El primer laboratorio científico de la historia

Una cuestión de puntería



Los desechos espaciales que se encuentran en órbita alrededor de la Tierra –producto de más de medio siglo de actividades en el espacio– representan en opinión de los expertos un peligro creciente para satélites y naves espaciales. Según la NASA, circulan en órbita alrededor de la Tierra unos 500,000 objetos de todo tipo – partes de cohetes, tornillos, guantes, etc. – que viajan a velocidades que pueden alcanzar los 28,000 kilómetros por hora. Si bien la mayor parte de estos objetos son de pequeñas dimensiones –del orden del tamaño de una canica– unos 20,000 son más grandes que una pelota de softbol. No es difícil de imaginar las consecuencias que tendría chocar de uno de estos objetos viajando a tales velocidades.

Hay que notar, no obstante que aun los objetos pequeños pueden ser letales para un satélite o nave espacial en caso de una colisión, dada la enorme velocidad que llevan en órbita.

La basura espacial alcanzó notoriedad en los últimos meses por ser el tema de la película “Gravity” que recibió una enorme publicidad. Si bien algunas cosas que se ven en esta película resultan inverosímiles y con poco sustento científico, los choques catastróficos de satélites en órbita con desechos espaciales sí son reales. En febrero de 2009, por ejemplo, un satélite comercial norteamericano colisionó con un satélite ruso ya fuera de funcionamiento, resultando en más de 2,000 fragmentos que se añadieron a la basura espacial. De la misma manera, en 1996 un satélite francés fue dañado al colisionar con desechos de un cohete también francés que había explotado diez años antes. En el año 2007, en un suceso que posiblemente sirvió de inspiración para el director de “Gravity”, China destruyó en el espacio –como parte de un experimento– un satélite meteorológico en desuso que se desintegró en 3,000 fragmentos que se sumaron al cúmulo de desechos espaciales.

Dada su peligrosidad, la NASA mantiene un inventario de los fragmentos más grandes de basura espacial, incluyendo las trayectorias que siguen. Esto, con el fin de anticipar posibles choques con naves o satélites en órbita y aplicar las medidas pertinentes si fuera el caso. En días pasados, por ejemplo, nos enteramos por los medios de comunicación que la NASA movió media milla la posición de la estación espacial internacional para prevenir un posible impacto con un fragmento de un satélite ruso lanzado en 1979.

En la medida en que aumente el número de fragmentos en órbita, sin embargo, será cada vez más difícil evitarlos y la única solución factible será la de su destrucción. De otro modo, consideran los especialistas, se colapsaría el sistema de satélites del planeta y se imposibilitarán los viajes espaciales.

Un fragmento espacial puede ser destruido provocando su reingreso a la atmósfera en donde se consumiría por el rozamiento con el aire. Para llevar a cabo este reingreso es necesario desestabilizar la órbita del fragmento modificando su velocidad por algún medio. En días pasados un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Australia dio a conocer un proyecto en colaboración con la NASA para lograrlo empleando un láser de alta potencia. El láser estará colocado en el observatorio de “Mount Stromlo” en Australia y se hará incidir sobre el fragmento de basura a destruir, al que “golpeará” modificando su velocidad e induciendo su reingreso a la atmósfera.

Hacer blanco con un láser en un objeto que se encuentra a cientos de kilómetros de distancia no parece, por supuesto, algo simple de realizar. Sobre todo si consideramos que el láser tiene que viajar a través de la atmósfera, la cual sufre perturbaciones continuas. Para lograrlo, los investigadores australianos emplearán técnicas desarrolladas por los astrónomos para observar objetos lejanos a través de la atmósfera, desde telescopios colocados sobre la superficie de la Tierra.

Tendremos que esperar para averiguar si los investigadores australianos tienen éxito con su proyecto y logran destruir, aunque sea parcialmente, la basura espacial acumulada a lo largo de medio siglo. A finales de la década de los años cincuenta, cuando dio inicio la era espacial con el lanzamiento del primer satélite artificial, el “Sputnik 1”, hubiera sido quizá difícil anticipar que el espacio en las inmediaciones de la Tierra llegaría un día a saturarse con desechos espaciales, pues en la escala humana este espacio en inmenso. El tiempo nos ha demostrado, sin embargo, que medio siglo de actividades espaciales descuidadas hicieron posible lo que parecía improbable.

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