Hogar, dulce hogar

De México para el mundo



Un artículo publicado por la BBC hace un par de años afirma que “Por miles de años los humanos han tomado el placer masoquista de añadir chile a la comida”. En México, en donde ponemos chile hasta en los dulces, no consideraríamos que es masoquista condimentar con chile los alimentos. Habría que reconocer, no obstante, que el artículo de referencia en alguna medida tiene razón, pues el gusto por el picante varía grandemente de persona a persona, y una comida muy picosa que resulte agradable para algunos, pudiera ser intolerable para otros.

Como quiera que sea, hay de picores a picores y, ciertamente, hay niveles de capsaicina –el compuesto químico que da el característico sabor al chile– que nadie puede tolerar. Tanto que este compuesto es el ingrediente activo de los aerosoles empleados para dispersar multitudes, el cual irrita los ojos y puede causar ceguera temporal.

El chile, que se asume es originario de México, ha estado entre nosotros por muchos miles de años. Una evidencia de su presencia entre los aztecas nos lo da el Códice Mendoza, una de cuyas láminas nos muestra a un padre castigando a su hijo de 11 años, el cual se habría portado mal, sosteniéndolo boca abajo encima de una fogata con chiles ardiendo. El efecto de los vapores de chile en los ojos del niño es evidente en el dibujo.

Fueron los conquistadores españoles los que llevaron el chile a Europa y de ahí habría llegado a Asia, en donde se incorporó a las diferentes cocinas regionales. Con mucho entusiasmo, además, tanto que en Asia el uso del chile como condimento puede ser incluso mas generoso que en México. Así, no es sorprendente que sean China y la India, los dos países más poblados del planeta, los principales productores de chile en el mundo. Es tan grande y competitiva en precio la producción china, que una gran proporción del chile que se vende en México, es importado precisamente de China.

Tiene así el chile, tanto un lado positivo, si se usa con moderación, como negativo, por sus propiedades tóxicas. Y las buenas nuevas es que tal parece que por el lado positivo las ventajas van más allá de su uso como condimento para dar sabor a la comida. Al menos esto es lo que se afirma en un artículo publicado esta semana en la revista en línea Plos One por Mustafa Chopan y Benjamin Littenberg de la Universidad de Vermont en los Estados Unidos. Estos investigadores llevaron a cabo un estudio a lo largo de 23 años con más de 16,000 voluntarios en ese país y encontraron que el consumo cotidiano de chile disminuyó en un 13% la probabilidad de morir por cualquier causa.

El hallazgo de Chopan y Littenberg está de acuerdo con un artículo publicado en 2015 en la revista British Medical Journal por un grupo de investigadores de China y de los Estados Unidos, encabezado por Jun Lv de la Universidad de Pekín. Dicho artículo reportó los resultados de un estudio llevado a cabo con más de medio millón de personas de 10 regiones de China, reclutadas entre los años 2004-2008. El objetivo de dicho estudio fue determinar el efecto que el consumo de comida condimentada con chile tiene en la esperanza de vida. Al igual que en la investigación de Chopan y Littenberg, Jun Lv y colaboradores encontraron que aquellos que consumieron chile casi todos los días de la semana tuvieron al término del estudio un 14% menos de probabilidades de morir por cualquier causa, en comparación con aquellos que declararon consumir chile menos de un día a la semana en promedio. La misma relación inversa entre consumo de chile y mortalidad se observa si se consideran causas particulares de muerte, tales como cáncer, enfermedades del corazón o enfermedades respiratorias, y es más fuerte entre aquellos que no consumen alcohol que entre aquellos que los hacen. Los resultados son, además, válidos tanto para hombres como para mujeres

A partir de su origen en México, el chile se expandió, primero al continente americano y después a todo el planeta a raíz de la conquista española del Nuevo Mundo. Además de su uso como conservador de alimentos y como condimento para mejorar el sabor de los mismos –o para enmascararlo en el caso de que se hubieran descompuesto–, al chile se le atribuían efectos medicinales. Esto último está de acuerdo con los hallazgos de Chopan y Littenberg, y Jun Lv y colaboradores.

Así, tal parece que al chile podemos aplicar aquello de que poco veneno no mata. Y por el contrario, puede incluso ser saludable.

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