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Como nos lo explican los expertos, los huracanes prosperan con la humedad que recoge el aire atmosférico en contacto con el agua del océano. De hecho, dicha humedad es el combustible que genera y mantiene a un huracán. En efecto, al absorber humedad, el aire se hace más ligero y se eleva por sobre la superficie del océano, hasta alturas en donde encuentra temperaturas más bajas que provocan que la humedad se condense formando nubes. Con esta condensación se libera la energía que mantiene al huracán en movimiento.
La cantidad máxima de humedad que puede contener el aire, por otro lado, depende de su temperatura; y al mismo tiempo, entre más alta es la temperatura del agua, más fácilmente puede transferir humedad al aire.
Por todo lo anterior, los huracanes se desarrollan en la medida en que se mueven sobre las aguas cálidas del océano. Al llegar a la costa, en contraste, pierden la fuente de energía que los mantiene en movimiento y eventualmente se extinguen. Esto es afortunado pues solamente una franja a lo largo de la costa de arribo es la que sufre los embates de los huracanes.
Esta franja, sin embargo, se está ensanchando por efecto del cambio climático. Esto, al menos, de acuerdo con un artículo publicado el pasado 11 de noviembre en la revista “Nature” por Lin Li y Pinaki Chakraborty del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa, Japón.
De acuerdo con Li y Chakraborty, en la medida en que se incrementa la temperatura de los océanos por el cambio climático, hay una mayor incorporación de humedad a la atmósfera, y por tanto tienden a aparecer huracanes con mayores cargas de humedad y mayores intensidades. Esto incrementa la distancia de penetración de los huracanes tierra adentro una vez que tocan la costa, dado que, con una mayor carga de humedad, los huracanes tienen más reservas para sobrevivir activos por tiempos más largos, aun sobre terreno firme.
Li y Chakraborty llegaron a esta conclusión mediante un estudio de los huracanes que tocaron tierra en los últimos 50 años. Encontraron que el tiempo de decaimiento de un huracán una vez que toca tierra, ha aumentado en consonancia con el incremento en la temperatura del océano. Así, mientras que al final de la década de los años 60 un huracán típico perdía el 75 por ciento de su intensidad después del primer día de haber tocado tierra, en la actualidad esta pérdida es de sólo el 50 por ciento. Además, por medio de simulaciones de computadora, Li y Chakraborty demostraron que el incremento en la duración de los huracanes en tierra está, efectivamente, vinculado con una mayor carga de humedad.
Los resultados de Li y Chakraborty indican que aun si la intensidad de los huracanes permaneciera igual, su poder destructivo se está incrementando en virtud de su mayor penetración en tierra firme. Con relación a esto, los investigadores hacen notar que las poblaciones tierra adentro están menos preparadas para resistir los embates de los huracanes que las poblaciones en la costa, y por lo tanto son más vulnerables.
Dado que el clima del planeta es algo extremadamente complicado, los resultados de Li y Chakraborty hubieran sido difíciles de predecir. Con seguridad, en un futuro cercano, en la medida en que se estudien con detalle los efectos del cambio climático, se encontrarán resultados que no llamarán a la sorpresa, pero que no serán evidentes a primera vista. Después de todo, la temperatura del planeta no había estado tan alta en los últimos seis mil años.
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San Luis Potosí
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