- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Reinhardt sufrió severos daños en su mano izquierda durante un incendio, perdiendo en gran medida el uso de los dedos meñique y anular,lo que lo obligó a desarrollar una técnica para tocar la guitarra empleando solamente los dedos índice y medio. Y lo notable es que,a pesar de esta limitación, Reinhardtfue un guitarrista muy influyente que, según los conocedores, creó un particular estilo de música de jazz.Así, no estabaEmmet falto de razones para admirar a Reinhardt.
Por otro lado, además de su afición por la guitarra y su admiración por Reinhardt, Emmet tenía adiciones por demás extrañas. Una de éstas era simplementela de contemplar por largo rato el paso de los trenes. Otra era la de matar ratas pardas a balazos.Y con respecto a esta última afición, como bien sabemos víctimas no le habrían faltado.
En efecto, las ratas pardas son huéspedes inevitables enlos centros urbanos. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, se ha llegado a considerar que habitan hasta unos 8 millones de rataspardas –diferentes de las ratas negras–, aunque los expertos consideran que este número es demasiado alto y estiman que en Nueva York viven sólo unos dos millones deratas pardas; esto, no obstante, sin contar aquellas que pudieran vivir bajo tierra en las cañerías.
En cuanto al tamaño de las rataspardas neoyorkinas, MattCombs, estudiante doctoral de la FordhamUniversity en Nueva York, considera que las historias de ratas del tamaño de un gato son exageradas y que el peso de las más grandes posiblemente no sea mayor a un kilogramo. En cuanto a su propia experiencia, Combs–quien se especializa en estudiar las poblaciones de ratas pardas en la ciudad de Nueva York y que para tal fin las caza con perros y trampas– afirma que el peso de la más grande que ha logrado atrapar es de apenas unos 700 gramos.
Dos millones de ratas son sin duda muchas ratas pero el númerose antoja pequeño para otros centros urbanos con peores condiciones sanitarias, por ejemplo la Ciudad de México. Nadie sabe en realidad cuantas ratas pardas tienen su residencia en la capital del país, pero el periódico El Universal en un artículo de hace algunos año citó al delegado de la Delegación Cuauhtémoc afirmando que en la Ciudad de México había en esos momentos alrededor de 45 millones de ratas pardas, sin que haya en realidad manera de comprobar la cifra.
Ciertamente, si bien en mayor o menor número según el lugar, las ratas pardas están en todas partes y estamos tan acostumbrados a su compañía que resulta sorprendente enterarnos que hemos empezado a convivir con ellas solo hasta fechas relativamente recientes: en Europa desde hace unos 500 años y por 200 años menos tiempo en el continente americano.
Lo anterior se desprende de un estudio genético llevado a cabo por un equipo de investigadores de cuatro continentes con 314 ratas atrapadas en 30 países. El equipo de investigadores fue encabezado por Emily Puckett de FordhamUniversity y en el mismo estuvo incluido MattCombs.
De acuerdo con Puckett y colaboradores, las ratas pardas se originaron en Mongolia y el norte de China y desde ahí se esparcieron por todo el mundo. Su movimientofue a través de asentamientos humanos, incluyendo aquellos a lo largo de la Ruta de la Seda. Los investigadores encuentran varias rutas de expansión. Una hacia el sudeste asiático, otra hacia el este en dirección del continente americano –posiblemente vía los traficantes de pieles– y otra hacia Europa, a donde habrían arribado alrededor del año 1,500 de nuestra era. Una vez en Europa, la rata parda se habría expandido por el mundo viajando a bordo de losbarcos de las expediciones europeas de exploración y conquista.
Una conclusión interesante de Puckett y colaboradores con relación al estudio genético de la población de ratas pardas de la ciudad de Nueva York, es que dicha población no se mezcla con las ratas que siguen arribando a bordo de los barcos que visitan el puerto de esta ciudad. La interpretación que los investigadores dan a este hecho es que las ratas pardas son muy territoriales y una vez que una población de estas ratas se asienta en un centro urbano no permite que otra población diferente de ratas pardas haga lo mismo.
De lo anterior podemos concluir que, aunque resulte sorprendente, no hemos sido desde siempre vecinos de las ratas pardas. Tal parece, sin embargo, que en la medida en que se desarrollaron los centros urbanos y se estableció el intercambio comercial entre los mismos, fue inevitable que las ratas pardas se convirtieran de manera forzada en nuestras vecinas incómodas. Tan incómodas que nos parece divertido queRayEmmettuviera por afición matarlas a balazos.
Comentarios
Publicar un comentario