El primer laboratorio científico de la historia

Un cerro mítico



Tuve ocasión de visitar en días pasados la ciudad de Potosí, Bolivia la cual se encuentra localizada en el sur del altiplano boliviano, al pie del Cerro Rico. Con una altitud superior a los 4,000 metros, Potosí compite con la ciudad de El Alto, también en Bolivia, como la ciudad con una población superior a los 100,000 habitantes más alta del mundo. Potosí es una ciudad con un clima frío y seco, que parece estar locada en el fin del mundo.

Como sabemos, durante la colonia española, el Cerro Rico de Potosí fue asiento de las minas de plata más ricas del planeta, las cuales produjeron una parte sustancial de este metal que circuló por el mundo. El Cerro Rico fue particularmente relevante entre los años 1545 -cuando empezó su explotación- y 1650, época en la que Potosí alcanzó una población de 160,000 habitantes que rivalizaba con la de las mayores ciudades europeas de aquellos tiempos.

Sabemos, por otro lado, que el nombre de nuestra ciudad incluye la palabra Potosí en referencia a las minas de plata del Cerro de San Pedro que se pensaba podrían alcanzar la importancia de las del Cerro Rico. Si bien no se cumplieron las expectativas en este sentido, la producción de plata de la Nueva España en su conjunto alcanzó niveles muy altos -aunque no tanto como los del Cerro Rico- con minas en Zacatecas, Guanajuato, Real del Monte y San Luis Potosí.

Se sabe que una parte importante de la producción de plata en la Nueva España y en el Alto Perú -en donde se encontraba Potosí- se dirigió hacia China para la adquisición de productos como la seda y el té que tenían gran demanda. En este sentido, China era en esa época un país avanzado y autosuficiente que no estaba interesado en productos europeos o americanos otros que no fueran los metales preciosos. Una parte más de la producción de plata se quedaba en las colonias españolas, mientras que otra, por supuesto, se dirigía a España. Además, vía el pago de la deuda adquirida por la corona española para financiar sus guerras, o bien a través del robo de galeones españoles cargados con plata por parte de los piratas ingleses, la plata americana llegó a otros países europeos.

Se ha considerado que el flujo de plata del Nuevo Mundo hacia Europa fue uno de los factores que originaron la inflación sufrida por la economía europea entre los años 1550 y 1650 y en este contexto, Anne-Marie Desaulty y Francis Albarede de la Universidad de Lyon en Francia, se propusieron estudiar con detalle el flujo de la plata de la Nueva España y del Alto Perú hacia Europa. Reportaron los resultados de su investigación en el número de febrero de 2013 de la revista Geology.

El estudio de Desaulty y Albarede se basó en la medición de la composición isotópica de plata, cobre y plomo de 15 monedas inglesas acuñadas en el periodo 1272-1649, y su comparación con las composiciones respectivas de los yacimientos de Potosí y de México, lo mismo que de monedas acuñadas en la Europa Medieval.

Sabemos que los elementos químicos como la plata, el cobre y el plomo se encuentran en la naturaleza en la forma de diferentes isótopos, los cuales son variedades de un elemento químico con pesos diferentes. La utilidad de este hecho para el estudio de Desaulty y Albarede radica en que la composición de isótopos de plata, cobre y plomo del Cerro Rico es característico y diferente de la composición respectiva de las minas mexicanas. Así, la medición de la composición isotópica de las monedas inglesas permitió a los investigadores determinar el origen de la plata contenida en las monedas inglesas y a partir de éste los flujos de plata desde el Nuevo Mundo hacia Europa.

Como resultado de su investigación, Desaulty y Albarede encontraron que la composición isotópica de las monedas acuñadas antes de 1553 coincide con la composición de las monedas medievales. En contraste, la composición de las monedas acuñadas entre 1553 y 1649, con una excepción, coincide con la composición de los yacimientos mexicanos, pero no con la de Potosí. Esto prueba que hubo un flujo de plata de la Nueva España hacia Europa en los siglos XVI y XVII. Igualmente, indicaría que la plata del Cerro Rico no había alcanzado Europa al mediar el siglo XVII. Solamente hacia el final del reinado de Carlos I de Inglaterra a mediados del siglo XVII habría llegado la plata del Potosí a las monedas inglesas.

De este modo, antes de 1650 el destino de la plata de Potosí habría sido China y no Europa. Dada la situación geográfica de Potosí, el metal habría sido primeramente llevado hasta la costa del Océano Pacífico, atravesando la cordillera de los Andes, y una vez allí transportado por mar hasta Acapulco. Desde Acapulco, el Galeón de Manila habría llevado los cargamentos de plata hasta China vía las Filipinas.

De hecho, una ruta hacia el oeste es más natural desde Potosí que una hacia el este, lo que implicaría cruzar Brasil para alcanzar la costa atlántica. En contraste, para la plata mexicana era más natural una ruta hacia el este, llegando primeramente a Veracruz y de ahí a Europa cruzando el Océano Atlántico. Esto explicaría la tardanza de la plata del Cerro Rico en llegar a Europa.

De una u otra manera, si bien en la actualidad en apariencia el Cerro Rico luce como debería haberlo hecho en su época de esplendor, internamente es un queso gruyere vacío de plata. De hecho, Bolivia ocupa actualmente apenas el sexto lugar mundial como productor de este metal, lejos del primerísimo lugar que alguna vez ocupó. Todo esto como producto de la sobreexplotación del Cerro Rico. Y con poco beneficio -por no decir maleficio- para los muchos bolivianos que perecieron en sus entrañas.

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