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En particular, no habló Muskcon el suficiente detalle del modo en que los astronautas serían protegidos de las radiaciones de alta energía provenientes tanto del Sol,como de fuentes más allá del sistema solar, los llamados rayos cósmicos galácticos. Dichas radiaciones pueden ocasionar el desarrollo de cáncerese incluso la muerte por envenenamiento radiactivo. Aunque en principio la nave interplanetariapodría ser blindada dotándola de paredes lo suficientemente gruesas para bloquear los rayos cósmicos, el costo que esto implicaríasería prohibitivo con la tecnología actual. No parecería, entonces, que los planes de Musk sean practicables en lo inmediato. Al respecto, hay que recordarqueel espacio interplanetario y sus radiaciones son incompatibles con la vida.
Hay, no obstante, que matizar esta última afirmación, pues se sabe de un caso en el que las radiaciones de alta energía, lejos de ser incompatibles con la vida, sonfuente de la misma. Este es el caso de una bacteria descubierta en 2008 en una mina de oro de Sudáfrica a 2800 metros de profundidad, la cual vive en total aislamientoy ausencia de luz solar. En estas condiciones la bacteria genera por si sola los alimentos que necesita para subsistir a partir del material inorgánico a su alrededor y empleando la energía proveniente de la desintegración radiactiva del uranio. Todo esto, en contraste con el común del reino animalque se alimenta, en último término, de los productos orgánicos que generan las plantas por medio de la fotosíntesis, empleando a la luz solar como fuente de energía.
El caso de la bacteria de la mina sudafricana,que es, ciertamente fuera de lo común, inspiró a DimitraAtri, del “Blue MarbleSapaceInsitute of Science” de Seattle, Washington, para aventurar una hipótesis en el sentido de que existen formas de vida en lugares como el planeta Marte o el satélite Encelado de Saturno, cuya fuente de energía son los rayos cósmicos galácticos.Atri expone sus argumentos en un artículo publicado esta semana en la revista británica Journal of The Royal Society Interface”.
Como lo discute Atri en su artículo, al penetrar en la atmósfera de un planetalos rayos cósmicos son frenados por las moléculas de la misma produciéndose una lluvia de partículas secundarias de naturaleza diversa. Si, por el contrario, el planeta no tiene una atmósfera los rayos cósmicos impactan directamente sobre su superficie. En este caso,algunas delas partículas generadas por la interacción de los rayos con los materiales bajo la superficiepueden penetrar varios kilómetros.
Atri estudió tres casos: 1) la Tierra para la que casi toda la radiación es absorbida por la atmósfera antes de llegar a la superficie,2) Marte, que tiene una atmósfera considerablemente más tenue que la de la Tierra,y 3)un cuerpo sin atmósfera como el satélite Encelado. En el caso de Marte, la radiación que llega a su superficie es unas mil veces superior a la que se alcanza en la superficie de la Tierra y algo similar sucede con el cuerpo sin atmósfera. En comparación con el medio ambiente en el que habitan las bacterias de la mina en Sudáfrica, la energía que liberan los rayos cósmicos justo por debajo de la superficie de Marte y de Enceladoes unas diez veces más grande.
Se tendría así un escenario en el que la radiación cósmica galáctica podría mantener vida en estratos por debajo de las superficie de Marte y Encelado, entre otros cuerpos rocosos. La profundidad para que esto ocurriera tendría que ser tal que la intensidad de los rayos fuera la adecuada para el desarrollo de la vida. Los organismos vivos estarían así sin el beneficio de la luz solar, pero al mismo tiempo protegidos de las radiaciones cósmicas letales.
¿Si esto es verdad por qué no se ha descubierto hasta ahora vida subterránea sostenida por rayos cósmicos en nuestro planeta? Atri razona que esto es así debido a que a la superficie de la Tierra arriba una intensidad de rayos cósmicos relativamente pequeña debido a la absorción de los mismos por la atmósfera. De hecho, esta intensidad es unas 100 veces más pequeña que la de las radiaciones nuclearesde las que disfrutan las bacterias sudafricanas.
Asi,si Arti está en lo correcto, Marte sería un lugar hospitalario para la vida. Aunque, definitivamente, no para la clase de vida que Musk y otros empresarios quieren establecer allá.
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