El primer laboratorio científico de la historia

Especulaciones centenarias



¿Cuando nacemos contamos con un conocimiento innato que determina en buena manera lo que llegaremos a ser de adultos? O por el contrario ¿lo que somos es enteramente resultado de las experiencias que tenemos a lo largo de la vida? Estas preguntas, que han sido debatidas por filósofos a lo largo de los últimos siglos, han sido motivo de discusión en los últimos meses a la luz de nuevos desarrollos en el campo de la inteligencia artificial dados a conocer por la compañía DeepMind, con sede en Londres, Inglaterra, y que actualmente es parte de Google.

Los enfrentamientos de ajedrez entre computadoras y humanos ha sido un parámetro empleado para evaluar el avance de la tecnología de la inteligencia artificial. Como sabemos, un año de referencia en este sentido es 1997, cuando la computadora Deep Blue de la compañía IBM derrotó al campeón de ajedrez Gerry Kasparov. A partir de ahí, los programas de cómputo han progresado de manera continua desarrollando capacidades mucho más allá de las humanas para juegos de tablero como el ajedrez, el shogi (ajedrez japonés) y Go chino.

En ese sentido, DeepMind dio a conocer en diciembre pasado el desarrollo de un programa de computadora, llamado AlphaZero que fue capaz de derrotar a otros programas de ajedrez y shogi que hasta entones fueron campeones de su disciplina. Dicho desarrollo está descrito en un artículo que fue depositado el pasado mes de diciembre en la base de datos arXiv alojada en la Cornell University, Ithaca, Nueva York. El artículo tiene como autores a un grupo de investigadores de DeepMind encabezados por David Silver.

Los programas anteriores a AlphaZero que fueron capaces de derrotar a los humanos en el ajedrez fueron alimentados con conocimientos de la estrategia del juego desarrollados por nosotros a lo largo de la historia. Al programa AlphaZero, en cambio, no le fue proporcionado conocimiento alguno sobre dicha estrategia quedando a expensas de sus propias capacidades. En estas circunstancias, AlphaZero desarrolló su propia estrategia de juego durante un periodo de entrenamiento. Lo hizo además, de una manera bastante eficiente en tiempo.

En efecto, cuando fueron puestos a competir AlphaZero y Stockfish –un programa de ajedrez alternativo, ganador del campeonato de ajedrez para computadoras en 2016– el primero superó al segundo en apenas 4 horas de entrenamiento. De la misma manera, AlphaZero superó a Elmo, campeón mundial de shogi, en 2 horas, así como al programa AlphaGo Lee en 8 horas. En base a estos resultados, Silver y colaboradores concluyen que AlphaZero muestra capacidades super-humanas que le permitieron dominar los juegos de ajedrez, shogi y Go en unas pocas horas sin emplear ningún conocimiento previo de los mismos.

No todo mundo está de acuerdo, sin embargo. Así, Gary Marcus de la New York University en un artículo que depositó el pasado mes de enero en arXiv, si bien reconoce las impresionantes habilidades de AlphaZero como jugador de ajedrez, shogi y Go, al mismo tiempo opina que no es realmente cierto que dichas habilidades las haya desarrollado sin la ayuda de los humanos.

En apoyo a lo anterior, Marcus argumenta que en realidad la mano de los humanos está implícita en el diseño del algoritmo de AlphaZero, el cual fue llevado a cabo con un propósito específico: dominar la estrategia en los juegos de ajedrez, shogi y Go. Así, el conocimiento humano sobre dichos juegos acumulado a lo largo de su historia está vertido en el diseño de AlphaZero, que no resulta igualmente eficiente para resolver problemas fuera del dominio para el cual fue creado.

Al margen de la controversia sobre el grado de inteligencia de AlphaZero, su capacidad de aprendizaje sin lugar a dudas resulta impresionante –como lo reconoce Marcus– y muestra el elevado grado de desarrollo que ha alcanzado la tecnología de la inteligencia artificial. Y como además dicha tecnología está avanzando a pasos agigantados, aun si AlphaZero sólo puede hacer una cosa extremadamente bien y otras no tanto, esta situación con seguridad se revertirá en un futuro inmediato que verá la aparición de máquinas con capacidades de inteligencia super-humanas.

Y una vez que hagan su aparición dichas máquinas se podrá quizá resolver la disyuntiva centenaria: nacemos con un cierto conocimiento básico de modo que nuestro cerebro esta de entrada “alambrado” de una determinada manera, o bien, nuestro desarrollo hasta convertirnos en adultos está determinado por el medio ambiente y las influencias a las que estamos sujetos.

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