingerir.

Al igual que con todos los estudios científicos, la validez de las conclusiones sobre cómo la vajilla y los cubiertos que empleamos afectan nuestra ingesta y gusto por los alimentos, solamente podrá ser establecida en base a estudios adicionales que las confirmen. Al margen de esto, no obstante, podríamos ponerlas a prueba; después de todo existen una gran cantidad de dietas para adelgazar de todo tipo, algunas sin apoyo científico, que se usan de manera indiscriminada.

Así, podríamos intentar servirnos el platillo principal del día en un plato para postre, minimizando el contraste de colores. Al sentarnos frente a un apetitoso corte de carne, podríamos igualmente llevarnos los trozos a la boca empleando una cuchara en lugar de un tenedor. Ciertamente podríamos hacer todo esto y algunas otras cosas más. Aunque habría que decidir si valdría la pena.

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