El primer laboratorio científico de la historia

La generación espontánea dos mil años después



Según sostenía Aristóteles, algunos insectos se generan de manera espontánea a partir del rocío, al igual que algunos peces y gusanos lo hacen del fango y de la carne putrefacta, en forma respectiva. El que Aristóteles hubiera sostenido este tipo de opiniones no resulta sorprendente si recordamos que, según Bertrand Russell, el filósofo griego tenía también la creencia que las mujeres tienen menos dientes que los hombres, sin que se le hubiera ocurrido comprobarlo contándoselos a cualquiera de sus dos esposas.

Aristóteles tuvo una considerable influencia en el pensamiento europeo a lo largo de casi dos milenios. No todo mundo, sin embargo, estaba convencido de la generación espontanea de seres vivos. Así, podemos leer en la Wikipedia que Francisco Redi, un médico y naturalista italiano del siglo XVII, realizó un par de sencillos experimentos para refutarla. En un primer experimento, Redi colocó sendos pedazos de carne en dos frascos, uno lo selló herméticamente para impedir el paso de las moscas y el otro lo dejó abierto. Encontró que en ambos casos con el tiempo la carne se pudrió, pero sólo en el caso del frasco abierto se generaron gusanos. Pensando que quizá el resultado era producto de que en el frasco cerrado no entró el aire del ambiente, en un segundo experimento colocó un pedazo de carne en un frasco que cubrió con una gasa. El resultado fue que la carne se pudrió sin generar gusanos, y que las moscas, al no haber podido llegar hasta la carne, habían depositado sus huevos sobre la gasa.

Los experimentos de Redi demostraron que los gusanos nacían, no por generación espontánea, sino a partir de lo huevos de las moscas. No todo mundo se convenció, sin embargo, y tocó a Luis Pasteur, hasta el siglo XIX, enterrar la idea de la generación espontánea.

Aunque no del todo, sin embargo, pues si bien los gusanos de la carne putrefacta resultaron ser larvas de mosca, cabe preguntarse como fue que se generó la mosca primigenia y su larva correspondiente. Por supuesto, después de Darwin quedó claro que las especies no se mantienen inmutables en el tiempo sino que están en continua evolución. Aun así, no obstante, cabe preguntarse cómo fue que apareció el primer antecesor de todas las especies sobre la tierra. O de manera más propia, cuál fue el origen de la vida en nuestro planeta. Y en este respecto, sin invocar a una creación divina, la hipótesis mas razonable es que la vida se generó de manera espontánea a partir de materia inanimada, siguiendo las leyes de la física y la química y una vez que se dieron las condiciones ambientales adecuadas.

Los resultados de un experimento realizado en 1953 por Stanley Miller y Harold Urey en la Universidad de Chicago apuntan en esta dirección. Como parte del experimento, Miller y Urey trataron de reproducir las condiciones ambientales de la tierra hace miles de millones de años cuando se habría originado la vida. Para esto, mezclaron agua, metano, amoniaco, dióxido de carbono, nitrógeno y agua, y sometieron la mezcla a descargas eléctricas de 60,000 voltios. Como resultado, si bien no obtuvieron materia viva, si lograron sintetizar aminoácidos y otros compuestos orgánicos asociados a la misma.

Los especialistas, por otro lado, contemplan también la posibilidad de que la vida se haya originado en algún otro sitio del sistema solar y no necesariamente en la tierra, y haya sido traída hasta aquí por medio de un meteorito que haya penetrado hasta la superficie de nuestro planeta. Esta posibilidad, por supuesto, no resuelve las incógnitas sobre el origen de la vida, pero si aumenta las posibilidades de que en algún lugar del sistema solar se hayan dado las condiciones necesarias para su aparición.

Con relación a este último punto, en el número de esta semana de la revista “Science” se publicó un artículo en el que se reportan resultados que sugieren que en el planeta enano Ceres, que se encuentra situado en el cinturón de asteroides entre las órbitas de Marte y Júpiter, pudiera contar con las condiciones propicias para la existencia de vida. El artículo fue publicado por un grupo internacional de investigadores encabezado por Maria Cristina De Sanctis del Instituto Nacional de Astrofísica, en Roma, Italia.

De Sanctis y colaboradores estudiaron datos obtenidos por la sonda Dawn, que está actualmente en órbita alrededor de Ceres, y encontraron la presencia de materia orgánica en una región de unos 1,000 kilómetros cuadrados alrededor del cráter Ernutet de 50 kilómetros de diámetro. En base a los datos analizados y a un estudio de la geología de la zona, los investigadores concluyen que la materia orgánica descubierta no procede del impacto de un meteorito sino que se originó dentro del mismo planeta.

Si bien el hecho de encontrar materia orgánica fuera de nuestro planeta no es en si un hecho extraordinario, pues la misma se ha ya encontrado en otros cuerpos del sistema solar, el descubrimiento de De Sanctis y colaboradores es relevante, pues Ceres cuenta con otros elementos que son indispensables para la vida. De acuerdo con Simone Marchi, uno de los autores del artículo de referencia, “Ceres tiene evidencia de minerales hidratados de amonia, agua congelada, carbonatos, sales y ahora materiales orgánicos. Con este nuevo descubrimiento, Dawn ha demostrado que Ceres contiene los ingredientes clave para la vida”.

Y así, después de todo, resulta que sí existe la generación espontánea. Aunque no como Aristóteles se la imaginaba.

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