El primer laboratorio científico de la historia

Triste primavera



El pasado 23 de noviembre, la NASA lanzó una nave espacial con la misión de colisionar con el asteroide Dimorfos. El objetivo de la NASA es averiguar en qué medida es posible desviar la trayectoria de un asteroide con el objeto de desarrollar estrategias para defendernos del impacto de asteroides en ruta de colisión con la Tierra. Ciertamente, no es el caso de Dimorfos, que en su máximo acercamiento a nuestro planeta se encontrará a una distancia diez veces mayor que la distancia entre la Tierra y la Luna. No obstante, aun con una probabilidad muy baja, no podemos descartar que en el futuro nos enfrentemos con un asteroide de gran tamaño con resultados desastrosos para el planeta.

El ejemplo extremo en este sentido es el bien conocido asteroide de 10 kilómetros de diámetro que provocó la extinción de los dinosaurios al final del periodo Cretácico hace 66 millones de años. Como sabemos, el impacto de este asteroide ocurrió cerca del pueblo de Chicxulub, en la costa norte de la península de Yucatán, generando un cráter de 200 kilómetros de diámetro que produjo terremotos y tsunamis gigantescos. El impacto lanzó a la atmósfera enormes cantidades de polvo y partículas que bloquearon por años la luz solar, impidiendo el proceso de fotosíntesis y llevando a la tercera gran extinción de especies en la historia de la Tierra.

Con respecto a la extinción de especies, los especialistas consideran que es esencial determinar la época del año en que ocurrió la caída del asteroide, dado que muchas funciones biológicas, como los patrones de reproducción y las estrategias de alimentación, dependen de las estaciones del año. En este sentido surge la pregunta: ¿es posible determinar la época del año en que ocurrió un evento, ciertamente catastrófico, pero extremadamente remoto? De manera sorprendente, un artículo aparecido esta semana en la revista “Scientific Reports” nos da una contestación afirmativa. Dicho artículo fue publicado por un grupo internacional de investigadores, encabezado por Robert DePalma de la Universidad de Manchester, en el Reino Unido.

En su artículo, DePalma y colaboradores llegan a la conclusión de que el inicio del fin de los dinosaurios ocurrió en un día de primavera-verano hace aproximadamente 66 millones de años. Basan sus conclusiones en múltiples evidencias recogidas a lo largo de varios años en un sitio llamado Tanis, en el estado norteamericano de Dakota del Norte. En este sentido, hay que señalar que hace 66 millones de años la parte central del actual territorio de los Estados Unidos estaba cubierta de norte a sur por un mar interior que se conectaba con el golfo de México. El sitio en el que DePalma y colaboradores recogieron sus evidencias habría estado localizado cerca de la costa de dicho mar interior.

De acuerdo con el artículo de referencia, a partir de los 13 minutos de que se produjo el impacto del asteroide y a lo largo de las siguientes dos horas, se produjo una lluvia de partículas sobre el área de Tanis, la cual fue posteriormente sepultada con la flora y fauna del lugar por el tsunami que le siguió, juntamente con las especies marinas arrastradas por el mismo. De esta mezcla de animales y vegetales, terrestres y marinos, y preservada por los sedimentos, fue donde DePalma y colaboradores encontraron los materiales para llevar a cabo su investigación.

Estudiaron, por ejemplo, los huesos de peces que mostraron que las bandas características que indican el ritmo de crecimiento de los huesos año con año, e incluso de estación a estación, fueron interrumpidos abruptamente, sugiriendo que la muerte de los peces ocurrió durante los meses de primavera y verano. De manera adicional, por medio de un estudio del patrón de isótopos de carbono de los huesos fósiles, el cual está relacionado con la ingesta de alimentos, los investigadores concluyeron que el patrón de isótopos corresponde al periodo de mayor ingesta de alimentos, o sea, los meses de primavera-verano. La edad de los peces fósiles más jóvenes encontrados, y dado que se conocen los meses de desove, indica también que su muerte ocurrió durante la primavera-verano.

Así, tal parece que los dinosaurios encontraron su destino un día de primavera-verano de hace 66 millones de años. No tenemos la fecha exacta de tan desafortunado evento, pero posiblemente sea irrelevante. Más relevante es saber que ocurrió durante la primavera, dada la dependencia de muchas funciones biológicas con la época del año y las consecuencias que un evento futuro como el de Chicxulub podría tener sobre la vida en la Tierra.

Por lo demás, habría que reconocer que: 1) el evento fue desafortunado para los dinosaurios, pero no para nosotros, pues Chicxulub marcó el inicio de la era de los mamíferos, a los cuales pertenecemos, y 2) que no está de más mantener vigilado nuestro vecindario en busca de asteroides amenazadores.

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