Hogar, dulce hogar

Chiquitos pero picosos



Suponga usted que está tratando de conciliar el sueño, cuando repentinamente un mosquito empieza a zumbar alrededor de su oído con intenciones de alimentarse a costa suya. En esos momentos difíciles -a menos que sea usted fan de las maravillas del reino animal-, posiblemente no tendría disposición para reflexionar y agradecer a la naturaleza que hubiese fabricado un mosquito chupa sangre con tantas habilidades, incluyendo la capacidad de anticipar un manotazo y volar rápidamente para ponerse a salvo, lo mismo que la capacidad de detectar a la distancia a una presa recluida en su habitación.

En momentos menos incomodos, esperaríamos, quizá pudiéramos estar de mejor humor para admirar las habilidades de los mosquitos. Particularmente su agudo sentido del olfato que es el que los guía hasta nuestra habitación, atraídos por el dióxido de carbono que exhalamos al respirar y por los olores que despedimos por la piel. Por el lado negativo, los mosquitos, además de molestos, son trasmisores de un número de enfermedades, incluyendo Dengue, Zika y Chikungunya, y en este sentido es importante entender detalladamente sus mecanismos olfatorios para desarrollar estrategias de defensa. Por ejemplo, para elaborar sustancias que atraigan a los mosquitos hacia una trampa, o bien para desarrollar repelentes más efectivos.

Nuestro sentido del olfato está basado en neuronas con receptores olfativos colocados en la mucosa de la cavidad nasal. Cada neurona responde a la presencia de una molécula de olor y transmite la información a un centro de recepción localizado en el bulbo olfativo mediante una prolongación que atraviesa el hueso, a través de pequeñas perforaciones, localizado en la parte superior de la cavidad nasal. Un aspecto relevante es que cada receptor responde a un tipo particular de olor, de tal manera que si se deshabilitaran los receptores de un tipo se perdería la sensibilidad al olor correspondiente.

¿Podría desarrollarse una estrategia de defensa contra los mosquitos enfocando nuestras baterías en contra de sus receptores sensibles a los olores corporales humanos? Desafortunadamente, tal parece que habría ciertas dificultades. Al menos de acuerdo con un artículo aparecido esta semana en la revista “Cell”, publicado por un grupo internacional de investigadores encabezado por Margaret Herre de la Universidad Rockefeller en Nueva York.

Según los resultados del estudio de Herre y colaboradores, al contrario de la mayor parte de los animales, los receptores olfatorios de los mosquitos pueden responder a varios olores y no solamente a uno específico. Así, aun si se suprimen familias de receptores sensibles a los olores humanos, los mosquitos son todavía capaces de encontrar su camino hacia su fuente de alimento.

Para sorpresa de los investigadores, el sistema olfatorio de los mosquitos es más maleable de lo esperado, y esto estaría relacionado con la dificultad que encontramos para librarnos de los mosquitos. Es decir, éstos tendrían varios caminos para llegar a Roma, de modo tal que, si uno o varios fallan, siempre les quedarán otros practicables.

Así, a pesar de su tamaño, tal pareciera que los mosquitos son rivales más sofisticados de lo que hubiéramos pensado en primera instancia, que han desarrollado una estrategia de receptores redundantes que les asegura encontrar el camino hacia su alimento. Al mismo tiempo, sin embargo, no esperaríamos que a la larga salgan indemnes de los embates de los investigadores, los cuales ya han logrado averiguar algunos de sus detalles íntimos, particularmente acerca de su sistema olfatorio. Esto no es alentador para los mosquitos, pues facilitará el desarrollo de técnicas sofisticadas para combatirlos.

Por lo pronto, en tanto dichas técnicas hacen su aparición, más nos conviene emplear procedimientos más tradicionales en contra de los mosquitos. Por ejemplo, la de cerrar puertas y ventanas cuando anticipemos que nos pueden invadir. So pena de pasar la noche en vela.

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