El primer laboratorio científico de la historia

El insólito caso de los juicios de L´Aquila



Esta semana el máximo tribunal italiano absolvió de manera definitiva a cuatro geofísicos italianos y dos ingenieros sísmicos acusados de homicidio involuntario por la muerte de más de 300 personas durante el temblor de tierra ocurrido en abril de 2009 en la ciudad de L´Aquila en el centro de Italia. Los seis científicos, juntamente con Bernardo De Bernardinis, quien en esos momentos fungía como subdirector del departamento de protección civil italiano, habían sido condenados en 2012 a seis años de cárcel por no haber informado de manera correcta a la población de L´Aquila de los riesgos que corrían por la posible ocurrencia de un temblor de tierra.

Como se dio a conocer en su momento, los siete especialistas formaron parte de un comité que se reunió en L´Aquila el 30 de marzo de 2009 con el objeto de evaluar la situación sísmica de la ciudad, la cual había sufrido numerosos temblores de pequeña y mediana magnitud en los meses anteriores. Dicho comité fue convocado por el departamento de protección civil italiano. De acuerdo con el juez que condenó a los científicos, los pobladores de L´Aquila se confiaron por las declaraciones que De Bernardinis hizo por televisión en el sentido de que no había motivo para alarmarse, y no tomaron las precauciones necesarias para protegerse de un posible terremoto de gran magnitud.

Contrario a las declaraciones de De Bernardinis, sin embargo, la madrugada del 6 de abril de 2009, seis días después de la reunión del comité de expertos, un sismo golpeó a L´Aquila tomando por sorpresa a sus habitantes y matando a 309 de ellos.

Los siete especialistas condenados en 2012 apelaron la sentencia, resultando absueltos en noviembre de 2014; con la excepción de De Bernardinis quien, sin embargo, vio reducida su sentencia de seis a dos años de cárcel. Al final, después de una impugnación del fiscal por la sentencia absolutoria, la Suprema Corte de Justicia de Italia absolvió esta semana a los científicos de manera definitiva.

Si bien se sabe que los sismos son el resultado de esfuerzos que se generan entre dos placas tectónicas al deslizarse una contra la otra, la opinión prevaleciente entre los especialistas es que el conocimiento científico con que se cuenta hoy en día no es lo suficientemente detallado para anticiparlos con un cierto grado de precisión. La imposibilidad técnica de predecir un terremoto fue un argumento de defensa de los científicos acusados, pues si bien, según opiniones expertas, la ocurrencia de pequeños y continuos temblores podría aumentar la probabilidad de que sobrevenga un terremoto mayor, ésta es pequeña y es mas probable que dicho terremoto no ocurra en el corto plazo.

En realidad, el juez que condenó a los especialistas en primera instancia no los acusó de no haber sido capaces de predecir el terremoto de L´Aquila, sino de haber fallado en la comunicación de sus opiniones expertas para alertar a la población sobre el riesgo al que estaban expuestos. En este contexto, la justicia italiana no exonera y encuentra culpable a De Bernardinis, quien manejó las relaciones públicas y declaró –incluso antes de la reunión del comité– que la serie de pequeños temblores que se habían sentido en L´Aquila en los meses anteriores en realidad eran un signo positivo pues ayudaban a aliviar la tensión acumulada en el subsuelo. De acuerdo con testimonios de habitantes de L´Aquila que vivieron el terremoto, esta declaración los tranquilizó e hizo que bajaran la guardia.

Con relación al último punto, un artículo publicado en la sección “Science Insider” de la revista “Science” el pasado 28 de octubre, refiere que un juez italiano decidió someter a juicio a Guido Bertolaso –médico de profesión–, quien fue el organizador de la reunión de científicos previa al terremoto. En esos momentos, Bertolaso fungía como director del departamento de protección civil italiano y De Bernardinis era su segundo a bordo.

Según “Science”, el juicio a Bertolaso se basa en una llamada telefónica que hizo en la que se refiere a la reunión del comité en L´Aquila como “una operación mediática que él estaba organizando para callar a un técnico de un laboratorio cercano que estaba haciendo predicciones alarmistas que habían producido pánico entre la población”. Bertolaso también mencionó lo que el comité de expertos debía decir a la población: “que los pequeños temblores que estaban ocurriendo eran positivos pues descargaban la energía y hacían que un temblor mayor fuera menos probable”.

En su conversación telefónica Bertolaso se habría referido a Giampaolo Guliani, quien había hecho predicciones sobre la inminente ocurrencia en L´Aquila de un terremoto de gran magnitud. Guiliani basaba sus predicciones en mediciones de niveles de gas radón, método que no es aceptado por la comunidad científica.

Todo lo anterior nos permite vislumbrar que el insólito caso de los juicios por el terremoto de L´Aquila se originó, en última instancia, por la decisión de un funcionario público de acallar –por medio de un comité de expertos– a un científico aficionado que alarmaba a la población con predicciones catastrofistas. Y posiblemente todo le hubiera resultado bien, pues la probabilidad de que ocurriera un terremoto mayor al corto plazo era pequeña. No tomó en cuenta, sin embargo, las opiniones de la madre naturaleza.

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