El primer laboratorio científico de la historia

¿Robot a la vista?



¿Volaría usted en un aeroplano piloteado por un robot? Probablemente su respuesta sería que no, independientemente de que le demostraran con estadísticas que esto no sería más peligroso que volar de la manera convencional. La explicación a su muy probable negativa quizá la tenga Mary Cummings, quien fue piloto militar y actualmente es profesora de la Universidad Duke, cuando afirma que “La razón por la que usted quiere un piloto en la cabina es porque comparte la misma suerte con usted, de modo que si el avión está a punto de desplomarse, se siente mejor sabiendo que hay un humano en el asiento delantero que hará todo lo posible por salvar su propia vida”.

Esto, por supuesto, no se aplicaría a lo sucedido con el avión de la aerolínea alemana “Germanwings” que el pasado 24 de marzo, según la versión más extendida, fue estrellado deliberadamente por su copiloto –en ese momento en los controles de mando–, matando a sus 144 pasajeros. Como sabemos, el copiloto Andreas Lubitz se habría encerrado en la cabina del avión, aprovechando que el piloto había salido al baño, para hacer que el avión perdiera altura y se estrellara en una montaña en el sur de Francia.

El incidente del avión de “Germanwings” se suma al sufrido por el vuelo de 370 de “Malaysia Airlines” que despareció el 8 de marzo de 2014, sin que hasta la fecha se sepa con certidumbre que fue lo que le sucedió, aunque existen indicios de que fue deliberadamente desviado de su ruta por los pilotos.

Como resultado del desastre de “Germanwings”, varias aerolíneas alrededor del mundo han dispuesto que en la cabina de mando de sus aviones permanezcan dos miembros de la tripulación de manera permanente. De este modo, a menos que las dos personas en la cabina se pusieran de acuerdo, se reduciría considerablemente la probabilidad de que se repitiera el caso de “Germanwings”. Otra posibilidad que se ha manejado para evitar un desastre parecido es la sustitución del copiloto por un sistema de vuelo automático, o bien por medio de un operador remoto.

La eliminación del copiloto –y a la larga del piloto– sería una continuación de la tendencia que se ha observado desde hace décadas de reducir el número de miembros de la tripulación en las cabinas de mando de los aviones comerciales en la medida en que se sofisticaron sus sistemas de comunicación y de control de vuelo. Así, mientras que en los primeros tiempos de la aviación comercial, además del piloto y del copiloto, se encontraban en la cabina de mando un ingeniero de vuelo, un navegante y un radio operador, los dos últimos desaparecieron desde la década de los años 40 del siglo pasado, mientras que el ingeniero de vuelo se hizo innecesario en los años 80. Según esta tendencia, el siguiente en desaparecer sería el copiloto.

En este respecto y de acuerdo con un artículo publicado esta semana en el periódico New York Times, la agencia de investigación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos empezará este año a probar un robot que será colocado en el lugar del copiloto y que podrá cumplir muchas de sus funciones. Entre otras cosas, podrá hablar con el piloto, manipular los controles del avión, e incluso podrá tomar control total del mismo y realizar maniobras de aterrizaje y despegue. Otra opción para sustituir al copiloto, explorada por la NASA, es su reemplazo por medio de un operador en tierra, el cual estaría a cargo de varios aviones en vuelo de manera simultánea.

Si bien la automatización del tráfico aéreo resulta muy atractiva dada la dimensión de la industria de la aviación, no todo el mundo está de acuerdo que dicha automatización puede llevarse a cabo en el corto plazo. Así, según la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos “…la aviación civil está en la frontera de experimentar cambios revolucionarios en sus capacidades y en su operación asociadas con los sistemas automáticos. Estos sistemas, sin embargo, plantean serias preguntas que no tienen respuesta por ahora, acerca de cómo integrar todos los revolucionarios avances tecnológicos en un espacio aéreo nacional gobernado por reglas que pueden sólo ser cambiadas después de largas deliberaciones para alcanzar un consenso”.

La Academia de Ciencias de los Estados Unidos considera que existen barreras de orden tecnológico y de reglamentación para incrementar el uso de sistemas automáticos en la aviación civil en los Estados Unidos. Considera, por ejemplo, que los sistemas automáticos están limitados en sus capacidades sensoriales, perceptivas y cognitivas para operar sin intervención humana. Igualmente, considera que la automatización del espacio aéreo requiere que los humanos y las máquinas trabajen juntos de maneras nuevas y diferentes que no han sido todavía identificadas.

Pareciera, entonces, que los aviones sin piloto todavía no están a la vuelta de la esquina –a pesar de sus impulsores– y que por ahora no nos veremos enfrentados a la disyuntiva de abordar o no un avión pilotado por un robot. Que posiblemente no nos secuestre, pero al que, aun con sus buenas intenciones, no le tendríamos la suficiente confianza.

Comentarios