El primer laboratorio científico de la historia

El valor de una momia a través del tiempo



Apareció en días pasados en la prensa internacional una noticia por demás inusual: el personal de la aduana del aeropuerto de El Cairo, Egipto, al examinar una pieza de equipaje por medio de rayos X descubrió partes del cuerpo de dos momias con miles de años de antigüedad. Dichas partes -un pedazo de torso, un brazo, una mano, dos piernas y dos pies- estaban escondidas dentro de dos bocinas y se pretendía que fueran embarcados de contrabando hacia Bélgica. Los fragmentos de momia fueron confiscados por las autoridades egipcias y enviados al Museo de Antigüedades de El Cairo para su estudio y conservación.

No es, por supuesto, inusual que los objetos del antiguo Egipto sean blanco del contrabando y del mercado negro de antigüedades. Después de todo, Egipto ha fascinado a los europeos por cientos -por no decir miles- de años, sobre todo después de la invasión a este país por Napoleón a finales del siglo XVIII. Prueba de esto son los innumerables objetos de arte egipcios que se encuentran en museos y colecciones privadas del mundo desarrollado, muchos de ellos producto del robo y del saqueo. Es, sin embargo, sorprendente que esta fascinación se extienda a un pedazo de momia al grado de generar un mercado negro, por más antigua que ésta pudiera ser.

Por otro lado, hay que reconocer que las momias egipcias son fascinantes; incluso han sido tema de películas de terror de gran éxito, entre otras muestras de su gran popularidad. Ésta es debida, entre otras cosas, a que son muy antiguas y abundantes, pues la momificación en el Egipto antiguo era una práctica muy extendida por la creencia egipcia en la vida después de la muerte y la necesidad de preservar el cuerpo para que dicha vida se diera. En estas condiciones la momificación la practicaba no solamente la clase dirigente sino también la población en general, con todo y los sacrificios económicos que representara para las clases bajas. De hecho, la momificación en el Egipto antiguo estaba tan extendida que se practicaba incluso con perros y gatos. Así, con una gran sobre producción de momias, no sorprende que se hayan acumulado en grandes cantidades.

Al margen de la utilidad práctica que la momificación haya tenido para que los egipcios alcanzaran la vida después de la muerte, sus creencias se hicieron obsoletas con el transcurrir del tiempo y con esto las momias perdieron su sentido original. Y dada su abundancia, fueron víctimas de prácticas que seguramente hubieran horrorizado al común de los mortales en el Egipto antiguo. En efecto, se sabe que a lo largo de la Edad media e incluso hasta las primeras décadas del siglo pasado, se pensaba que el polvo de momia egipcia tenía propiedades curativas y se usaba como medicina. Si bien esto convertía en caníbales a quien usaba dichos polvos para curar sus males, cabe suponer que en su momento las cosas no se veían de esta manera y se consideraba que, por su gran antigüedad, las momias egipcias eran objetos y no restos de personas.

Igualmente, con seguridad hubieran resultado ofensivas hace algunos miles de años en Egipto las fiestas que llevaban a cabo las clases pudientes en la Inglaterra victoriana cuyo principal atractivo era “desenrollar” una momia egipcia. Y como una muestra más de su valor práctico, las momias se usaban también como pigmentos para pintura y a manera de trofeo de caza para aquellos europeos pudientes que regresaban de un viaje a Egipto en el siglo XIX.

Así, una vez que se perdió la intención original con la que fueron creadas, a las momias egipcias se les dieron numerosas aplicaciones en virtud de su abundancia; abundancia que Mark Twain ilustra afirmando que se empleaban como combustible para locomotoras -lo cual era una broma, por supuesto.

Dada la sensibilidad y conocimientos científicos de nuestra época, las anteriores aplicaciones de las momias egipcias no representan en estos días una oportunidad de negocio que origine un mercado negro y operaciones de contrabando. El episodio de esta semana en el aeropuerto de El Cairo se entendería, entonces, como uno de tráfico de antigüedades egipcias.

Se sabe que el mercado para el tráfico ilegal de objetos de arte y de valor cultural es floreciente y, según los expertos, es superado en tamaño solamente por el tráfico de estupefacientes y el tráfico de armas. En el caso de Egipto, dicho tráfico se ha visto incrementado desde 2009, en coincidencia con la crisis económica global.

Así, si del sarcófago de una momia se tratara, no es difícil concluir que tendría un valor en el mercado negro. El episodio del aeropuerto de El Cairo nos muestra que, aparentemente, lo tienen también simples fragmentos de momia. Legalmente éstos no pueden sacarse del territorio egipcio, lo que, por supuesto, aumenta su valor en el mercado negro.

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