El primer laboratorio científico de la historia

Sobre los goles de cabeza



Como sabemos, en el deporte del futbol –cuyo campeonato mundial está, por cierto, ya próximo a llevarse a cabo en Rusia– no está permitido tocar el balón con la mano, de modo tal que prácticamente la única opción que tiene un jugador con una pelota en el aire es golpearla con la cabeza. Por lo demás, esta posibilidad no es despreciada por los jugadores y no son raros los goles que se meten de este modo. Así, según estadísticas oficiales, en la liga Premier de Inglaterra, en lo que va de la presente temporada aproximadamente el 17% de los goles anotados han sido de cabeza.

Estos son, por supuesto, números promedio y hay equipos y jugadores que se especializan en utilizar la cabeza para meter goles y en consecuencia sus porcentajes son sustancialmente mayores. Tomando nuevamente como ejemplo a la liga Premier, que ofrece estadísticas detalladas, encontramos que del total de 30 goles que tiene el equipo West Bromwich Albion en la temporada que está por finalizar, el 33% fueron anotados con la cabeza. De la misma manera, de los 107 goles que tiene en dicha liga el jugador Peter Crouch, el 36% los ha realizado con la cabeza.

El que este último jugador meta tantos goles de cabeza no es de extrañar, habida cuenta que tiene una estatura de más de dos metros. La estatura, por otro lado, no es un factor determinante para que un jugador de futbol utilice la cabeza para meter goles y al respecto podemos mencionar al Chicharito Hernández, quien, con 1.75 metros de estatura tiene 45 goles en la liga Premier de los cuales el 27% fueron de cabeza.

Y en cuanto a Pelé, al que muchos catalogan como el mejor jugador de la historia y quien ciertamente hacia maravillas con los pies, con sus 1.73 metros de estatura era también un cabeceador notable y marco tantos de cabeza memorables en las finales de los mundiales de Suecia en 1958 y México en 1970.

El cabecear la pelota es sin duda uno de los elementos esenciales del juego del futbol. Esta práctica, sin embargo, ha levantado voces de alarma por parte de la comunidad médica que tiene indicios de que pudiera contribuir al desarrollo de problemas neurodegenerativos por las continuas sacudidas a las que se somete al cerebro. Esto fue abordado en una entrevista que realizo en 2014 la revista Scientific American a Robert Cantu, profesor de neurocirugía de la Boston Unversity. De acuerdo con Cantu, las sacudidas continuas a la cabeza pueden llevar a problemas de memoria, ansiedad y depresión que pudieran ser permanentes, aunque afirma que con respecto a esto último no hay certidumbre.

El posible daño cerebral asociado a el cabeceo de un pelota en el juego del futbol es un tópico de actualidad y es discutido por un artículo publicado esta semana en la revista Frontiers in Neurology, por un grupo de investigadores en los Estados Unidos encabezado por Michael Lipton de Albert Einsten College of Medicine en Nueva York. En dicho artículo, Lipton y colaboradores presentan los resultados de un estudio llevado a cabo con 308 futbolistas aficionados del área de Nueva York, con edades entre los 18 y los 55 años y con más de 5 años de haber empezado a practicar el futbol durante cuando menos seis meses por año. El enfoque del estudio se centró en efectos neurológicos a corto plazo.

Los voluntarios participantes promediaron 45 cabeceos a la pelota durante las dos semanas previas al estudio y un tercio del ellos sufrieron colisiones no intencionales, incluyendo patadas a la cabeza, choques de la cabeza con la de otro jugador, o contra el piso o la portería.

Durante los experimentos, los participantes fueron sometido a pruebas de aprendizaje verbal y de memoria en las que se les pidió que recordaran listas de palabras aprendidas con anterioridad. Se midió también su velocidad psicomotora a través del número de movimientos que necesitaron para moverse a través de un laberinto, así como su velocidad para identificar el color de una carta de baraja, y su capacidad de atención para recordar si una determinada carta era la misma que otra mostrada anteriormente.

Lipton y colaboradores encontraron una asociación entre la frecuencia de cabeceo a la pelota y una reducción en la habilidad psicomotora y de atención del jugador y en menor grado con su memoria de trabajo. No encontraron, por otro lado, una relación entre colisiones no intencionales y un deterioro neurológico.

En estas condiciones, los investigadores hacen notar que las medidas preventivas actuales en el futbol, encaminadas a minimizar los impactos no intencionales a la cabeza, podrían ser insuficientes para la prevención de lesiones cerebrales en el caso posible de que los cambios neurológicos transitorios por del cabeceo del balón lleven a cambios patológicos a largo plazo.

Si estudios adicionales confirman las conclusiones de Lipton y colaboradores ¿cambiarían las reglas del futbol, que es el deporte más extendido en el mundo? De ser éste el caso nos perderíamos de alrededor del 20% del número de goles –de por sí escaso– que actualmente se anotan en el futbol profesional, y de los goles de cabeza de un futuro –aunque improbable– Pelé. Dados los intereses económicos que giran alrededor del futbol la respuesta a la pregunta es posiblemente, no.

Sí tendríamos, en cambio, que prohibir que los niños le peguen al balón con la cabeza, como lo ha hecho ya la Federación de Futbol de los Estados Unidos para niños menores de 10 años.

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