Hogar, dulce hogar

Un mundo cambiante



En las décadas de los años 60 y 70, el físico estadounidense William Shockley se embarcó en una campaña para convencer a la opinión pública estadounidense, lo mismo que a los políticos y a la comunidad científica, que la “calidad” de la población de los Estados Unidos pudiera estar declinando por el fenómeno que llamó disgenesia. Según Shockley, había una relación inversa entre la calidad –que entendía como inteligencia– de una persona y el número de hijos que procreaba. Así, la población de los “menos aptos” crecería a una tasa mayor que la de los “más aptos” llevando a la baja en la inteligencia promedio de la población estadounidense.

En realidad las ideas de Shockley no eran nuevas. Fue Francis Galton –primo en segundo grado de Charles Darwin– quien las expresó por vez primera en la segunda mitad del siglo XIX, dando origen a la disciplina que después fue conocida como eugenesia. En la época en que Shockley lanzó su campaña la eugenesia había sido ya causa de múltiples calamidades en el mundo. Entre éstas se incluyeron programas de esterilización forzada de personas consideradas “defectuosas” y, sobre todo, la campaña del régimen nazi en contra de las “razas inferiores”.

De este modo, en la época en la que Shockley lanzó su campaña de concientización la eugenesia estaba muy desacreditada. No obstante, dada la notoriedad científica de Shockley, dicha campaña atrajo la atención del público, aunque en buena medida con comentarios adversos, según podemos leer en el libro “Shockley on Eugenics and Race: The Application of Science to the Solution of Human Problems”, editado por Roger Pearson.

Como quiera que haya sido, es posible que la situación que Shockley planteaba no haya sido tan preocupante a fin de cuentas, pues en la década de los años sesenta irrumpieron en la escena los métodos anticonceptivos, con lo que se abatió la tasa de crecimiento de la población, incluyendo, aquella de supuesta baja calidad. Además, lejos de deteriorarse, la sociedad estadounidense se enriqueció con la inmigración de científicos e ingenieros de todo el mundo, notablemente de la India y China.

En efecto, según datos de la “National Science Foundation” de los Estados Unidos, en el año 2009 había casi 600,000 estudiantes extranjeros inscritos en universidades de ese país en todas las áreas del conocimiento. En áreas de ciencia e ingeniería este número era de alrededor de un cuarto de millón de estudiantes. China, la India y Corea del Sur son los tres países que más contribuyen, con más de 50% del total. México por su parte se encuentra entre los diez primeros países en este renglón, con casi 3,300 estudiantes inscritos en áreas de ciencia e ingeniería. En términos porcentuales, de acuerdo con cifras citadas por Wikipedia, en el año 2011 el 28% de todos los graduados en universidades estadounidenses en áreas de ciencia, ingeniería y salud eran extranjeros. Igualmente, en el año 2004 el 55% de los estudiantes doctorales en ingeniería en los Estados Unidos eran nacidos en el extranjero.

Wikipedia también cita cifras que muestran el impacto que los científicos e ingenieros nacidos en el extranjero tienen en el mercado de trabajo en los Estados Unidos. En el año 2000 el 37% de todos los científicos e ingenieros con grados doctorales eran nacidos en el extranjero, mientras que también lo era el 45% de los físicos con grado doctoral en el año 2004.

Si bien durante décadas los Estados Unidos han representado el mercado de trabajo más atractivo para científicos e ingenieros, el desarrollo que han experimentado los países asiáticos en los últimos tiempos, en particular China y la India –que en conjunto representan un tercio de la población del mundo–, está cambiando el panorama. En el número de esta semana de la revista “Science” se publica el primero de una serie anunciada de artículos sobre las condiciones en la India para el desarrollo de una carrera científica.

De acuerdo con este artículo, hace aproximadamente 15 años el gobierno de la India dio inicio a un plan para expandir las instituciones de investigación en el país y crear otras nuevas. Esto ha cambiado la perspectiva para los indios graduados en universidades fuera de su país, que antes buscaban quedarse en el extranjero y que ahora ven a la India como un lugar atractivo para desarrollar su carrera científica.

Después de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos se convirtieron en uno de los dos mayores centros de investigación del mundo –el otro lo era la Unión Soviética que parcialmente se desintegró con la caída del régimen soviético–. Hoy están surgiendo China y la India, y con esto es posible que el centro de gravedad de la investigación se desplace parcialmente hacia Asia en un futuro no muy lejano. Los Estados Unidos perderían así parte de su inteligencia en la medida en que los científicos e ingenieros asiáticos decidan establecerse en sus países de origen. La perderán, aunque por razones muy diferentes a las anticipadas por William Shockley.

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