El primer laboratorio científico de la historia

Un hueso duro de roer



Gregorio Samsa, protagonista de la novela “La metamorfosis” de Franz Kafka, se despertó una mañana, tras un sueño intranquilo, “convertido en un monstruoso insecto”. No especifica Kafka qué clase de insecto, pero se especula que pudo haber sido un escarabajo, o bien una cucaracha como segunda posibilidad.

Aunque, pensándolo bien, podría haber sido ninguno de los dos insectos si hemos de atenernos a las leyes de la física que harían altamente improbable la existencia de un insecto de un metro de altura, capaz de hacer girar con las mandíbulas el picaporte de una puerta como lo describe Kafka, que además disfrute de caminar por paredes y techos.

Las leyes de la física, por supuesto, pasan a segundo plano en la impresionante novela de Kafka en la que el protagonista sufre una transformación que causa repulsión. En este sentido, Gregorio de transforma en algo así como un escarabajo o una cucaracha, y no, por ejemplo, en un conejo o un perro, animales que es menos probable que resulten repugnantes.

Posiblemente estemos de acuerdo que las cucarachas son particularmente repulsivas y por esta razón nos esforzamos por acabar con ellas. Por más que esto sea particularmente difícil, pues ellas y sus antecesores han estado presentes en el planeta desde hace 350 millones de años.

Sirva lo anterior como introducción al tema que quisiéramos tratar hoy: la inusual y rápida evolución que están teniendo las cucarachas caseras por el uso de los insecticidas empleados para combatirlas. Esta evolución está reportada en un artículo publicado el pasado mes de mayo en la revista “Communications Biology” por un grupo de investigadores encabezado por Ayako Wasa-Katsumata de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Raleigh.

Según reportan Wasa-Katsumata y colaboradores, las sustancias empleadas para el control de plagas de cucarachas contienen insecticidas mezcladas con glucosa lo que ha desarrollado cucarachas con una aversión a la glucosa como un medio de defensa. Hacen notar, además, que recientemente se ha observado que las cucarachas macho tienen menos éxito cuando intentan aparearse con hembras con aversión a la glucosa que con hembras sin esta aversión. En estas condiciones, aventuraron una hipótesis en el sentido que existe una relación entre estos dos hechos y se propusieron llevar a cabo un estudio para confirmarla.

Para este propósito, llevaron a cabo una serie de experimentos de apareamiento de cucarachas, tanto con aversión a la glucosa como sin ella. Habría que señalar que, durante el cortejo previo al apareamiento, el macho ofrece a las hembras secreciones ricas en diferentes azúcares y las mantiene ocupadas disfrutando del manjar, lo que le da tiempo para vencer su resistencia y llevar a cabo el apareamiento.

Los investigadores, sin embargo, encontraron que, en contraste con las hembras sin aversión a la glucosa, las hembras con dicha aversión no encontraron placentero el consumo de los azúcares contenidos en las secreciones del macho, pues su saliva los descompuso produciendo glucosa. En estas condiciones, la hembra tendió a reaccionar negativamente y a separarse del macho sin darle tiempo de completar el apareamiento. Las estrategias de apareamiento de las cucarachas macho, desarrolladas para hembras sin aversión a la glucosa, son entonces menos eficientes con hembras que han desarrollado dicha aversión.

Adicionalmente, los investigadores encontraron que las cucarachas macho que han desarrollado aversión a la glucosa producen secreciones nupciales con azúcares que más difícilmente producen glucosa al mezclarse con la saliva de las hembras, en comparación con aquellos machos que no han desarrollado dicha aversión. Así, tienen más éxito en sus apareamientos con hembras igualmente con aversión a la glucosa.

Según Wasa-Katsumata y colaboradores, sus resultados muestran “….como un rasgo gustativo adaptativo puede emerger rápidamente bajo una “selección natural” impuesta por humanos, y que este rasgo emergente crea desajustes en la comunicación sexual”.

Podemos concluir que combatir a las cucarachas, que han habitado el planeta por cientos de millones de años, es ciertamente una tarea difícil, y que su capacidad de adaptación se ilustra por los resultados de Wasa-Katsumata y colaboradores.

Por otro lado. si bien las cucarachas nos resultan repulsivas, no es del todo claro la razón para que así sea, pues son relativamente inofensivas en comparación con otros insectos. Y visto así, el que Gregorio Samsa se haya convertido en un monstruoso insecto, que bien pudiera haber sido una cucaracha gigante, es quizá punto menos que injusto para la especie.

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