El primer laboratorio científico de la historia

Sobre el saludo de mano



Como sabemos, el saludo de mano, como expresión corporal que es, juega un papel social relevante en ciertas partes del mundo. Prueba de esto es la atención desmedida que se ha dado al presidente de los Estados Unidos y a sus saludos de mano en sus encuentros con líderes del mundo.

En efecto, en una búsqueda rápida en Internet encontramos abundante información al respecto, incluyendo colecciones de videos que muestran al presidente Trump saludando a diferentes dirigentes de países en varios continentes. En dichos videos podemos observar que el saludo de manos del presidente norteamericano puede incluir apretones, jalones y sacudidas. Además, en algunos casos el tiempo de contacto rebasa los límites de lo convencional, ya sea por ser los apretones de mano demasiado largos, o bien por tener una duración igual a cero –lo que significa que no hubo ningún apretón.

El interés por los saludos del presidente del país más poderoso del mundo, por supuesto, radica en lo que pueden revelar. El periódico británico “The Guardian”, por ejemplo, se pregunta si la forma de saludar del presidente Trump refleja su política exterior. Así, a un perplejo primer ministro de Japón le habría secuestrado la mano por 19 segundos, presumiblemente como un gesto para demostrar que es él el que manda. El primer ministro japonés, por su parte, después de liberarse del saludo hizo más que evidente su incomodidad, haciendo un gesto que incluyó una vuelta de ojos.

En el extremo opuesto, durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el presidente Trump aparentemente habría ignorado una sugerencia de la canciller alemana con quién sostiene serias diferencias, para darse un saludo de manos. La canciller simplemente volteó la cara e ignoró el episodio.

Dada esta situación, algunos dirigentes han optado por contraatacar. El presidente francés Emmanuel Macron, por ejemplo, sostuvo con Trump el pasado mes de mayo en Bruselas un duelo de apretones de mano en el que resultó victorioso, al lograr que el estadounidense fuera el primero retirar el saludo. Incluso, de acuerdo a observaciones de la prensa, el apretón de Macron fue tan fuerte que la mano de Trump se habría puesto pálida.

Ciertamente, el saludo de mano tiene un gran simbolismo social. El papel que juega, sin embargo, no tiene la misma importancia en todas las culturas y en este sentido un grupo de investigadores de universidades norteamericanas se propusieron llevar a cabo un estudio sistemático para determinar la relevancia que el saludo de mano tiene en grupos de origen caucásico y del este de Asia. Se propusieron, igualmente, averiguar si en este respecto existen diferencias de género. El grupo de investigación fue encabezado por Yuta Katsumi de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.

El estudio –publicado en la revista “Journal of Nonverbal Behavior” el pasado 29 de junio– se llevó a cabo con 44 voluntarios de origen caucásico y 44 originarios del este de Asia, todos residiendo en los Estados Unidos. Ambos grupos estuvieron compuestos por 22 hombres y 22 mujeres.

Durante el experimento se les presentaron a los participantes una serie de videos en los que, en un ambiente de negocios, se veía a dos personas a punto de dar inicio a una reunión. Una de las personas actuaba como anfitrión y la otra como huésped. El anfitrión y el huésped podrían tanto saludarse como no saludarse de mano antes de iniciar la junta. Ambos, el anfitrión y el huésped, reflejaban el origen étnico y el género de los participantes; es decir, podrían ser tanto caucásicos como del este de Asía, y lo mismo hombres que mujeres. En cada caso se pidió a los voluntarios que dieran una evaluación de la interacción anfitrión huésped, y si el anfitrión les parecía competente y estarían dispuestos a iniciar un negocio con él.

Tal como esperaban, los investigadores encontraron que las personas de origen caucásico, en comparación con aquellos originarios de este de Asia, evaluaron más positivamente la interacción cuando medió un saludo de manos. Encontraron, igualmente, que los participantes hombres evaluaron más positivamente la interacción cuando el anfitrión era hombre que cuando era mujer; esto, en contraste con las participantes mujeres a quienes no importó el género de anfitrión. De acuerdo con Katsumi, esto reflejaría el hecho de que el saludo de manos es inherentemente una costumbre occidental, practicada históricamente por hombres en ambientes de negocios.

El estudio de Katsumi tiene importancia para un país como los Estados Unidos en el que conviven múltiples culturas y en el que las mujeres se han incorporado plenamente a la economía. Tiene importancia pues la percepción de la relevancia del saludo de mano no sería la misma ni entre los diferentes grupos étnicos –al menos entre los dos estudiados– ni entre los dos géneros.

Volviendo a la arena internacional, hay que recordar que Japón es un país en donde el saludo de mano no se practica tan frecuentemente como en los Estados Unidos y de ahí que no sorprenda el desconcierto del primer ministro japonés ante el vigoroso saludo del presidente norteamericano. No es el caso, por supuesto, de Francia y del presidente francés. Cabría incluso preguntarse si, a la luz de estudio de Katsumi y colaboradores, los presidentes Trump y Macron saludarían con el mismo vigor de haber nacido mujeres.

Al margen de las anécdotas, sin embargo, y si bien el saludo de mano es tan relevante socialmente que incluso inspira estudios científicos, sorprende la manera como en los últimos meses ha saltado a la palestra, por no decir circo.   

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