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En otro incidente ocurrido en octubre de 1992 en el pueblo de Peekskill, al norte de la ciudad de Nueva York, un meteorito del tamaño de una bola de boliche se precipitó sobre un automóvil estacionado, un Chevy Malibú 1980 de color rojo que resultó severamente dañado. Gracias a esto, el automóvil se convirtió en una celebridad, al grado que ha sido exhibido en museos a lo largo del mundo. De hecho, en el sitio oficial del “Automóvil del meteorito de Peekskill” se le ofrece precisamente para propósitos de exhibición.
En otras ocasiones, los encuentros cercanos con los meteoritos no han sido tan afortunados. El caso más connotado es quizá el del meteorito de Chicxulub, que hace 65 millones de años acabó con los dinosaurios y provocó una extinción masiva de especies. En este caso, los dinosaurios sobre los que directamente aterrizó el meteorito resultaron sin duda muertos de manera instantánea. Habrían sido los menos, sin embargo, y la extinción masiva de especies sobrevino por las posteriores consecuencias climáticas que tuvo el meteorito.
Dejemos de lado, no obstante, situaciones tan extremas y limitémonos a incidentes de muerte de personas directamente golpeadas por un meteorito. Encontramos que de manera notable, no hay casos comprobables en este sentido. En 2016 un hombre fue muerto en la India por lo que inicialmente se había pensado fue un meteorito. Hoy en día, sin embargo, se considera que no fue por un objeto extraterrestre lo que provocó el incidente. Las muertes ocasionadas directamente por el impacto de un meteorito son entonces muy escasas y una estimación de su probabilidad de ocurrencia es difícil de establecer.
En estas circunstancias, resulta interesante enterarnos que, finalmente, se ha encontrado la primera evidencia sólida de muerte producida directamente por un meteorito. Esta habría ocurrido el 22 de agosto de 1888 en Sulaymaniyah, Irak, entonces parte del Imperio Otomano, tal como se reporta en un artículo publicado por un grupo de investigadores encabezado por Ozan Unsalan de la Universidad Ege en Turquía.
Durante el incidente estudiado por los investigadores, alrededor de las 20:30 horas se avistó en el cielo una gran bola de fuego y se escuchó una explosión, seguida de una lluvia de meteoritos que cayó sobre una aldea y que duró cerca de diez minutos. Como resultado, falleció un hombre y otro resultó con heridas que lo dejaron paralítico. Este relato fue descubierto por Unsalan y colaboradores en tres manuscritos oficiales del gobierno turco recientemente digitalizados, en los que las autoridades locales informan a las autoridades centrales sobre el incidente y les hacen llegar fragmentos del meteorito.
Si bien por el momento no se han localizado estos fragmentos, los investigadores consideran que la evidencia que encontraron en los documentos oficiales es suficientemente sólida –por, precisamente, provenir de informes oficiales- para concluir que han encontrado la primera evidencia de un hombre muerto por un meteorito.
La dificultad para encontrar esta evidencia nos indica que tendríamos que ser extraordinariamente desafortunados para que un meteorito cayera justo en el lugar en el que estamos parados. Establecer la probabilidad de que esto ocurra es difícil, pero Clark Chapman del Instituto de Investigación del Suroeste, en Boulder, Colorado, aventura una cifra: la probabilidad de morir por el impacto de un meteorito es de 1 en 1,600,000. Para efectos de comparación, la probabilidad de morir por un rayo en una tormenta eléctrica es más de diez veces mayor. Podemos así vivir tranquilos sin preocuparnos de que el cielo nos pueda dar una sorpresa desagradable.
Interesante
Alabama
Investigación
Lluvia de meteoros
Meteorito
Location:
San Luis Potosí
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