Hogar, dulce hogar

Una enfermedad por determinar



En su novela de 1898 “La guerra de los mundos”, el escritor británico H.G. Wells describe como los marcianos invasores de la Tierra fueron vencidos por un enemigo inesperado: los microbios terrestres para los que no estaban inmunizados. En su novela, por otro lado,Wells no consideró la posibilidad de que los marcianos hubieran llegado con sus propios microbios, para los que seguramente no hubiéramos tampoco tenido defensas. Esto hubiera resultado en un desastre y diezmado a la población de nuestro planeta.

Si bien el escenario descrito por Wells es sólo ficción, no está lejos de lo que puede ocurrir en una situación real al mezclarse dos poblaciones que hayan evolucionado de manera separada. Así, tenemos que los pobladores indígenasdel Nuevo Mundo fuerondiezmados por las enfermedades infecciosas que llegaron con los conquistadores españoles y para las cuales notenían defensas.Aunque los expertos no se ponen de acuerdo en lamedida en que fue afectada la población indígena por lo agentes infecciosos del Viejo Mundo, sabemos que uno de éstos, presumiblemente la viruela, fue un factor para la caída de Tenochtitlan en manos de los españoles.

En su libro “La visión de los vencidos”, Miguel León Portilla reproduce la descripción contenida en el Códice Florentino sobre la epidemia infecciosa que se desató enTenochtitlan previo al asedio por los españoles. Según el testimonio indígena: “….primero se difundió entre nosotros una gran peste, una enfermedad general… Sobre nosotros se extendió: gran destruidora de gente. Algunos bien los cubrió, por todas partes de su cuerpo se extendió. En la cara, en la cabeza, en el cuerpo”.

Y continua el testimonio indígena: “Era muy destructora enfermedad. Muchas gentes murieron en ella. Ya nadie podía andar, no más estaban acostados tendidos en la cama. No podía nadie moverse, no podía volver el cuello, no podía hacer movimientos de cuerpo; no podía acostarse cara abajo, ni acostarse sobre la espalda, ni moverse de un lado a otro. Y cuando se movían algo, daban gritos. A muchos dio la muerte la pegajosa, dura enfermedad de granos”.

La descripción de la enfermedad contenida en el Códice Florentino, que incluye undibujo que muestra a enfermos acostados con el cuerpo cubierto de granos, sugiere –y es comúnmente aceptado– que fue la viruela la causante de la epidemia que debilitó a los mexicas y contribuyó a su derrota ante los españoles. Y se asume, igualmente, que la viruela fue causante de epidemias que diezmaron a la población de la Nueva España en el siglo XVI.

Un artículo aparecido esta semana en la revista “CurrentBiology”, sin embargo, arroja dudas en este respecto. Dicho artículo fue publicado por un equipo internacional de investigadores encabezado por Ana Duggande la Universidad McMaster en Ontario, Canadá, y en el mismo se concluye que la viruela se originó en una época relativamente reciente, hace unos 400 años, lo que sugiere queeste virus no fueelcausante de la epidemia en Tenochtitlan.

Duggan y colaboradores basan sus conclusiones en un estudio del ADN de la momia de un niño, con una edad entre los dos y los cuatro años, encontrado en la iglesia del Espíritu Santo en Vilna, Lituania. La momia fue fechadacon carbón radiactivo entre los años 1643-1665. Si bien el propósito original de la investigación no se centraba en el virus de la viruela –la momia no muestra indicios de las cicatrices características de esta enfermedad– para sorpresa de los especialistas, el análisis de ADN de la momia reveló la presencia de dicho virus.

En estas circunstancias, los investigadores compararon el ADN del virus de la viruela encontrado en la momia con aquel de las cepas modernas y encontraron que están cercanamente relacionados. Una comparación de las diferencias observadaspermite encontrar su evolución en el tiempo y determinar en que momento tuvieron un antecesor común.Encontraronque esto ocurrió entre los años 1588 y 1645, lo que es consistente con las epidemias de esta enfermedad ocurridas en Europa a lo largo del siglo XVII.

De estar Duggan y colaboradores en lo cierto, la epidemia que asoló a Tenochtitlan tendría que haber sido causada por un agente infeccioso diferente a la viruela y lo mismo se podría decir de otras epidemias aun más antiguas que se especula podrían haber sido debidas a este virus. La evidencia sólida más antigua de la presencia de la viruela, sin embargo, es precisamente la que se obtuvo con la momia de Vilna. Más allá de esto no hay certidumbre.

De acuerdo con los especialistas, más estudios son necesarios para tener una mayor certeza de la historia evolutiva de la viruela, y como un primer paso hay que confirmar los resultados de Duggan y colaboradores. Esto es importante, pues si bien la viruela está ahora erradicada, entre más conozcamos acerca de ella más podremos defendernos en caso de que aparezca nuevamente en escena.

En contraste, para los aztecas, que vivieron varios cientos de años antes de que pudiéramos tener un manejo medianamente efectivo de la enfermedades, poco importante habría sidosaber si lo que estaban sufriendo era un ataque de viruela o de algún otro virusde identidad desconocida.

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