El primer laboratorio científico de la historia

Atletas del futuro



Hay un acuerdo generalizado entre los especialistas en que el ejercicio físico tiene efectos benéficos sobre la salud y que una actividad física sostenida de mediana intensidad ayuda a prevenir, e incluso a revertir, enfermedades modernas tales como la obesidad, la diabetes tipo 2 y los problemas cardiovasculares. Esto ha llevado a muchos científicos a plantear que el ejercicio físico es el método de preferencia para prevenir y tratar dichas enfermedades, producto precisamente del estilo sedentario de vida que llevamos en la actualidad.

Un obstáculo para esto último es que muchos pacientes a lo que se les ha prescrito un cierto régimen de ejercicio no lo llevan a cabo como debieran, sobre todo si tienen que realizarlo en su casa. Con relación a esto, de acuerdo con datos de diferentes fuentes, menos del 50% de los pacientes que inicialmente convienen en realizar un cierta rutina de ejercicios físicos mantiene su compromiso en el largo plazo. Ciertamente, realizar esfuerzos físicos puede ser agotador y por tanto tendemos a evitarlos. A menos que estemos firmemente convencidos de su utilidad.

Para los que no lo están –o son enemigos mortales del gimnasio– hay afortunadamente buenas noticias: en diferentes laboratorios en el mundo se están llevando a cabo investigaciones para desarrollar “píldoras para ejercitarse”, mismas que al ingerirlas se espera produzcan en el cuerpo los mismos efectos que el ejercicio físico. Así, si alguna vez llegaran a estar disponibles al publico, podremos quizá ir a una farmacia y comprar un frasco de píldoras equivalente a “5 horas semanales de caminata a paso acelerado”.

En tal situación podrían tener condición de atleta aun aquellos que se pasan ocho horas en el trabajo sentados ante un escritorio –además de un tiempo considerable en su casa enfrente de la televisión– y que solo por excepción se ejercitan. Dado el caso, las píldoras del ejercicio serían de gran atractivo –y un gran negocio para quien las fabrique–, contribuyendo a incrementar la calidad de vida de aquellos contrarios al ejercicio.

El que haya píldoras para ejercitase en desarrollo en varios laboratorios de investigación en el mundo es, ciertamente, una muy buena noticia para algunos. Al lado de ésta, sin embargo, hay también una mala: no se espera que las píldoras del ejercicio estén listas para su uso en el corto plazo, además de que los expertos no consideran que podrán sustituir por completo al ejercicio físico real.

Con relación a lo anterior, en un artículo que tiene como autores a Shunchang Li y a Ismail Laher, este último de la “University of British Columbia”, Canadá, se examinan en forma crítica las varias sustancias químicas que son candidatas para desarrollar píldoras del ejercicio, y se discuten los beneficios que podrían tener en comparación con el ejercicio real. Dicho artículo lleva por título “Las píldoras del ejercicio: En la línea de salida” y está por aparecer en la revista “Trends in Pharmacological Sciences”.

De acuerdo con Laher, la necesidad que existe de contar con píldoras del ejercicio ha sido reconocido ya por algún tiempo y en estos momentos es una meta alcanzable. Las píldoras bajo estudio están en una etapa inicial de desarrollo y se enfocan en la obtención de músculos esqueléticos más fuertes y rápidos. Hace notar Laher, sin embargo, que los beneficios del ejercicio físico no se circunscriben al desarrollo de los músculos, sino que el mismo también impacta a la función cognitiva, al tiempo que contribuye a una mayor fortaleza de los huesos y a una mejora en la función cardiovascular. Así, según Laher, “no es realista esperar que las píldoras del ejercicio sean capaces de sustituir por completo al ejercicio físico, al menos no en el futuro inmediato”.

Si bien en el momento en que estén disponibles dichas píldoras –asumiendo que sea el caso– beneficiarán a aquellos alérgicos al ejercicio, Laher prevé que tendrán su impacto más grande entre aquellos impedidos por alguna razón para realizar ejercicio físico. En particular, considera que las personas que sufren de parálisis por una lesión en la espina dorsal se encontrarán entre los más beneficiados, dado el deterioro en las funciones cardiovascular y muscular que su relativa inmovilidad les acarrea.

De este modo, según Laher, en un futuro todavía no determinado, podremos tener algunos de los beneficios del ejercicio físico sin el ejercicio mismo, simplemente ingiriendo las píldoras adecuadas. Esto con seguridad suena atractivo para muchos. Para otros nos resulta un poco absurdo. Esto último dado que estaríamos empleando un producto de alta tecnología –las píldoras del ejercicio– para reemplazar una actividad –la de caminar y correr– que sabemos hacer muy bien desde tiempo inmemorial.

Comentarios