Hogar, dulce hogar

Negocio redondo



De acuerdo con estadísticas actualizadas el día de ayer por el periódico New York Times, los Estados Unidos han aplicado a su población casi 137 millones de vacunas contra el coronavirus, lo que lo convierte en el país que más vacunas ha aplicado. En porcentajes, el 27 por ciento de la población estadounidense ha recibido cuando menos una dosis de la vacuna mientras que el 15 por ciento está totalmente vacunado. Al ritmo actual, los Estados Unidos vacunarían al 70 por ciento de su población en el curso de cuatro meses. En números absolutos, a los Estados Unidos le siguen China, India y el Reino Unido con 97 millones, 58 millones y 32 millones de vacunas aplicadas, en forma respectiva.

De manera poco sorprendente, los países que más vacunas han aplicado tienden a ser aquellos que más han contribuido a su desarrollo, y en ese sentido destacan los Estados Unidos que han canalizado o comprometido más de 10,000 millones de dólares de dinero público a compañías farmacéuticas privadas para acelerar el desarrollo de las vacunas, incluyendo a Pfizer, Moderna y Johnson y Johnson, que han producido las tres vacunas cuyo uso hasta la fecha ha sido autorizado en los Estados Unidos.

En contraste con países involucrados en el desarrollo de las vacunas, en otros países no involucrados las estadísticas de vacunación son más modestas. En México, por ejemplo, según las estadísticas del New York Times, se han aplicado alrededor de 6.5 millones de vacunas, lo que representa apenas 5.1 vacunas por cada 100 habitantes.

No es difícil entender que los Estados Unidos, que han invertido masivamente en el desarrollo de las vacunas, busquen como prioridad asegurar el número suficiente de vacunas para cubrir a su población. De igual forma y de manera también predecible, los países ricos, hayan o no financiado el desarrollo de las vacunas, han buscado asegurar suficientes vacunas para proteger a sus respectivas poblaciones.

Como resultado de todo lo anterior los países ricos han negociado contratos con las compañías farmacéuticas y acaparado las vacunas disponibles, en detrimento de los países con menos recursos que poco interesan a dichas compañías. Como lo hizo notar el pasado 18 de enero Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director de la Organización Mundial de la Salud, “Más de 39 millones de dosis de vacuna se han administrado en al menos 49 países de ingresos altos. Solo se han administrado 25 dosis en uno de los países de ingresos más bajos. No 25 millones; no 25 mil; solo 25”.

El acaparamiento de vacunas por los países ricos ha sido motivo de fuertes críticas, dado que el desarrollo de las vacunas solo fue posible con el concurso del dinero público y como resultado las compañías farmacéuticas recibirían grandes beneficios. En efecto, el desarrollo de vacunas altamente efectivas en menos de un año, sólo fue posible por los resultados de investigación básica que se acumularon a lo largo de las últimas décadas y que fueron financiadas con dinero público, como lo relata un artículo aparecido en la revista “Scientific American” el pasado 18 de noviembre. La acumulación de conocimientos científicos, sin embargo, no fue suficiente y tuvo que venir la emergencia sanitaria para que, con la inversión masiva de dinero público, las compañías farmacéuticas pudieran desarrollar las vacunas en tiempo récord. A no dudarlo, a dichas compañías la epidemia también les ha caído como anillo al dedo.

Así las cosas, hay propuestas para suspender provisionalmente, en tanto se supera la pandemia, los derechos de patente de las vacunas que poseen las compañías farmacéuticas, con el objeto impulsar su producción masiva y reducir su costo. Después de todo, dado que el mundo está altamente intercomunicado, la pandemia es un problema global que tiene que resolverse como tal para evitar su propagación, aun desde regiones remotas. En este sentido es ilustrativo el caso de la ciudad brasileña de Manaos, situada en medio de la selva amazónica y la cual, a pesar de estar relativamente aislada y prácticamente sin comunicaciones por vía terrestre, ha tenido dos olas mortíferas de coronavirus e incluso ha generado una nueva cepa más contagiosa que ya se ha propagado a otros países sudamericanos. Sin importar las buenas intenciones de aquellos que pugnan por que las farmacéuticas renuncien a sus ganancias en tanto pasa la pandemia, es posible que no pasen de ser eso, buenas intenciones. AstraZeneca, por ejemplo, ha manifestado que no lucrará con su vacuna hasta pasada la pandemia. Tal parece, no obstante, que piensa declararla finalizada el próximo mes de julio. Ojalá, pero está de dudarse.

Comentarios

  1. Muchas Gracias por compartir este interesante artículo, un fuerte abrazo Tío Alfonso !!

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  2. Ojalá las farmacéuticas, demuestren en esta ocasión que son sensibles al problema mundial y posterguen su negocio redondo. Excelente reflexión cuñado!!

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  3. Hola, siempre interesantes esas reflexiones. Me gusta leer tus artículos.

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