El primer laboratorio científico de la historia

El futuro del virus



De acuerdo con el sitio “Our World in Data”, a la fecha se han administrado aproximadamente 1,600 millones de dosis de vacunas contra el Covid-19 a nivel global. Como resultado, el 9.5 por ciento de la población del mundo ha recibido cuando menos una vacuna, mientras que un 5 por ciento adicional está completamente vacunada. En la aplicación de vacunas el liderazgo lo tiene Israel, que ha logrado inmunizar por completo al 59 por ciento de su población. Los Estados Unidos, por su lado, es el país que más vacunas ha aplicado con un total de 282 millones. Con esto, el 38 por ciento de su población está completamente vacunada.

México no destaca en cuanto al porcentaje de su población completamente vacunada, aun en comparación con otros países latinoamericanos. Así, apenas el 8.8 por ciento de la población de México está completamente vacunada, en contraste con Chile y Uruguay que han vacunado completamente al 40 por ciento y al 28 por ciento de su población, en forma respectiva.

Por lo demás, si bien de manera dispareja, los países del mundo están avanzando en el proceso de vacunación y tenemos la esperanza que pronto será superada la emergencia sanitaria. Con esta perspectiva, algunos se preguntan por el rumbo que tomará el coronavirus en el futuro y especulan sobre la posibilidad de que se convierta en un virus endémico -sin su virulencia actual-, tal como otros virus de la gripe común que aparecen de manera estacional. Y es esta una posibilidad que se explora en un artículo aparecido el pasado 7 de mayo en la revista “Virus”, publicado por un grupo de investigadores de la Universidad de Utah encabezado por Alexander Beams.

Beams y colaboradores hacen notar que se pueden encontrar claves sobre la evolución futura del coronavirus causante de la epidemia actual si se examinan otras epidemias del pasado. Consideran en particular la llamada “gripe rusa”, que se originó en Asia central en 1889. Desde su punto de origen, la epidemia llego hasta San Petersburgo y de ahí se expandió rápidamente a Europa y al resto del mundo. 25 millones de personas fueron infectadas, de las cuales un millón fallecieron. Los investigadores hacen notar que hay evidencia genética de que la gripe rusa fue debida a un coronavirus que es actualmente estacional.

Dicho coronavirus habría perdido así su virulencia, ya sea porque sufrió cambios genéticos, o bien porque la población desarrolló defensas inmunológicas. Al respecto, Beams y colaboradores traen a colación el caso de un grupo de personas que permanecieron aisladas por cinco meses en una base británica de la Antártida en la década de los años setenta del siglo pasado, los cuales enfermaron gravemente por un virus de gripe común. Esto, según los investigadores, fue debido a que el sistema inmunológico pareciera requerir de la exposición frecuente al virus para mantener su efectividad.

Para explorar la posible evolución futura del Covid-19, Beams y colaboradores desarrollaron un modelo matemático simplificado que asumió que la gravedad de la enfermedad depende del tamaño de la dosis de virus a la que el paciente fue expuesto. Supusieron también que los enfermos graves expulsan más virus que las personas con enfermedades leves, de modo que los primeros tenderán a producir enfermos graves y los segundos enfermos leves. Igualmente, asumieron que los niños tienden a sufrir infecciones leves y por tanto son fundamentalmente generadores de enfermos leves. Finalmente, consideraron que, en la medida en que la población genera una inmunidad parcial, se podrían generar casos de enfermedades leves, tal como sucede con otros coronavirus de la gripe común.

Con las anteriores suposiciones, Beams y colaboradores encuentran que en el largo plazo la población estará predispuesta a desarrollar enfermedades leves, llevando a la desaparición de las enfermedades graves en el curso de una década. Esto sería resultado de una adaptación de nuestro sistema inmunológico - que no estaba preparado para combatir al virus cuando hizo su aparición-, mas que de una evolución genética del coronavirus. En el futuro, quienes encontrarían al virus por vez primera serían los niños, pero estos tenderían solamente a desarrollar enfermedades leves.

De estar Beams y colaboradores en lo cierto, en el futuro el coronavirus, que tantos dolores de cabeza nos ha causado a lo largo del último año, no sería sino un mal recuerdo. Quizá la posteridad nos recordará con algo así como: “en los años veinte del siglo XXI se desarrolló una pandemia de coronavirus que puso de cabeza al mundo, tal como lo hizo la gripe española un siglo antes”. Además de que, por supuesto, el bicho será una monserga cada invierno cuando tengamos que cuidarnos de otro virus más.

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