Hogar, dulce hogar

De aquí a cincuenta años



Una de las noticias de la semana fue, sin duda, la decisión del presidente de los Estados Unidos de retirarse del acuerdo de París para la reducción de la emisión de contaminantes atmosféricos con el objeto de mitigar el cambio climático. Algunos han opinado que dicha decisión resulta en buena medida teatral, pues el acuerdo no incluye medidas punitivas en caso de que alguno de los firmantes no cumpliera con lo pactado. Al mismo tiempo, sin embargo, ha provocado controversias y reacciones negativas. Como quiera que sea, con su decisión, el presidente muestra desacuerdo en un punto que los expertos consideran es crucial para la salud climática del planeta.

Entre otras cosas, la decisión presidencial implicaría que los Estados Unidos no harán más contribuciones al Fondo Verde de la Naciones Unidas para que los países en desarrollo enfrenten los efectos del calentamiento global. Hay que notar que los Estados Unidos comprometieron tres mil millones de dólares para dicho fondo, de los cuales sólo han aportado mil millones.

Juntamente con la decisión de los Estados Unidos de abandonar el pacto de París, esta semana nos enteramos que una placa de hielo en la costa de la península antártica está a punto de fracturarse, lo que daría origen a un gigantesco iceberg de 5,000 kilómetros cuadrados de área, que sería uno de los más grandes jamás observados. Esto, de acuerdo con investigadores de la Universidad de Swansea en el Reino Unido, encabezados por Adrian Luckman, quienes observaron mediante fotografías satelitales que entre el 25 y el 31 de mayo pasados, una grieta previamente existente en la capa de hielo avanzó unos 17 kilómetros, restando solamente 13 kilómetros para que ocurra una fractura total.

Si bien, según los investigadores, no se tienen pruebas de que la fractura de la placa de hielo sea debida al cambio climático, se sabe que previas desintegraciones de placas de hielo en la península antártica han sido ocasionadas por el calentamiento del océano y de la atmósfera. Al respecto, señala Luckman que la península antártica es uno de los lugares en el planeta en donde más rápidamente se está elevando la temperatura del océano, lo cual, ciertamente, no habría ayudado a detener la formación de la fractura en la placa de hielo.

Así mismo, Luckman teme que la factura en curso, que desprenderá un 10% del total de la placa de hielo, dejara a ésta expuesta a una futura desintegración, como ya ha sucedido previamente con otras placas de hielo de la misma zona.

La formación de un gigantesco iceberg en la Antártida es una noticia que no causa ya sorpresa en estos tiempos de cambio climático. Así, que existe un calentamiento global y que éste es debido a la emisión de gases de invernadero a la atmósfera, no solamente tiene un fuerte sustento científico, sino que es aceptado por una gran parte del público. El programa sobre “Climate Change Communications” de la Universidad Yale, por ejemplo, encuentra que el 70% de los adultos norteamericanos cree en el cambio climático y el 53% está convencido que éste es debido a actividades humanas. Así mismo, el 49% cree que una mayoría de científicos piensa que el cambio climático está ocurriendo y un 70% declara su confianza en los científicos.

Por otro lado, un 51% de adultos norteamericanos piensa que el cambio climático está dañando o dañará a sus compatriotas en un lapso de 10 años, mientras que solamente un 40% cree que sufrirá un daño personal. De este modo, mientras que una mayoría de norteamericanos está convencida de que el cambio climático es real y que es debido a actividades humanas, sólo un porcentaje minoritario está preocupado por sufrir daños personales en el futuro.

La distribución de opiniones acerca de la ocurrencia del cambio climático depende, por supuesto, de la geografía. Sin embargo, con pocas excepciones –en el Medio Oeste o el antiguo cinturón industrial alrededor de los Grandes Lagos, entre otras–, hay una opinión mayoritaria acerca de que constituye un hecho real. En contraste, en muy pocos lugares –alrededor de las ciudades de Los Ángeles y San Francisco, por ejemplo– se tiene una opinión mayoritaria en el sentido de que el cambio climático ocasionará daños a su persona.

Los efectos del cambio climático se piensan así lejanos y relativamente poco preocupantes, lo que debe ser particularmente cierto para los seguidores a ultranza del presidente. No es el caso, por otro lado, de los científicos del clima que piensan que el incremento de temperatura global debe limitarse a menos de dos grados centígrados por encima de su valores preindustriales, como se acordó en el pacto de París. De otra forma se tendrán efectos desastrosos e irreversibles para el clima del planeta.

Entre otros efectos, se espera que se inunden áreas costeras en la medida en que se fundan los hielos de Groenlandia y la Antártida y se expanda el agua de los océanos por el incremento de temperatura. Si esto llega a suceder, uno de los lugares más afectados será la península de la Florida, en donde se encuentra la mansión Mar-a-Lago. Se habrá cumplido así aquello de que dios castiga sin palo ni cuarta.

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