El primer laboratorio científico de la historia

Tiempos complicados pero sorteables



Los últimos días hemos sido sorprendidos por las compras de pánico que se han dado ante el esperado, y después confirmado, arribo del coronavirus de Wuhan a la ciudad. Es comprensible, por supuesto, que ante un peligro desconocido -y del comportamiento del coronavirus todavía hay cosas por averiguar- se produzcan alarmas que lleven a comprar y acumular víveres y productos de limpieza en previsión de que la epidemia nos obligue a permanecer encerrados en nuestras casas. Es, no obstante, difícil entender que un producto que está teniendo gran demanda sea el papel higiénico. Fenómeno que, por lo demás, ocurre a escala mundial.

Sin duda, el papel higiénico es un producto indispensable. A juzgar por las imágenes que puede uno encontrar en Internet, sin embargo, se está adquiriendo en cantidades que se antojan excesivas. Buscando en Internet se pueden encontrar explicaciones para el fenómeno, ofrecidas por especialistas en la materia. Así, las compras masivas de papel higiénico darían a quien las hace una sensación de control sobre la epidemia. No queda claro, sin embargo, por qué precisamente el papel higiénico es capaz de producir esa sensación y no, digamos, los tapetes de baño, por poner un ejemplo.

Otras explicaciones van en otro sentido: ante un peligro desconocido, la gente compra lo que otros compran como mecanismo de defensa. Esto suena razonable, pero habría que explicar cómo se inició todo el proceso. Es decir, por qué a alguien en algún momento se le pudo ocurrir que el papel higiénico es una defensa en contra del coronavirus.

Por lo demás, explicaciones aparte, el exceso en la compra de papel higiénico y la escasez que esto podría ocasionar no es un asunto demasiado serio y podría solucionarse de diversas maneras. Por ejemplo, la edición del pasado 5 de marzo del periódico australiano NT News apareció con ocho páginas en blanco. De manera explícita, para que fueran usadas en caso de necesidad.

Mas seria es la epidemia misma que se está propagando a gran velocidad. En este respecto, algo que alarma a los expertos es la posibilidad de que una persona infectada pueda trasmitir el virus aun antes de mostrar los primeros síntomas de la enfermedad. Un artículo depositado en el sitio de preimpresos medRxiv el pasado 8 de marzo apunta a esta posibilidad. Dicho artículo fue escrito por un grupo de investigadores encabezados por Ganyani Tapiwa de la Universidad Hasselt en Bélgica.

En base a un estudio de brotes de COVID-19 ocurridos en Singapur y en Tianjin, China, Tapiwa y colaboradores concluyen que el 48% de las infecciones ocurridas en Singapur se dieron en una etapa pre-sintomática, mientras que en Tianjin esta cifra se eleva hasta el 64%. Hay que hacer notar, no obstante, que el artículo de referencia no ha sido todavía evaluado por pares, por lo que sus resultados deben tomarse con precaución.

De un modo u otro, lo que sí es un hecho es que la epidemia se propaga a gran velocidad y que aquellos que somos poco versados en materia de epidemias nos preguntamos sobre cuál será la mejor defensa en contra del coronavirus. Los especialistas nos dan una respuesta: debemos lavarnos las manos con agua y jabón de manera frecuente y evitar tocarnos la cara. Debemos también limpiar las superficies de los muebles con las que estemos en contacto.

La base para estas recomendaciones es simple: una persona infectada expulsa al toser o estornudar gotas microscópicas de saliva con el virus que, o se dispersan en el aire o se depositan en las superficies que encuentran a su paso. Una persona sana puede infectarse si estas gotas alcanzan su nariz o boca. O bien, si con las manos recoge virus depositados en alguna superficie u objeto y después se lleva la mano a la boca, nariz u ojos.

La efectividad de estas vías de contagio dependerá de la estabilidad del virus en el aire o en las superficies en donde se depositó. Al ser el coronavirus de Wuhan un virus nuevo, esta estabilidad no es conocida. Un artículo depositado en el archivo medRxiv el pasado viernes, sin embargo, nos ofrece una respuesta. Dicho artículo fue escrito por un grupo de investigadores adscritos a instituciones de investigación norteamericanas, encabezado por Neeltje Van Doremales del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas.

De acuerdo con Doremales y colaboradores, el coronavirus de Wuhan puede persistir en el aire hasta por tres horas, mientras que depositado en una superficie de cobre lo hará hasta por cuatro horas, y hasta por 2-3 días sobre plástico o acero inoxidable. Con estos resultados, concluyen los investigadores que una vía plausible de transmisión del coronavirus de Wuhan es, efectivamente, a través de las gotas microscopias de saliva expulsadas por la persona enferma. Hay que notar, sin embargo, que el artículo referido está en una etapa de revisión por pares.

Por lo demás, los resultados de Doremales y colaboradores están en línea con las recomendaciones de los expertos: evitar el contacto cercano con una persona enferma, lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón, desinfectar las superficies y objetos con los que estemos en contacto, y evitar tocarse la cara con las manos. En cuanto a cómo evitar las infecciones de portadores asintomáticos -en el caso de que se diera el fenómeno-, los especialistas no tienen posiblemente todavía una respuesta.

Para terminar, podemos quizá señalar que, en las circunstancias en las que nos encontramos, las compras de pánico que acaban con el papel sanitario en las tiendas resultan es un mal menor. Mal que no iría más allá de que, aquellos que no acumulamos papel higiénico, nos viéramos desprovistos de lo que hoy es un artículo de primera necesidad. Situación que, con seguridad, tendría una pronta solución.

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