El primer laboratorio científico de la historia

Proceso de chatarrización



Según la Organización Mundial de la Salud, mientras que en 1980 108 millones de personas en el mundo sufrían de diabetes, en 2014 este número se había cuadruplicado, alcanzando 422 millones; esto es, el 8.5 por ciento de la población mundial adulta. En los años subsecuentes la tendencia creciente se mantuvo y en 2019 el número de personas con diabetes alcanzó los 463 millones, lo que representó el 9.3 por ciento de la población adulta. Según los expertos, la tendencia continuará en el futuro y se espera que en 2045 casi el 11 por ciento de los adultos sufrirán de diabetes. Dada la situación, la diabetes es ya un problema mayor de salud pública y podría convertirse en la mayor epidemia del siglo XXI.

Como nos lo explican los especialistas, el incremento en los casos de diabetes en el último medio siglo está en buena medida asociado a cambios en nuestra alimentación, que nos ha llevado a elevar el consumo de la llamada comida chatarra, con el consecuente incremento en nuestros índices de sobrepeso y obesidad.

La prevalencia de la diabetes, por otro lado, no es uniforme a lo largo del mundo y afecta más a algunos países que a otros. En este sentido, es interesante mencionar el artículo publicado en 2017 por Paul Zimmet de la Universidad Monash en Australia en la revista “Clinical Diabetes and Endocrinology” en el que menciona un estudio de prevalencia de la diabetes llevado a cabo en la isla Mauricio en el océano Índico, en el que hicieron levantamientos cada cinco años entre 1987 y 2015: Encontraron que la prevalencia de la diabetes creció de 14.6 por ciento en 1987 a 23.6 por ciento en 2009, un incremento de 60 por ciento en dos décadas. Un punto interesante que Zimmet hace notar, es que la tendencia en el crecimiento de la enfermedad fue la misma para los tres grupos étnicos mayoritarios de Mauricio: chinos, sudafricanos e indios de la India, lo que indicaría que las tendencias observadas en Mauricio podrían extenderse a China y a la India, que conjuntan una buena parte de la población mundial. Estaríamos pues ante una epidemia de alcance global.

De hecho, como lo consigna Zimmet, tanto en China como en la India la epidemia de diabetes ha crecido de forma acelerada. Así, la India cuenta actualmente con cerca de 90 millones de enfermos de diabetes, mientras que en China la prevalencia de la enfermedad se ha elevado desde el uno por ciento en 1980, hasta casi 10 por ciento en 2009. En concordancia con este aumento, Zimmet hace notar que el restaurante de McDonalds en la plaza Tiananmen en Beijing, China, es uno de los más activos de la cadena a nivel mundial.

Una evidencia de que el consumo de comida chatarra es una de las mayores causas de la epidemia de diabetes nos la proporciona el artículo publicado esta semana en la revista “JAMA Network”, por un grupo de investigadores encabezado por Rania Kanchi, de la Universidad de Nueva York. En su artículo, Kanchi y colaboradores reportan los resultados de un estudio llevado a cabo con el fin de averiguar si la disponibilidad de restaurantes de comida rápida en un determinado vecindario tiene alguna influencia sobre la probabilidad de que los habitantes del mismo desarrollen diabetes.

Para este propósito, integraron un grupo de más de cuatro millones de veteranos del ejército estadounidense dispersos en todo el territorio norteamericano, no enfermos de diabetes, y lo siguieron a lo largo del periodo de 2008 a 2016. Esto, para averiguar si desarrollaban la enfermedad, morían o permanecían sanos a lo largo del periodo de estudio. Consideraron los investigadores cuatro tipos de vecindarios: urbanos de alta densidad, urbanos de baja densidad, suburbanos y rurales. Encontraron que una mayor densidad de restaurantes de comida rápida en un vecindario dado lleva a un incremento modesto en el riesgo de desarrollar diabetes. En contraste, una mayor densidad de supermercados está asociado con un menor riesgo de desarrollar la enfermedad en vecindarios suburbanos y rurales. Esto último, presumiblemente debido a que un supermercado ofrece opciones para adquirir alimentos que pueden cocinarse en casa para una alimentación más sana. Así, o bien la densidad de restaurantes de comida rápida en los Estados Unidos tendría que limitarse, o bien estos tendrían que ofrecer opciones bajas en grasa, sal y azúcares.

Por lo demás, al margen de las medidas que se tomen, y a diferencia de otras calamidades que azotan al mundo, podemos de manera individual tomar acciones para protegernos. Y como guía, podríamos quizá recordar cuáles eran los alimentos que se consumían hace medio siglo, y dar marcha atrás a la chatarrización de la comida.

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