El primer laboratorio científico de la historia

Una de cal por las que van de arena



Si bien todos los días somos testigos del rápido crecimiento que esta experimentando la ciudad de San Luis Potosí, pocas veces nos detenemos a pensar sobre lo que esto significa desde el punto de vista de los recursos naturales necesarios para sostener dicho crecimiento. Es decir, no reflexionamos en el hecho de que para construir edificios, casas habitación y pavimentar calles, se emplean grandes cantidades de cemento y hierro, entre otros insumos, que son elaborados a partir de materias primas extraídas de subsuelo; haciendo uso, además, de combustibles fósiles también extraídos del subsuelo. Y visto a nivel global –independientemente de que no todos los países de mundo crecen a la misma velocidad– hay un uso creciente de recursos no renovables para la construcción y mantenimiento de infraestructura que plantea problemas de sostenibilidad e impacto ambiental.

De manera adicional, las materias primas no renovables se emplean no solamente para construir infraestructura sino para fabricar, también en forma creciente, todo tipo de bienes de consumo; incluyendo automóviles, como igualmente nos consta a los que vivimos en muchas ciudades en México y que sufrimos el creciente tráfico de vehículos que colapsa o amenaza con colapsar nuestras vialidades.

El uso no sostenible de las materias primas no renovables es, por otro lado, una de las facetas que reflejan las condiciones de salud del planeta, el cual, de acuerdo con un editorial publicado el pasado jueves en la revista Science, está en “un estado peligroso”. Dicho editorial afirma además que “Los efectos combinados del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad han puesto en riesgo nuestra salud y bienestar”.

El editorial de referencia, que lleva por título “La Tierra del mañana”, tuvo como propósito lanzar una serie de artículos mensuales en los que se “señalarán algunas de las opciones que todavía tenemos para darle forma a la Tierra del mañana”. En la edición del pasado jueves aparecen artículos que tratan sobre organismos genéticamente modificados, educación para el futuro, un sistema sostenible de explotación de materias primas y sistemas de generación de energía con una emisión neta cero de contaminantes atmosféricos.

El artículo sobre explotación de materias primas, intitulado “Hacia un sistema sostenible de materiales”, fue escrito por un grupo de investigadores encabezado por Steven Davies de la University of California, Irvine y en el mismo se discuten diversas vías para hacer sostenible dicha explotación.

Davies y colaboradores hacen primeramente notar que en el año 2017 se extrajeron del subsuelo 90,000 millones de toneladas de diferentes materiales y que se espera que este número se duplique en el año 2050. Mencionan igualmente que entre los efectos negativos de la explotación de materiales se encuentran la degradación del terreno, la pérdida de hábitats, la generación de desechos, la degradación de la calidad del agua y la contaminación de los ecosistemas. Aunado a lo anterior, los investigadores mencionan que la producción de metales representa un 8% del total de energía consumida a nivel global, porcentaje que se espera aumente en la medida en que se empobrezcan los minerales metálicos en el futuro con el potencial incremento de contaminación ambiental.

Los autores hacen notar también que si bien la emisión de contaminantes atmosféricos ocurre en gran medida por el uso de combustibles durante el proceso de refinación o fabricación, la producción de cemento genera directamente dióxido de carbono por el tratamiento a altas temperaturas al que se someten los materiales de piedra caliza empleados en dicho proceso. Esto, en adición a la generación de dióxido de carbono por la quema de combustibles fósiles.

Davies y colaboradores consideran varias estrategias para lograr la sostenibilidad en la extracción de materiales, incluyendo la extensión del tiempo de vida del producto, y la disminución de la cantidad de material contenido en cada producto manteniendo su funcionalidad –como ocurrió con la invención del transistor que sustituyó con ventaja a los bulbos al vacío–. Consideran igualmente como estrategia una mayor eficiencia de fabricación, el reciclaje de materiales y la sustitución de un material en un producto por otro de un menor impacto ambiental.

No obstante lo anterior, los autores del artículo de referencia señalan que si bien las estrategias discutidas no son nuevas y se han empleado en algunos casos, su implementación para lograr sustentabilidad en la extracción de materiales es compleja. Entre otras cosas, porque la puesta en operación de una medida particular que mejore una cierta parte del ciclo de uso de materiales puede producir efectos negativos en otra parte de dicho ciclo.

No parece haber entonces una solución simple para lograr una sostenibilidad en la extracción de materiales del subsuelo y podríamos quizá esperar en el futuro inmediato solamente avances lentos en este respecto. En todo caso, y en lo que respecta a nuestro medio, es ilustrativo enterarnos que el crecimiento económico y urbano que está experimentando nuestra ciudad, además de sus obvios beneficios, también tiene sus aspectos no tan positivos.

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