El primer laboratorio científico de la historia

Sorpresas que da la vida



La conexión resulta quizá sorprendente, pero en el pasado hubo una relación estrecha entre algunas universidades norteamericanas que hoy gozan de gran prestigio,y la práctica de esclavitud en contra de los nativos africanoscomoexistía en los Estados Unidos en los siglos XVIII y XIX. En efecto, universidades como Princeton en Nueva Jersey y Columbia en Nueva York, fueron apoyadas financieramente en sus inicios por ricos mercaderes que habían hecho su fortuna mediante el tráfico de esclavos entre África y los Estados Unidos.

Y, todavía más sorprendente,la relación de las universidades con las instituciones esclavistas no fue solamente pasiva –como hubiera sido siaquellashubieran actuado simplemente como receptoras de las donaciones de los traficantes de esclavos–sino que al menos en un caso dicha relación fue activa, recibiendola universidaddirectamente beneficios de la propiedade inclusodel tráfico de esclavos.

Este casoes elde la Universidad de Georgetown, el cual ha estado presente en los medios de comunicación en los últimos días. La Universidad de Georgetown es una escuela jesuita fundada en 1789con sede en Washington, D.C. Es una de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos y entre sus egresados se encuentran el expresidente Bill Clinton, los actuales reyes de España y Jordania, así como ex presidentes de Panamá, Costa Rica y El Salvador.

En 1838 la universidad pasaba por problemas financieros y para solucionarlos se decidió la venta de 272 esclavos africanosquepertenecían a una plantación que los jesuitas poseían en el estado de Maryland.Las ganancias de dicha plantación, se destinaban a la Universidad de Georgetown. En esos momentos, sin embargo, la plantación estaba mal administrada y las ganancias no eran suficientes. Los esclavos fueron vendidos a plantaciones sureñas en Luisiana.

La operación de la venta de esclavos reportó un ingreso de unos tres millones de dólares y fue llevada a cabo por dos religiosos jesuitas, ex presidentes de la Universidad de Georgetown.Una lista de los esclavos vendidos se puede encontrar en la página de Internet “Georgetown Slavery archive” de la Universidad de Georgetown. En dicha lista de incluyen más de sesenta niños, uno de ellos de dos meses de nacido, y varios ancianos.

Podemos imaginar la conmoción que la venta produjo entre los afectados –y entre algunos de los jesuitas en la plantación que,entre otras cosas, estaban preocupados porque había la posibilidad de que en Luisiana los esclavos no pudieran oír misa–, dado que se sabía que las condiciones para los esclavos en las plantaciones sureñas eran brutales.

Encontramos los detalles de dicha venta en un artículo publicado por el periódico “New York Times” el pasado mes de abril. Ahí podemos leer que hubo niños que fueron separados de sus padres y que los esclavos fueron subidos a la fuerza al barco que los transportaría hasta Luisiana. Hubo esclavos que huyeron, siendo, no obstante, algunos de ellosposteriormente capturados y obligados a abordar. Una anciana, de rodillas, suplicaba que le dijeran qué había hecho para merecer aquella suerte.

La semana pasada, el presidente de la Universidad de Georgetown reconoció que ésta se encuentra en deuda con los descendientes de los 272 esclavos vendidos a las plantaciones sureñas y que para recompensarlos les daría las mismas facilidades para ingresar a dicha universidad que las que se dan a aquellos cuyos padres o abuelos fueron alumnos de la misma.

La universidad, igualmente, cambiará el nombre de dos de sus edificios –que actualmentellevan los de los dos religiosos que orquestaron la venta de esclavos–; unopor el nombre de una de las víctimas de la transacción –el primero que apareció en la lista de embarque– y el otro por el de la fundadora en 1827 de una escuela para muchachas negras.

Esta semana, sin embargo, los descendientes de los esclavos hicieron público que consideran que el ofrecimiento de la Universidad de Georgetown no es suficiente para reparar los hechos ocurridos hace 180 años, y piden el establecimiento de un fondo de reparación por la enorme cantidad de 1,000 millones de dólares, el cual, por otro lado, no es claro cómo se empleará.

La Universidad de Georgetown está pues recibiendo un castigo merecido por sus pecados del pasado. Cabe la posibilidad, por otro lado, de que los 1,000 millones de dólares demandados sean excesivos y que algo más cercano a los 3 millones de dólares obtenidos con la venta de esclavos sea más realista.

Por lo demás, y al margen del arreglo al que lleguen los deudos de las víctimas con la Universidad de Georgetown –y si bien es cierto que la esclavitud se veía hace 180 años con ojos diferentes– es difícil entender que los religiosos jesuitas de la plantación de Maryland hayan logrado compaginar sus convicciones con la práctica de la esclavitud.

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