Hogar, dulce hogar

Complejidad autóctona



El presidente electo de los Estados Unidos dio a conocer en días pasados que había logrado convencer ala compañía United Technologies de no seguir adelante con sus planes de mover de Indiana a México una planta de fabricación de equipo de aire acondicionado. Si bien la cifra real de empleos involucrados es confusa,con esto se habrían salvado alrededor de 1,000 puestos de trabajo en los Estados Unidos –mismos que se habrían perdido en México–. Como bien sabemos, esto va de acuerdo con una de las banderas de campaña del presidente electo que prometió revertir el proceso de pérdida de empleos en los Estados Unidos por la migración de fabricas norteamericanas hacia nuestro país.

El tratado de libre comercio de América de Norteha provocado un éxodo de compañíasestadounidenses que buscan aprovechar los bajos sueldos que se pagan en México, circunstancia quenos ha convertido en la doceava economía exportadora en el mundo. Al mismo tiempo,sin embargo, nos ha colocado en una situación vulnerable con respecto a los Estados Unidos, como la actual situación nos lo hace patente; habida cuenta, además, de que más del setenta por ciento de nuestras exportaciones son hacia ese país.

La inversión extranjera en México ha traído plantas manufactureras de alta tecnología, que ha llevado a que los productos mexicanosalcancen un alto grado de sofisticación. Una medida de la misma nos lo da el índice de complejidad económica (ICE)desarrollado por un grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts y de la Universidad de Harvard, encabezados por Ricardo Hausmann y César Hidalgo.

El ICE mide la sofisticación y diversidad de los productos manufacturados por un país en función de la cantidad de conocimientos necesarios para fabricarlos. De acuerdo con el ICE, México ocupó en el año 2014 el vigésimo segundo lugar de complejidad económica en el mundo, superando, entre otros, a Canadá, Brasil y Argentina en el continente americano.El ICE de nuestro país, además, ha crecido alrededor de un 30 por ciento las últimas dos décadas, según el Atlas de Complejidad Económica publicado por la Universidad de Harvard.

Hausmann e Hidalgo encuentran quela posición en el ICE está directamente relacionado con el grado de desarrollo de un país y con el ingreso per cápita de sus habitantes. Así, encabezando la lista del ICE se encuentran, Japón, Alemania y Suiza, que cuentan con ingresos per cápita iguales o superiores a los 40,000 dólares por año. México, con un ingreso per cápita cercano a los 8,000 dólares anuales, resulta ser una excepción.Esto podría quizá ser un reflejo de que, por lo común, las tecnologías contenidas en los productos fabricados en México por compañías extranjeras nofueron desarrolladas aquísino en sus lugares de origen.

Los especialistas asumen, sin embargo, que el alto grado de complejidad económica de nuestro país constituye un caldo de cultivo para a un desarrollo económico acelerado. Para esto, en todo caso, tendremos que desarrollar capacidades para absorber las tecnologías que las inversiones extranjeras están trayendo a nuestro país, y al mismo tiempo desarrollar las capacidades necesarias para generar tecnologías propias.

Como lo planteanHausmann e Hidalgo, el desarrollo de una mayor complejidad económica enfrenta el dilema del huevo y la gallina. Es decir, se avanza hacia un economía más compleja desarrollando productos en los cuales se han integrado conocimientos y capacidades provenientes de fuentes múltiples.En un determinado caso pudiera no contarse todas las capacidades necesarias para la fabricación de un cierto producto, y al mismo tiempo, al no existir una industria que lo fabrique, no se tendrían los incentivos para desarrollar las capacidades faltantes, sobre todo si estas son múltiples ydiversas. En estas condiciones, la estrategia sería la de crear productos nuevos a partir de las capacidades existentes,mediante el desarrollo de una sola y nueva capacidad complementaria.

Una componente fundamental de la estrategia seríael impulso de nuestro sistema de educación universitaria –particularmente en el nivel de posgrado y en contraposición con una educación puramente técnica– en áreas afines a la planta productiva ya establecida. Nuestros centros de investigación y educación universitarios deben desarrollar yacumular conocimientos científicos y tecnológicos, lo mismo queeducar especialistas en áreas estratégicas. Y lo deben hacer sin descuidar el entrenamiento de los profesionales que demanda la planta productiva.

Una mayor complejidad económicabasada en recursos tecnológicos propios –acorde con nuestra situación como doceavo exportador del mundo– sería sin duda de utilidad para mitigar situaciones de apuro como las que estamos pasando ahora, provocadas por nuestra excesiva dependencia del exterior.

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