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Consultando la página de Ardbeg no se encuentran mayores detalles acerca del experimento, más allá de que se pretende estudiar la interacción de ciertas moléculas orgánicas con partículas de roble tostado y que los resultados obtenidos con la muestra en el espacio se compararán con los obtenidos con muestra similar que ha permanecido en tierra. De acuerdo con Bill Lumsden de la compañía Ardbeg, los experimentos tienen la pretensión de “desentrañar los misterios del proceso de maduración del whiskey”, mismos que, parafraseando a Neil Armstrong, “constituirán un pequeño paso para el hombre pero uno gigantesco para el whiskey”.
Las condiciones de micro gravedad que prevalecen en el espacio han inspirado experimentos de manufactura de diversos objetos y materiales. En ausencia de gravedad, por ejemplo, es posible fabricar esferas metálicas perfectas con diámetros uniformes para ser usadas como balines en rodamientos o baleros. Excepto en casos particulares, sin embargo, la manufactura en el espacio resulta demasiado cara y no ha resultado económicamente viable.
Esto último es debido a los elevados costos para llevar un objeto a una órbita terrestre, el cual es de miles de dólares –cuando no decenas de miles de dólares– por kilogramo. Este costo refleja la energía necesaria para elevar un objeto desde la superficie de la Tierra hasta una órbita de algunos cientos de kilómetros en contra de la fuerza de gravitación de nuestro planeta. Para este propósito es necesario acelerar dicho objeto hasta una velocidad superior a los 25,000 kilómetros por hora.
Esta situación podría cambiar en la medida que se reduzcan los costos para colocar cargas en órbita y hay quien anticipa que en el futuro veremos la instalación de fábricas en el espacio, a cientos de kilómetros sobre nuestras cabezas e incluso más allá. En este sentido vale comentar que en la carrera espacial, además de las agencias espaciales de varios países, participan también compañías privadas estadounidenses. Una de estas, SpaceX, anticipa que en el futuro podría reducir hasta unos 1000 dólares el costo por kilogramo de carga puesto en órbita.
Otro factor que igualmente podría impulsar el desarrollo de fábricas en el espacio es la minería de asteroides. De acuerdo con los entusiastas de este campo, los asteroides que giran alrededor del sol en órbitas no demasiado alejadas de nuestro planeta son una potencial fuente de materias primas, incluyendo agua. Estas materias primas serían susceptibles de explotación y requerirían una energía relativamente pequeña para transportarlas desde el asteroide hasta una hipotética fábrica que gire en órbita alrededor de nuestro planeta es relativamente pequeña. Esto último debido a la débil fuerza gravitatoria del asteroide.
Además de lo anterior, el agua extraída de los asteroides podría ser descompuesta por medio de la luz solar en los elementos químicos hidrógeno y oxígeno, los cuales pueden ser empleados como combustible para impulsar el cohete que transporte a los minerales desde la mina hasta su destino final.
Vista así, la minería de asteroides resulta ser una opción atractiva para proveer de materias primas a futuras fábricas en el espacio. Lo es excepto por un punto obvio: extraer minerales de una mina localizada a decenas de millones de kilómetros de nuestro planeta en condiciones hostiles es considerablemente más difícil que hacerlo en una mina terrestre. Con relación a esto, hay que recordar las grandes dificultades que experimentó la sonda japonesa Hayabusha para posarse sobre el asteroide Itokawa en el año 2005 y traer de regreso a la Tierra muestras de polvo del asteroide. Aun así, existen compañías privadas como Deep Space Industries y Planetary Resources interesadas en la minería de asteroides.
¿Veremos algún día la explotación comercial de los asteroides? No todo el mundo está de acuerdo en que esto será factible. Martin Elvis de Harvard University, por ejemplo, en un artículo que será publicado en la revista “Planetary and Space Science” encuentra que hay muy pocos asteroides cuya explotación podría ser económicamente viable, conclusión con la que se mostró en desacuerdo, como es natural, el cofundador de Planetary Resources.
A más de medio siglo del inicio de la era espacial la exploración del espacio conserva un atractivo público considerable que ha sido empleado para lanzar proyectos controvertidos, uno de los cuales es precisamente el de la minería de asteroides. El espacio ha servido igualmente, de manera poco elegante, como marco publicitario para anunciar alcohol.
A menos que Ardbeg nos de una sorpresa y por medio de sus experimentos produzca un whiskey con un sabor más allá de este mundo.
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