El primer laboratorio científico de la historia

Una injusticia de dimensiones astronómicas



En agosto de 2006, durante la reunión de la Unión Astronómica Internacional (UAI) celebrada en Praga, se llegó a un acuerdo para definir lo que es un planeta. De acuerdo con dicho acuerdo, un planeta es un cuerpo celeste que: 1) orbita alrededor del Sol, 2) tiene una masa lo suficientemente grande para que, por la acción de la fuerza de gravedad que dicha masa ejerce sobre sí misma, adquiera una forma aproximadamente esférica, y 3) gire alrededor del Sol en una órbita que esté libre de otros cuerpos celestes por la acción de su fuerza de gravedad que crece con su masa.

Un planeta debe ser entonces capaz, de acuerdo con el tercer criterio, De acuerdo con el tercer criterio de despejar su órbita de otros cuerpos astronómicos. De otro modo, si una misma órbita es compartida por varios cuerpos, éstos no tienen la categoría de planetas.

El acuerdo de la UAI tuvo consecuencias funestas para Plutón –que hasta entonces era el noveno planeta del Sistema solar–, pues tiene una masa pequeña y no cumple con la última condición. Por esto fue oficialmente degradado a la categoría de planeta enano. Así, de nueve planetas que teníamos sólo nos quedan ocho.

El acuerdo para definir lo que es un planeta se tomó por votación entre los astrónomos asistentes a la reunión de Praga de la UAI. Dicha votación, sin embargo, se llevó a cabo en el último día del congreso durante la sesión de clausura, y contó con la participación (minoritaria) de sólo 424 astrónomos –esto último no es sorprendente pues es conocida la poca participación de congresistas en el último día de una reunión científica–. De manera entendible, la decisión tomada en estas circunstancias ha sido motivo de críticas por parte de la comunidad de astrónomos. Además de que, al margen del número de votantes en la sesión de la UAI, el procedimiento mismo que siguió para establecer una clasificación o taxonomía de planetas ha sido controvertido.

Con respecto a esto último, una crítica demoledora es la que hace un grupo de astrónomos de instituciones norteamericanas encabezados por Philip Metzger de la Universidad de Florida Central, en un artículo que apareció en línea la semana pasada en el sitio de Internet de la revista Icarus. En dicho artículo, Metzger y colaboradores reportan los resultados de una investigación bibliográfica llevada a cabo en revistas de astronomía de los últimos 200 años. El propósito de dicha investigación fue clarificar lo que los astrónomos históricamente han entendido por términos tales como “planeta”, “planeta pequeño”, “planeta menor” y “asteroide”. Y en base a sus resultados, determinar hasta que grado la taxonomía de los planetas establecida por la UAI tiene un sustento histórico que refleje un cierto consenso científico.

En su investigación, Metzger y colaboradores encuentran un solo artículo –escrito en el año 1802 por William Herschel descubridor del planeta Urano– en el que se emplea la capacidad de un cuerpo astronómico para despejar su órbita como criterio para su clasificación como planeta. En todos los demás casos investigados este criterio está ausente. Así, por ejemplo, Ceres, que es el cuerpo más grande del llamado cinturón asteroides localizado entre Marte y Júpiter y que por tanto comparte órbita con un enorme número de otros objetos, es referido históricamente como planeta y no como asteroide.

De este modo, según Metzger y colaboradores, el tercer criterio acordado por la UAI para establecer la taxonomía planetaria no se sustenta en un consenso científico histórico y por el contrario resulta ser el mero resultado de una votación –por un grupo minoritario de astrónomos, además–. Y esto, apuntan, está frontalmente en contra de la naturaleza misma de la ciencia cuyos procesos deben estar libres de cualquier dictado autoritario. Apuntan, además, que la UAI ha dañado la percepción pública de la ciencia con su imposición de clasificación de planetas, la cual ha llegado a los libros de texto.

Como resultado, Metzger y colaboradores recomiendan a la UAI que con relación a la taxonomía planetaria debe de “abstenerse de recurrir al voto para crear la ilusión de un consenso científico”. Recomiendan igualmente que “las organizaciones educativas se preocupen por enseñar a los estudiantes que la taxonomía es una parte vital de la ciencia, al igual que lo son la observación de la naturaleza, la elaboración de hipótesis y la comprobación de las predicciones que de las mismas resultan”. En particular, señalan, “la taxonomía es empleada por los científicos para organizar sus observaciones y para pensar de manera más clara y comunicar conceptos que se unen para formar hipótesis”.

Y el coscorrón a la UAI lo rematan señalando: “las definiciones tales como la de “planeta” están determinadas por este proceso y no de forma arbitraria”.

Así, concluyen Metzger y colaboradores, los criterios para clasificar planetas deben basarse en su historia geofísica y no en si o no comparte su órbita con otros objetos astronómicos. Plutón, recibe de este modo una ayuda sólida en sus aspiraciones –suponemos que las tendrá– de regresar al selecto grupo de cuerpos celestes conocidos como “planetas”. Si así ocurriera, se corregiría la injusticia de la que fue víctima, dado que Plutón, según Metzger, es después de la Tierra el segundo planeta más complejo e interesante del Sistema solar.

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