El primer laboratorio científico de la historia

Sobre Vochos y automóviles de lujo



En un artículo publicado el pasado 9 de diciembre en el diario británico “The Guardian”, Randy Schekman, ganador del premio Nobel de Fisiología o Medicina y profesor de la Universidad de California, Berkeley, afirma que su grupo de investigación ya no publicará artículos de investigación en revistas como Nature y Science, a las que se refiere como revistas de lujo. Hablando en términos automovilísticos, Nature y Science son los Rolls Royce de las revistas científicas –entre las cuales también hay volkswagens, toyotas, nissans y vochos–, y se supone que solamente publican resultados de la más alta calidad y trascendencia científica.

Sheckman, no obstante, dice de Nature y Science: “Si bien publican muchos artículos sobresalientes, no publican solamente artículos sobresalientes. Ni son las únicas editoriales que publican resultados de investigación sobresalientes. Esas revistas de manera agresiva manejan su reputación, más para vender suscripciones que para estimular la investigación más importante”. Nature y Science de este modo estarían más preocupados en lo llamativo –o “sexy” como lo llama Scheckman– de los artículos que publican que en su calidad científica.

Por supuesto, estas fuertes opiniones generaron comentarios, algunos adversos. Se señaló, por ejemplo, que Sheckman no tenía una posición imparcial pues es editor de la revista eLife que compite contra Science y Nature. La revista eLife se publica electrónicamente en internet y pertenece a la categoría de las llamadas de revistas de acceso libre que pueden ser consultadas gratis en línea por cualquier persona. Los costos de publicación de estas revistas se cargan al autor que publica y pueden superar los 2,000 dólares por artículo. Science y Nature, en contraste, se financian vendiendo suscripciones, ya sea para la versión impresa de las revistas o para su consulta a través de internet.

Se ha criticado igualmente que Sheckman haya expresado sus opiniones con respecto a Science y Nature hasta después de que se le concediera el premio Nobel, mismo que ganó por trabajo que publico en dichas revistas. Y que lo haya hecho precisamente la misma semana en que le fue entregado dicho premio, cuando pudo atraer una máxima atención. Así, no faltan suspicaces que ven en esto una estrategia para ganarle terreno a las revistas de lujo.

Sheckman se dice sorprendido, no el por hecho de que haya habido respuestas expresando un amplio espectro de opiniones, sino por la cantidad de las mismas. Esto, considera, es una clara prueba de que el asunto debe ser discutido. En respuesta a las críticas por haber esperado tanto para emitir sus opiniones, Sheckman afirma que en su posición como ganador de un premio Nobel puede expresar algo que otros creen, pero que no dicen por temor a perjudicar su carrera científica.

En la discusión que se ha dado, sin embargo, hay algo en lo que parece haber menos discrepancia. Esto se refiere al sistema de revisión al que es sometido un artículo que es enviado a una revista para su publicación, el cual muchos consideran debe ser de alguna manera cambiado. Con el objeto de formarse una opinión acerca de la calidad científica de un determinado artículo, el editor de la revista lo envía a uno o varios expertos pidiéndoles que expresen su opinión al respecto. Sobre la base de los informes recibidos, el editor decide aceptarlo o rechazarlo.

Esta práctica en principio aseguraría la calidad científica de los artículos publicados. No siempre es así, sin embargo, ni aun en las revistas de lujo. Un ejemplo muy socorrido en este sentido es el trabajo publicado en diciembre de 2010, precisamente en la revista Science, en la que se reporta el descubrimiento de una bacteria que sustituye al fósforo por arsénico en su material biológico. De haber resultado cierto, esto hubiera constituido el descubrimiento de una nueva forma de vida y hubiera sido un resultado, no solamente vistoso, sino sensacional, con una enorme trascendencia científica. El artículo, no obstante, fue inmediatamente criticado de manera casi unánime por los expertos y hoy ha quedado en el más completo descrédito. Los críticos de las revistas de lujo, por supuesto, lo ven como un ejemplo de lo que ha señalado Sheckman en su artículo de “The Guardian”.

Al igual que en muchos aspectos de nuestra vida, la emergencia del internet ha traído profundos cambios en la manera como se comunican los resultados científicos y el “affaire Sheckman” fue posibilitado por estos cambios. Con el internet han aparecido las revistas científicas de acceso libre y esto representa un desafío para las revistas tradicionales que se sostienen vendiendo suscripciones. No en balde, hace algunos meses fuimos testigos del “affaire Bohannon” –comentado en su momento en este espacio–, promovido por Science en contra de las revistas de acceso libre, aunque no dirigido en contra de las revistas serias, como es el caso de eLife.

Al margen de la discusión, habría que coincidir con Sheckman en que, en lo que a los artículos publicados en Nature y Science se refiere, ni son todos los que están ni están todos los que son, y así como hay automóviles más rápidos que los Rolls Royce, hay otras revistas que pueden publicar artículos tan trascendentes, como los que aparecen en las revistas de lujo.

Comentarios