El primer laboratorio científico de la historia

En espera de noticias desde las estrellas



El escritor y militar romano Plino el Viejo -muerto durante la erupción del volcán Vesubio en el año 79 de nuestra era- nos dejó una descripción de los monopodos, una raza de hombres que habitaban en la India y que tenían características muy peculiares. Según Plinio el Viejo, los monopodos, como su nombre lo indica, contaban con una sola pierna y con un solo un pie, si bien este último de enormes proporciones. Lejos de constituir un estorbo, el enorme pie les permitía desplazarse por saltos a gran velocidad, además de que lo usaban para protegerse del sol, acostándose de espalda y levantando el pie hasta que su sombra los cubriera por completo. Los monopodos, por otro lado, no eran los únicos monstruos que en la antigüedad y el medioevo se creía que habitaban en tierras lejanas de difícil acceso, y en ese sentido habría que recordar a los blemios, seres sin cabeza y con la cara en el torso que habitaban en Etiopía.

Ahora que se ha explorado prácticamente todo el planeta, es difícil argumentar en favor de la existencia de seres exóticos e inteligentes en algún rincón de la Tierra. Nada nos ha impedido, sin embargo, trasladar nuestra fascinación por los seres exóticos a lugares fuera de nuestro planeta. Podemos mencionar, por ejemplo, que, en agosto de 1924, cuando el planeta Marte tuvo un máximo acercamiento con la Tierra, el gobierno de los Estados Unidos estableció el “National Radio Silence Day”, que fijó la suspensión de las transmisiones de radio por cinco minutos cada hora a lo largo de un periodo de 36 horas. Esto, con el objeto de escuchar hipotéticas trasmisiones de radio que hubieran emitido los marcianos para comunicarse con nosotros, aprovechando la cercanía de los dos planetas. Desafortunadamente, los esfuerzos no tuvieron éxito.

Hoy sabemos que en Marte no hay marcianos -aunque sí podría haber vida microbiana- como muy probablemente no hay seres inteligentes en ningún otro lugar del sistema solar fuera de la Tierra, por lo que hemos tenido que trasladar nuestros esfuerzos para encontrar vida inteligente a lugares más lejanos.

Así, a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado y en lo que va del presente, hemos escudriñado el cielo con la esperanza de detectar señales de radio emitidas por una civilización avanzada en busca de establecer comunicación. Desafortunadamente, al igual que en el caso del “National Radio Silence Day”, las iniciativas no han tenido éxito hasta el momento.

Al lado de la búsqueda de vida inteligente extraterrestre se están llevando a cabo iniciativas para descubrir la presencia de alguna forma de vida en planetas extrasolares, conocidos como exoplanetas. Lejos del impacto que tendría detectar un mensaje enviado por una civilización extraterrestre, descubrir vida en un exoplaneta, aun si no fuera inteligente, tendría una enorme importancia científica. Según la NASA, se han descubierto alrededor de 5,000 exoplanetas, algunos con características similares a las de la Tierra, y cabe preguntarse si algunos de ellos alojan vida. Para tratar de averiguarlo, es necesario escudriñarlos en búsqueda de bioseñales que indiquen la presencia organismos vivos.

Un gas asociado a la actividad biológica es el metano. Así, la presencia de metano en la atmósfera de un exoplaneta podría indicar que dicho planeta aloja vida. Habría que notar que también hay otros gases, como el oxígeno, que también están asociados a la actividad biológica. En estos momentos, sin embargo, el metano resulta particularmente interesante, dado que es fácilmente detectable por el nuevo telescopio espacial James Webb de la NASA.

Tenemos, por otro lado, que la mera presencia de metano atmosférico no permite asegurar la presencia de vida, pues este gas puede ser generado también por procesos no biológicos. De este modo, para determinar la probabilidad de que un exoplaneta dado aloje vida, sobre la base de la medición de metano atmosférico, es necesario tomar en cuenta las condiciones globales de dicho planeta. En un artículo aparecido esta semana en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences”, un grupo de investigación encabezado por Maggie Thomson, de la Universidad de California en Santa Cruz, reporta los resultados de un estudio en el que se concluye que en un planeta similar a la Tierra, los procesos no biológicos no pueden fácilmente mantener una concentración de metano atmosférico, y que la detección de dicho gas en la atmósfera de un exoplaneta sería una fuerte indicación de la presencia de vida.

Basado en todo lo anterior, podríamos esperar que en los próximos años recibamos noticias sobre el descubrimiento de vida en un planeta alrededor de una estrella lejana. Descubrimiento que será llevado a cabo con el telescopio James Webb, que podrá escudriñar el cielo con una resolución sin precedente. No descubriremos seres sin cabeza o con un solo pie, de los que nos producen fascinación, pero sin duda las noticias serán más que relevantes.

Comentarios

  1. Una mirada actual, con el rigor de siempre, sobre el tema que desborda nuestra imaginación en cuanto hablamos acerca del espacio.¡Bravo! Excelente artículo.
    Algún día "los marcianos llegaron ya" será, tal vez, mucho más que el estribillo de un chachachá...

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