El primer laboratorio científico de la historia

En prevención de una futura emigración



En un escenario de ciencia-ficción podríamos imaginar que nuestro planeta alcanza un nivel de contaminación tal por la sobreexplotación de nuestros recursos naturales que parte de la población del mundo se ve obligada a emigrar a otro planeta. Las olas migratorias, por supuesto, se han dado en el pasado y nunca en condiciones óptimas. Estaríamos de acuerdo, sin embargo, que cambiar de planeta resultaría un poco más traumático. El destino más probable sería Marte, que está relativamente cerca, aunque con condiciones ambientales nada acogedoras, pues además de no tener una atmósfera con oxígeno para respirar, está bombardeado continuamente por mortíferas radiaciones de alta energía, entre otros inconvenientes.

La emigración planetaria no debería ser entonces una opción -a menos que no nos quede otra- y más nos valdría tratar de arreglar nuestros problemas ambientales a la brevedad. Estos problemas incluyen las crisis por la contaminación atmosférica, la contaminación de los océanos, la contaminación por desechos plásticos, la contaminación por desechos radiactivos, el congestionamiento de satélites en órbitas terrestres y, por supuesto, el calentamiento global y el cambio climático que no se han podido frenar.

Aunado a lo anterior, el planeta podría enfrentar en un futuro una escasez de agua por la sobreexplotación de los mantos acuíferos que proporcionan este líquido a miles de millones de personas, además de la mitad del agua consumida a nivel global por la agricultura. Este problema es abordado por un artículo publicado esta semana en la revista “Science” por Scott Jasechsko y Debra Perrone de la Universidad de California en Santa Bárbara.

En dicho artículo, Jasechsko y Perrone reportan los resultados de un estudio en el que hicieron una compilación de 39 millones de pozos de agua en 40 países, los cuales producen la mitad del total de agua extraída del subsuelo a nivel global. Los investigadores compararon el nivel del agua en cada pozo con su profundidad y encontraron que hasta un 20 por ciento de los pozos tienen profundidades no mayores de 5 metros por abajo de su nivel del agua. Jasechsko y Perrone examinaron también las memorias de construcción de cada pozo y encontraron que, si bien los pozos perforados más recientemente tienden a ser más profundos que los anteriores, esto no es siempre es así, aun si se tienen datos de que hay una disminución de los niveles de agua por la sobreexplotación.

Los datos compilados por Jasechsko y Perrone muestran que en una mayoría de países, incluyendo a los Estados Unidos, el Reino Unido y México, hubo una tendencia en el periodo 2000-2015, a perforar pozos más profundos que más someros, para compensar el abatimiento de los niveles de agua. En algunos otros países, como Argentina, Alemania y Japón, se dio la tendencia opuesta en el mismo periodo de tiempo,

En estas condiciones, Jasechsko y Perrone estiman que hasta un 20% de los pozos a nivel mundial, se encontrarían en riesgo de secarse si el nivel del agua disminuyera en unos pocos metros, generando una crisis de grandes proporciones. Y esto podría suceder tanto con pozos antiguos como con pozos perforados recientemente. A pesar de esto, como señalan los autores, no todos los países que estudiaron cuentan con una red de monitoreo del agua.

Consideran Jasechsko y Perrone que deben de implementarse redes de monitoreo de pozos que proporcionen datos sobre sus profundidades y niveles de agua, datos que deben de hacerse públicos, con el fin de determinar las profundidades a las que deben perforarse los nuevos pozos; esto, a la luz de predicciones sobre la disminución de los niveles de agua en el futuro.

Tenemos así la tarea de abordar y remediar los problemas ambientales por los que atraviesa el planeta, incluyendo el de la sobreexplotación de los mantos acuíferos, so pena de vernos obligados a emigrar a otro planeta.

No obstante, en previsión de esta última eventualidad, habría que mencionar que la semana que hoy termina la NASA anunció que su explorador “Perseverance” había logrado producir oxígeno en Marte a partir del dióxido de carbono de la atmósfera marciana. La cantidad producida fue muy pequeña, alrededor de cinco gramos, que apenas es suficiente para que pueda respirar una persona por diez minutos. El resultado es, sin embargo, alentador, pues involucra la utilización de materia prima marciana para fabricar un elemento que no solamente es indispensable para que futuros astronautas puedan sobrevivir en Marte, sino que también es esencial para impulsar a los cohetes que los traerían de regreso a la Tierra. Además, combinándolo con el hidrógeno, será posible obtener agua, que también es indispensable para la supervivencia. Un paso importante, sin bien pequeño, para avanzar en la colonización de Marte.

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