El primer laboratorio científico de la historia

Viajes con conexión



Las drogas alucinógenas y la carrera espacial, dos elementos característicos de la década de los años sesenta del siglo pasado, están volviendo por sus fueros.

Como recordamos, la carrera espacial se llevó a cabo en el marco del conflicto conocido como Guerra Fría, que se dio entre los Estados Unidos y la Unión Soviética al término de la Segunda Guerra Mundial. En un inicio, la Unión Soviética adelantó a los Estados Unidos al convertirse en el primer país en colocar en 1957 un satélite artificial en órbita terrestre, lo mismo que en llevar a cabo el primer vuelo orbital tripulado en 1961. Los Estados Unidos, no obstante, al final superaron a la Unión Soviética al convertirse en el primer país -único hasta el momento- en llevar en 1969 a un astronauta a la superficie de la Luna.

Recordamos, por otro lado, que la década de los años sesenta vio un auge en el consumo recreativo de drogas alucinógenas, naturales y sintéticas, como parte del llamado movimiento contracultural. Una de estas drogas es el LSD, que fue sintetizado por el químico suizo Albert Hofmann en 1938. Las drogas alucinógenas, por ejemplo, están presentes en la música de los Beatles a partir de su álbum “Revolver” de 1966. Igualmente, se ha dicho -aunque Lennon lo negó- que las letras iniciales del título de la canción “Lucy in the Sky with Diamons” corresponden al acrónimo LSD.

Timothy Leary es una las de figuras destacadas en la década de los años sesenta en torno al consumo del LSD. Leary fue catedrático de la Universidad de Harvard en donde desarrollaba su interés en el uso del LSD para tratar problemas psiquiátricos. Leary, sin embargo, no era un académico convencional y sus intereses iban más allá de los meramente propios de la academia.

En este sentido, un artículo aparecido el pasado 6 de mayo en el diario “The New York Times” bajo la firma de Nina Burleigh hace remembranzas de Leary y sus veranos psicodélicos, llevados a cabo en Zihuatanejo en 1962 y 1963. Leary, creó la Federación Internacional de la Libertad Interior que organizó retiros de verano en el Hotel Catalina de Zihuatanejo. En dichos retiros, grupos de unos 50 norteamericanos, experimentaron el efecto de drogas alucinógenas. Según Burleigh, en la información entregada a los participantes se podía leer: “El objetivo de la comunidad transpersonativa es liberar a los miembros de sus redes para que puedan volar, a voluntad, a través del espacio infinito de su conciencia o a través del tiempo/espacio infinito de los campos de energía que los rodean”.

No es de sorprender que en estas circunstancias Harvard hubiese prescindido de los servicios de Leary, quien, para hacer peor las cosas, no asistía a impartir sus cursos. Por lo demás, el centro de entrenamiento psicodélico de Zihuatanejo no duró más allá del verano de 1963 por restricciones del gobierno mexicano.

Posteriormente, en 1965, Leary fue arrestado en los Estados Unidos por posesión de marihuana recibiendo una sentencia de 30 años de cárcel. No fue a la cárcel, pues salió con libertad condicional. En 1970, sin embargo, fue nuevamente condenado por posesión de marihuana y está vez enviado a prisión. Estando encarcelado, Leary escribió el libro “Starseed” en el que hace conexión con otro de los elementos característicos de la época: el espacio extraterrestre. En dicho libro, Leary trata sobre la construcción de una nave espacial capaz de transportar a 5,000 personas para viajar a través del espacio para hacer contacto con civilizaciones extraterrestres y de esta manera avanzar en nuestra evolución como especie. Así, tenía Leary interés en dos tipos de viajes, hacia el interior de la mente, por medio de las drogas alucinógenas, y hacia el espacio exterior por medio de naves espaciales.

Hoy en día nos es claro que la carrera espacial y el uso de drogas alucinógenas que florecieron hace medio siglo, menguaron con el transcurso del tiempo. Ciertamente, la exploración del espacio no se ha suspendido en todos estos años, pero sin duda perdió el impulso de la década de los años sesenta. El LSD, por su lado, fue declarada una sustancia ilegal.

La situación está cambiando, sin embargo. Así, tenemos que la carrera espacial ha adquirido un nuevo impulso con la entrada al negocio espacial, tanto de compañías privadas, como de países como China que mantiene robots exploradores en Marte y en la cara oscura de la Luna. De la misma manera, se ha reactivado el interés en el uso de las drogas alucinógenas para el tratamiento de problemas psiquiátricos.

Así, están tomando nuevamente impulso dos elementos que caracterizaron a la década de los años sesenta. Hace 50 años Leary concibió un descocado proyecto para viajar al espacio en conjunción con viajes al interior con sustancias alucinógenas. Hoy en día, podríamos preguntarnos si dichas sustancias podrían ser útiles de una manera diferente a la imaginada por Leary: para aliviar los problemas psicológicos que aquejarán a los viajeros espaciales del futuro, quienes permanecerá aislados por largo tiempo.

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